Vida y mentiras de Albus Dumbledore

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Ron se quedó como atontado. No, no podía ser. ¿Cómo era posible que hubiera oído la voz de Hermione salir del Desiluminador? Lo miró detenidamente. No parecía que hubiera cambiado nada. Pero estaba seguro de no equivocarse. Había oído la voz de Hermione salir de él. Notó que una debilísima chispa de esperanza se encendía en su atormentado corazón: ¿y si aquél trasto le guiaba hasta sus amigos? No estaba seguro de que quisieran volver a verle, pero él sí quería verlos más que nada en el mundo, incluso si le recibían con insultos o con golpes (que se tendría merecidos, pensó). Decidió apagar la radio y subir hasta la habitación en la que dormía, para que no le vieran salir de la casa. Una vez allí, temblando, echó hacia atrás la tapa del objeto, y apretó el botón. Las luces del cuarto se apagaron, como cabía esperar, pero no ocurrió nada especial. Ron sintió que su esperanza se desvanecía. Miró desanimado por la ventana, y vio algo fuera. Algo que, desde luego, no estaba allí unos momentos antes.

Era una pequeña esfera de luz azulada, que parpadeaba ligeramente, semejante a la que producían los trasladores. La luz se alzó ligeramente hasta la altura de su ventana, parpadeó tres veces y bajó de nuevo.

"Es como si me hiciera señas", pensó el pelirrojo. "Me parece que tengo que ir a dónde está y ver qué ocurre".

Notó que la esperanza renacía en su interior. Rápidamente, se vistió, se abrigó, y metió todas sus cosas en la mochila. Salió de la habitación sin mirar y casi se dio de bruces contra Bill.

—¿Vas a alguna parte?—le dijo su hermano.

—Voy a buscar a Harry y Hermione—dijo Ron, casi sin pensarlo.

—¿Sabes dónde están?

—No. Pero creo que sé dónde empezar a buscarles—respondió el pelirrojo.

—¿Qué...?

Pero Ron hizo señas a su hermano de que se callara. Se limitó a indicarle la puerta y hacerle señas de que le siguiera. Salieron al jardín. Allí estaba la pequeña esfera de luz azulada, que se acercó a él, parpadeó, y luego se alejó unos pasos. Bill la miró atónito.

—Esa luz me guiará—dijo Ron, sin saber por qué.

Bill asintió con la cabeza. Luego le dijo:

—¿Puedes esperarte un momentito?

Entró de nuevo en la casa, y salió llevando una bolsa.

—Aquí tienes algo de comida—dijo. —Por si tardas un poco en encontrarles y te entra hambre...

—Gracias, Bill—dijo Ron, metiendo la bolsa dentro de su mochila.

—Ron—dijo Bill otra vez.

—¿Sí?

—Cuídate.

Y entonces le dio un fuerte abrazo, un abrazo fraternal. Ron, normalmente, habría hecho unas cuantas muecas, pero aquella vez era distinto: estaba muy conmovido. Y lo estuvo aún más cuando su hermano le dio un beso en la frente.

—Bill, ya no soy un niño pequeño—dijo con una ligera sonrisa. (Normalmente le habría pegado un grito, pero no aquella vez).

—Para mí siempre serás aquella cosita así—dijo sonriendo a su vez, mientras separaba ligeramente las palmas, para señalar el tamaño que tenía su hermano siendo un bebé—con la que jugaba cuando yo tenía diez años, y que me hacía reír cuando estaba hecho trizas por la muerte de tío Fabian y tío Gideon.

Por toda respuesta, Ron abrazó otra vez a su hermano, y los dos se quedaron así durante un tiempo. Sí, decididamente aquella experiencia le había enseñado a valorar otras cosas que antes simplemente daba por supuestas, como el amor fraternal. Finalmente, se separaron.

—Lárgate ya, enano—dijo Bill, dándole una palmada fraterna a Ron.

—Enano lo serás tú—dijo Ron con una sonrisa, pensando en que ahora le sacaba un par de dedos a su hermano, y dándole otra palmada.

Respirando hondo, Ron se dio la vuelta, dándole la espalda a Bill. Se obligó a no mirar hacia atrás, porque sabía que entonces no tendría fuerzas para hacer lo que iba a hacer. Paso a paso, se dirigió hacia la esfera de luz. Ésta empezó a moverse lentamente, y Ron la siguió durante un rato, temeroso de que se apagara, hasta detrás de un cobertizo que le ocultaba la visión de Shell Cottage.

Y entonces, la luz brilló con más fuerza. Descendió hasta la altura del pecho de Ron. Luego, lenta, solemnemente, flotó hacia él. El pelirrojo contuvo la respiración mientras la luz se acercaba, poco a poco, poco a poco, poco a poco...hasta que desapareció dentro de él, a la altura de su corazón.

En ese momento, el joven sintió dentro de sí una gran calidez como pocas veces había sentido. Quizá cuando años atrás había entrado en el Ala Hospital acompañando a su hermana tras la terrible experiencia de la Cámara Secreta y había visto a Hermione recién despetrificada. Quizá cuando se había despertado tras el envenenamiento el año anterior y había visto a Hermione a su lado. O tal vez cuando la mañana del 2 de agosto había despertado y había sentido deseos de besar a Hermione... Pero ahora no era el momento de pensar en esas cosas. Porque había sentido también que crecía en él un gran sentimiento de confianza. Sí, iba a encontrar a sus amigos. Y esa luz que ahora estaba dentro de él le guiaría. Cerró los ojos, visualizó claramente los rostros de sus amigos y se Desapareció.

Al abrir los ojos, casi había esperado encontrarse con ellos. Pero se equivocaba. Estaba en la ladera de una colina cubierta de nieve. Al pie de la colina había un pueblecito. Y no había nadie: estaba completamente solo.

Sintió que le invadía de nuevo la desesperación. ¿Se había equivocado al confiar en aquella luz? Pero entonces recordó una cosa: que los encantamientos protectores que usaban harían que Harry y Hermione fueran invisibles a sus ojos e inaudibles a sus oídos. No obstante, cuando los quitaran, serían visibles. Dio unas vueltas durante un rato, llamándoles. Luego, optó por sacar su saco de dormir y sentarse en él a esperar.

Mientras esperaba allí, sentado, no pudo evitar pensar en Albus Dumbledore. Había estado resentido con él por las pocas pistas que les había dejado. Pero por otra parte...ahora sabían por qué le había dejado la espada a Harry: para que destruyera los Horrocruxes que encontrasen. Y sin duda le había dejado el Desiluminador para que pudiera encontrar el camino de vuelta con sus amigos, porque sospechaba que querría abandonarles. ¿Y si los Cuentos que le había dejado a Hermione escondían alguna pista útil? ¿Y si aquella Snitch que le había dejado a Harry era más de lo que aparentaba, como había sospechado Scrimgeour?

También pensó en el libro que le habían mencionado Bill y Fleur la noche anterior: "Vida y Mentiras de Albus Dumbledore". ¿Qué tipo de historias sucias contaría? No importa, si las cuenta esa Rita, seguro que son falsas, se dijo, arrebujándose más en su saco de dormir.

Las horas iban pasando, sin que Harry ni Hermione aparecieran por ninguna parte. Una somnolencia pesada empezaba a caer sobre Ron. "No, no, no debo dormirme", se dijo. Pero como suele ocurrir en estos casos, cuando quieres quedarte dormido no te duermes pero cuando deseas desesperadamente mantenerte despierto, el sueño termina invadiéndote con más rapidez. Finalmente, poco a poco, se quedó completamente dormido.

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A juzgar por los comentarios, deduzco que mis sufridos lectores están esperando con impaciencia el próximo capítulo, en que el bueno de Ron tendrá que verse cara a cara con el pedazo de alma de Voldemort que hay en el guardapelo. Estoy escribiéndolo y espero no decepcionaros.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora