La batalla de Hogwarts

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Al oír la voz de Voldemort, Ron sacó su varita y miró alrededor. Pronto comprendió que no estaba allí, que sólo era su voz mágicamente amplificada.

-Tenemos que encontrar a Harry-dijo Hermione.

-Desde luego. Si no le encontramos pronto, es capaz de entregarse-dijo Ron, muy preocupado.

Se dirigieron hacia la Sala de los Menesteres. Recorrieron pasillos, escaleras y pasajes secretos, buscando a Harry sin encontrarle. A través de las ventanas, vieron destellos y ráfagas de luz afuera en los terrenos de Hogwarts.

-Parece que ya han empezado a luchar-dijo Hermione.

-Sí, pero no nos detengamos-dijo Ron, muy inquieto al no ver señales de su amigo.

Buscaron y buscaron. Vieron que la gente de los retratos estaba muy agitada, pasando de un cuadro a otro, dándose noticias, preguntando. Ron y Hermione supieron entonces que los alumnos más pequeños estaban siendo evacuados y que los mayores así como el profesorado estaban luchando para defender Hogwarts. Pasaron por delante del retrato de Sir Cadogan, que estaba diciendo que Harry les patearía el trasero a todos los mortífagos. Vieron que las armaduras se bajaban de sus pedestales y corrían hacia donde tenía lugar la lucha. En otro momento, oyeron un cristal que se rompía a lo lejos pero no supieron donde estaba. Viendo que no le encontraban, Ron estaba empezando a temer que Harry hubiera ido a entregarse, cuando al doblar una esquina se encontraron de repente con él. .

-¿Dónde demonios os habíais metido?-dijo Harry muy preocupado.

-En la Cámara Secreta -respondió Ron con naturalidad, como si todos los días se pasearan por allí pasada la medianoche.

Entonces le explicaron lo que acababan de hacer allí abajo. Eso sí, omitieron cuidadosamente lo que había visto Hermione, así como la confesión de Ron de que no podría vivir sin ella. Hermione le puso por las nubes, y Ron intentó quitarse mérito. Finalmente, le mostraron los colmillos del basilisco.

-Entonces... -recapituló Harry.

-Ya queda un Horrocrux menos -confirmó Ron. Sacó los restos de la copa de su bolsillo y se los enseñó a su amigo, que quedó muy impresionado. -Bueno, ¿y tú qué has hecho?-preguntó.

Una explosión en el piso superior los asustó a los tres. La batalla se recrudecía. Entonces, Harry les contó que la diadema de Ravenclaw era el siguiente Horrocrux, y que estaba escondida en la Sala de los Menesteres, casi en el mismo sitio donde un año antes había escondido el libro de Pociones anotado por Snape, y que concretamente estaba colocada encima de un busto. Así pues, corrieron hacia allí, donde encontraron a Ginny, a Nymphadora Tonks y a una anciana a la que Ron identificó al momento como la abuela de Neville Longbottom.

-¡Ah, Potter! Ahora podrás explicarnos qué está pasando-dijo Augusta Longbottom.

-¿Estáis todos bien? -preguntaron Ginny y Tonks con ansiedad.

-Que nosotros sepamos, sí. ¿Todavía queda gente en el pasadizo?

La señora Longbottom explicó que ella lo había cerrado personalmente.

-¿Has visto a mi nieto?-preguntó.

-Está combatiendo.

-Por supuesto -sonrió con orgullo-. Perdonadme, pero tengo que ir a ayudarlo.

Con una agilidad más propia de una adolescente, la anciana se alejó de ellos. Tonks se fue tras ella en cuanto Harry la informó de que Remus estaba liderando el grupo de combatientes de los jardines.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora