Capitulo 4

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Dos días sin Naruto.

Jamás, ni en sus días que él calificaba de normales, había pasado por eso. Extrañar a alguien le resultaba cínicamente desconocido. Los profesores parloteaban sus clases ensayadas y recicladas mientras que los alumnos más prometedores apuntaban los tantos conceptos centrales del tema en sus libretas. Sasuke no lo hizo. La mayoría del tiempo se la pasó viendo los escritorios donde se supone debería estar sentado el rubio.

Sakura tampoco estaba. Bueno, si estaba en la escuela, pero sin Naruto cerca, la chica no tenía ninguna razón para acercársele a él. Y a esa terrible suma le agregamos el nuevo odio grupal de la clase de Filosofía que también asistía a otras, para su mala suerte.

Las burlas ahí seguían pero ya no tocaban fibras peligrosas de su corazón. Otra vez, era el mismo chico de piedra, se sentía tan realizado, tan feliz, era un placer largo verlos ingeniársela para ofenderlo y fallar cada vez.

"-Solo te lastima lo que das por hecho, Sasuke... -le dijo mientras sacudía su cigarrillo tirando la ceniza por la ventana. –Yo no soy una puta. –ni siquiera los cristales de sus anteojos podían disimular el brillo de su mirada. –Pero lo creí mucho tiempo... por eso me quedaba ahí."

¡¿Se sentía con problemas?! ¡Karin tenía problemas! Ella no era una... puta... y él no era un pordiosero. Y el resto del mundo podía joderse mutuamente.

Como dije, dos días. Dos días en los que se llevó la chamarra, dos días en los que no comió por no entrar a la cafetería y aguantar a las personas.

-¡Pero qué lata estar tan atento a ese! –se quejó en voz baja con sus manos ocultas en la chamarra para mantener el calor mientras iba camino a su refugio. Había leves gotitas cayendo, una lluvia tan pobre en agua que ni parecía serlo. Pero hoy salió el sol, incluso no era una simple mancha difuminada, era una esfera dorada alzándose en el centro del cielo.

Tan ensimismado se encontraba observando el astro que no pudo detenerse y chocó en seguida con una mujer anciana haciendo que sus bolsas cayeran al suelo.

-¡Lo siento! Lo siento mucha señora. –le ayudó a incorporarse.

-No hay problema hijo... ¡mis bolsas! –se le notaba molesta, de cualquier manera. El moreno se sintió culpable y se arrodilló a levantar los víveres y guardarlos de nuevo en las bolsas de plástico.

-De verdad, no tenía intención de... lo siento mucho.

-Los jóvenes siempre andan en la luna. –se quejó recibiendo las bolsas.

-Espero pueda... -ya no se sabía mas disculpas, por Dios.

-¡Que haces? Andando. –le interrumpió. –Vamos, lo menos que puedes hacer por una pobre viejecita como yo es ayudarla con sus compras. –le entregó una de las pesadas bolsas.

Sasuke, prácticamente en automático, la tomó y la siguió posicionándose a su lado. No conocía esa parte de la ciudad a la que iba pero era bueno memorizando los caminos, solo tenía que regresar por donde vino.

-¿Vienes de la escuela?

-¿Ah? Si.

-¿Qué estudias?

-El bachillerato.

-¿Y trabajas?

-Ehm... digamos que sí. –le acomodó.

-Mis nietos no quieren trabajar. Me molesta, ya no hay hombres en esta vida... -comenzó a desvarías mientras avanzaban por las banquetas hasta llegar a una zona menos poblada. Conforme se adentraba, encontraba muchos lotes sin usar y un bosque colindando el vecindario.

La Bestia Y Su AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora