La comisión de registro de hijos de muggles

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Cuando se quedó solo en el amplio vestíbulo del segundo piso, Ron sintió que la seguridad le abandonaba por completo. "Mierda, en qué lío me he metido", pensó. Pero luego pensó en la pobre esposa de Cattermole, que estaría abajo siendo interrogada por la cara de sapo, pensó también en Hermione, que corría peligro de acabar allí, y se animó un poco.

El segundo piso lo conocía más o menos de las veces que lo había visitado con su padre, de manera que pronto encontró el despacho de Yaxley, donde, como le habían dicho, estaba lloviendo a cántaros. Vio que allí había un montoncito de panfletos en cuya cubierta ponía: "Sangre Sucia Y los Peligros Que Suponen para una Pacífica Sociedad de Sangre Limpia". Bajo el título había un dibujo de una rosa roja con una cara de sonrisa tonta en el medio de los pétalos, siendo estrangulada por una mala hierba verde con colmillos y el entrecejo fruncido. En el panfleto no figuraba el nombre del autor. Ron sintió que le hervía la sangre pensando en Hermione, pero se contuvo, pensando en su misión.

Sacó la varita y empezó a tocar uno tras otro todos los objetos que veía, diciendo "Impervius". Para su satisfacción, vio que las gotas de agua se detenían poco antes de llegar a ellos y se desviaban hacia un lado: el conjuro le había salido bien. Vio también que en la mesa había una carpeta en la que ponía: "Orden del Fénix". La abrió, y sintió que le volvía a hervir la sangre, porque en ella había en primer lugar una ficha de Dumbledore cuya fotografía estaba tachada, y debajo de la tachadura ponía "FALLECIDO". También había una ficha de Moody exactamente igual. Desalentado, comprobó que tenían identificados a gran parte de los miembros de la Orden, también a su padre. Por último, se fijó en el gran cartel con la foto de Harry que estaba pegado a la pared, en el cual ponía "INDESEABLE NÚMERO 1". Sintió que le hervía la sangre otra vez, pero recordó entonces lo que tenía que hacer. Agitó la varita como le había dicho Hermione, gritando "Finite Incantatem". Pero no sirvió de nada: al contrario, la lluvia arreció. Ron lo intentó una y otra vez, sin ningún éxito.

En ese momento, entró en el despacho alguien a quien no había visto nunca. A Ron casi se le salió el corazón por la boca, antes de recordar que ahora no era Ron, sino Reg Cattermole.

—¿Qué hace usted aquí, Cattermole?—preguntó el recién llegado.

—Esto...yo...me manda el señor Yaxley para tratar de arreglar este problema—señaló a la lluvia—, pero estoy...estoy tan nervioso con lo de mi mujer que nada me sale bien.

El recién llegado le miró durante un rato, luego asintió:

—Te sugiero que vayas abajo a buscar a Bernie Pillsworth. Dile que vas de mi parte, si te ponen pegas.

Horrorizado, Ron se dio cuenta de que no sabía cómo se llamaba el tipo, y si se lo preguntaba, se delataría. De repente, se le ocurrió una idea:

—¿Me puedes recordar cómo se escribía tu apellido?

—¿Cómo?

—Es que con estos nervios se me olvida todo.

—Vale, está bien. Se escribe así: D-A-W-L-I-S-H.

Ron suspiró aliviado, porque ya sabía quién era aquél tipo: el auror John Dawlish, que había tratado de arrestar a Dumbledore dos años antes.

—Gracias, John. Adiós—dijo.

Salió corriendo hacia los ascensores y tomó uno. Vio que dentro de él estaba un mago fornido y con barba, cuya cara le sonaba. Le saludó con vacilación:

.—B-buenos días —tartamudeó.

—¡Ron, soy yo, Harry!—dijo el mago. Ron lanzó un suspiro de alivio, pero el alivio desapareció al ver que Harry iba solo.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora