El testamento de Albus Dumbledore

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Ron se despertó al oír murmurar a su amigo algo como "Gregorovitch". ¿A qué se referirá?, pensó el pelirrojo mientras salía de la cama y se acercaba a la cama plegable en la que estaba Harry.

-Eh, despierta—le dijo. Harry abrió los ojos y parpadeó al mirar a Ron, obviamente porque no llevaba gafas y no le veía bien. Ron le dijo entonces que estaba diciendo en sueños algo de "Gregorovitch".

-¿Quién es Gregorovitch?

-¿Y yo que sé? Eras tú el que lo estaba diciendo.

Harry se frotó la frente pensativo. Luego dijo:

-Creo que Voldemort le está buscando.

-Pobre tipo -dijo Ron fervorosamente.

Harry se sentó, todavía frotándose la cicatriz. Luego siguió hablando:

-Creo que está en el extranjero.

-¿Quién, Gregorovitch?

-Voldemort. Creo que está en algún lugar del extranjero, buscando a Gregorovitch. No parecía ningún lugar de Gran Bretaña.

-¿Crees que estás viendo en su mente de nuevo?-preguntó Ron, muy preocupado.

-Hazme un favor y no se lo digas a Hermione -dijo Harry-. No sé como espera que deje de ver cosas en sueños...Creo -dijo tras una pausa-, que tiene algo que ver con el Quidditch. Hay alguna conexión, pero no se me ocurre... no se me ocurre cual pueda ser.

-¿Quidditch? -dijo Ron-. ¿Seguro que no estás pensando en Gorgovitch?

-¿Quién?

-Dragomir Gorgovitch, Guardián, traspasado a los Chudley Cannons por un récord hace dos años. El record que mantiene es el de perder más Quaffles en una temporada.

-No . Definitivamente no estoy pensando en Gorgovitch.

-Yo intento no hacerlo tampoco -dijo Ron, pensando en todos los partidos que había perdido su equipo favorito por su culpa-. Bueno, feliz cumpleaños, por cierto.

-Guau... ¡Tienes razón, lo olvidé! ¡Tengo diecisiete!-dijo alegremente su amigo, mientras cogía la varita, la apuntaba al desordenado escritorio donde había dejado sus gafas, y decía "¡Accio Gafas!". Las gafas volaron hacia él, y se le clavaron en el ojo.

-Muy astuto -se rió Ron. Harry se puso a hacer volar las posesiones de Ron por la habitación, provocando que Pigwidgeon despertara y aleteara excitadamente en su jaula. Harry intentó también atarse los cordones de las zapatillas con magia (el resultado fue un nudo que llevó varios minutos desatar a mano) y cambió el naranja de las túnicas del poster de Ron de los Chudley Cannons por azul brillante. Ron sonrió al ver aquello, mientras buscaba en los cajones el ejemplar de "Doce formas infalibles de hechizar a las brujas" que quería regalarle. Tras aconsejarle a Harry que no usara magia para subirse la cremallera, le pasó el paquete que contenía el libro.

- Desenvuélvelo aquí, no es apto para que lo vea mi madre.

-¿Un libro? Un poco alejado de la tradición, ¿verdad?

-Este no es un libro común. Es oro puro. Doce Formas Infalibles de Encantar a las Brujas. Explica todo lo que necesitas saber sobre las chicas. Si lo hubiera tenido el año pasado habría sabido exactamente como librarme de Lavender y tú habrías sabido como acabar con... Bueno, Fred y George me dieron una copia, y he aprendido mucho. Te sorprendería, no es aburrido en absoluto además.

Harry hojeó con interés el libro. Ron estuvo a punto de decirle que el auténtico motivo por el que se lo regalaba era facilitarle las cosas para que ligara con otras chicas y dejara en paz a Ginny, pero no se atrevió. Bajaron a la cocina, donde había una pila de regalos esperando sobre la mesa. Bill y monsieur Delacour estaban terminando su desayuno, mientras la señora Weasley estaba de pie canturreando sobre la sartén.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora