ItaDei

6.1K 623 138
                                    



Esta es la parte que me faltó subir, andaba con sueñito, por favor, discúlpenme. Lo hice mas grandecito en recompensa (porque solo era un párrafo y medio jejeje).

La vio volando, despegándose de su cuerpo como si tomara el valor que tanto a él le faltara. Y la ligerita plumilla negra flotó con la brisa, moviéndose ya hacia arriba, ya hacia abajo, pero cada vez más cerca, descendiendo, avanzando.

-Las bodas son geniales.

Sus ojos rojos se opacaron poco a poco mientras el terror desaparecía de su cuerpo, le miraba de reojo: sus rubios cabellos se agitaban libres mientras él seguía moviendo sus piernas en una ligerita danza que se coordinaba inevitablemente con aquel vals que Naruto obligaba a realizar a Sasuke allá... a lo lejos.

-¿Por qué?

Sus ojos azules se fijaron en la figura ya humanizada. No lo había escuchado hablar desde semanas atrás, desde que su hermano se fue. Lo había extrañado. Itachi no era de esos que charlan y charlan pero esa barrera la había auto impuesto como castigo por no ser fuerte quizá... o tal vez, por no creer que Sasuke lo fuera.

-¿Por qué... que?

-¿Por qué son geniales? –cuestionó reflexivo notando, como solo él podía hacerlo, que Naruto olfateaba moviéndose ya hacia su dirección. Se asombro del poder de aquel olfato, estaban algo lejos y el viento no estaba a su favor, aun así...

Deidara lo pensó un momento mientras se recostaba en la terrosa superficie de esa meseta donde habían decidido detenerse a observar. Las estrellitas brillaban aun con el cielo tintado de azules muchos y rosados.

-Pues... porque es una celebración al amor.

-Te gustan. –se animó a asegurar, Deidara asintió y pujó feliz. Estaba en paz, había aprendido mucho de ese par de jóvenes a los que calificaba como arte moderno. -¿Qué se necesita para una boda "genial"? –esa última palabra sonó extraña con su voz.

-Wow... no lo sé... -torció su boca. –Hace falta... dos personas enamoradas.

-¿Y qué más?

-Un anillo... como símbolo de la unión. –incluso le gustó pensar en un collar pero no era tan común y si Itachi preguntaba quizá solo era por su falta de cultura en esos aspectos. Solo estaba informándose.

-¿Aparte de eso?

-... ¿Aparte...? –se incorporó un poco y lo miró extrañado. Itachi aun miraba a su hermano, sus manos en los bolsillos, su cabello libre, sin la coleta de siempre. –Pues... amigos. Si... -sonrió reconociendo a ese tipo extraño que nunca moría. –Muchos amigos que celebren el triunfo.

Los labios del moreno se estiraron un poco, imperceptible en lo lejano, sumido en ilusiones.

-Hora de irnos. –y así se giró hacia el deslave, debían regresar por la camioneta que esperaba escondida en una parte del bosque.

-¡¿Tan pronto?! –no recibió respuesta. –Hum... -ni hablar, hora de irse. Se limpió la ropa de la tierra impregnada y con pasos ligeros, llegó hasta el deslave, lo encontró esperándole para bajar juntos. -¿Cuál es la prisa?

-Debemos hacer amigos.

-... ¿ah? –lo vio sonreír. -¿Qué dices? –su mano no le soltó aun cuando el camino se hizo plano de nuevo. –Ita... chi...

-¿Si?

-¿Qué planeas?

La sonrisa creció. 

La Bestia Y Su AmoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora