Cap. 10: "Bésame como si no hubiese un Mañana"

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Blaine sonrió de esa forma única y especial mientras sus ojos brillaban de tal manera que podían iluminar al mundo, y literalmente lo hacían, iluminaban el mundo de Kurt.

- ¿De verdad quieres ir? – Preguntó en una mezcla de incertidumbre y felicidad.

- Sí, estoy seguro.

- ¡Perfecto! ¡Será más que perfecto! Ya verás lo bien que lo vamos a pasar los dos ahí solos y... – De pronto su expresión cambió, denotando total preocupación. – Lo... lo lamento, no quiero que pienses que yo... No fue con ninguna mala intención, sólo...

- Espera, no estoy entendiendo nada de lo que dices. ¿Qué sucede?

- Cuando te propuse lo de ir a la hacienda... Se suponía que Steph también iría...

- Sigo sin entender.

- Vamos a estar solos y no me gustaría que creyeras que lo hago con una doble intención. El único objetivo es para que descanses y te relajes un poco, no pretendo nada indebido o...

- ¿Quieres detenerte? ¿A qué viene todo esto?

- Es que tú puedes pensar que estoy tratando...

- ¡Oh! Ya comprendo. No creíste en mis disculpas, ¿cierto? Sé que me dejé llevar por lo que una persona dijo, y no estuvo bien. Te alejé de mi vida a causa de aquello, pero ya te expliqué todo y me disculpé... Aunque me doy cuenta de que no me creíste.

- Te creí, de verdad lo hice.

- ¿Entonces?

Blaine desvió la mirada hacia un costado, luciendo realmente preocupado. – No quiero arruinar las cosas entre nosotros, honestamente, este tiempo sin ti fue horrible y no podría volver a pasar por lo mismo.

- Tal vez no te quedó claro, pero confío en ti. ¿Quieres que te lo jure? Bien, juro que confío en ti, y sé que nunca harías nada para lastimarme ni te aprovecharías de mí en ninguna forma.

No tengo dudas de que tus intenciones al invitarme a la hacienda de tus tíos son buenas, por eso acepté ir. Sé que lo voy a pasar muy bien a tu lado y no hay nada a lo que deba temer o por lo tenga que preocuparme.

- Me alegra saberlo. Lamento haber actuado así, es sólo que me entró algo de pánico. Sí, ya sé, soy patético.

- Mírame. Vamos. – Lo tomó de la barbilla para que girase la cabeza y sus ojos se encontraron. – No eres patético. Sólo estás algo nervioso.

El de cabellera rizada se puso de pie y empezó a caminar en círculos. – No puedo evitarlo, tengo miedo de perderte.

- Blaine... – Se levantó y empezó a perseguirlo.

- No, tranquilo, comprendo que sólo me ves como un amigo y estás en todo tu derecho a sentirte de una forma diferente a la que yo lo hago.

- Blaine...

- No voy a presionarte a nada, eres libre de tomar tus decisiones y de usar el tiempo que me pediste para aclarar tu mente...

- ¡Blaine! – Lo sostuvo del brazo, haciéndolo detenerse. – No tienes por qué ponerte así. Cálmate y respira. – Soltó una pequeña risa.

- ¿Por qué te ríes?

- Eres tan adorable. ¿Quién diría que el gran empresario Blaine Anderson se pondría tan nervioso por algo como eso?

- Bueno, sí. Me puse nervioso, tú me pones así.

- Eres la persona más hermosa y adorable que conozco. – El ojimiel sonrió ampliamente. – Sí, eso está mejor, me encanta verte así, amo tu sonrisa.

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