El fabricante de varitas

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Ron se sintió mareado. No podía creerse lo que había ocurrido. Dobby, aquel leal elfo que había intentado avisarles de lo que tramaba Lucius Malfoy en su segundo año, que había ayudado a Harry en su cuarto año con la segunda prueba, que les había ayudado con el E.D. indicándoles dónde estaba la Sala de los Menesteres y avisándoles de que venía Cara de Sapo y que acababa de salvarles la vida a todos... estaba muerto. Hace unos instantes estaba vivo y ahora estaba muerto. Miró a Hermione, y vio que una lágrima temblaba bajo sus párpados. Finalmente, tomó una decisión.

-Voy adentro a atender a Hermione. Vosotros mirad a ver si podéis ayudar a Harry-dijo a Bill, Fleur, Dean y Luna (que estaba vestida con un abrigo de Fleur, notó Ron).

Dicho esto, tomó a Hermione en brazos, la introdujo en la casa y la acostó en el sofá. La miró durante un rato, y sintió que se le partía el corazón al ver lo débil e indefensa que parecía. Intentó acariciarla, pero la chica hizo un gesto de dolor.

-L...lo siento-dijo Ron, muy cortado. No quería hacerte daño.

-N...no es nada-dijo Hermione con voz débil. -Es cosa de la maldición Cruciatus: hace que te duela el cuerpo durante horas, lo leí en la Guía de las Artes Oscuras.

Ron volvió a sentir deseos de hacer pedazos a Bellatrix Lestrange. Pensó en Harry, a la que aquella bruja había dejado sin lo más parecido que tenía a un padre. Pensó en su amigo Neville Longbottom, que había tenido que crecer sin padres por culpa de aquél monstruo con forma de mujer. Y ahora ese monstruo se había atrevido a ponerle la mano encima a Hermione.

-Cuando coja a Bellatrix...

-Te mantendrás apartado de ella-dijo Hermione con voz inquieta.

-Pero...

-Pero nada. Si intentas acercarte a ella, te matará ipso facto-y Ron notó que le temblaba la voz un poco. Iba a responder, pero en ese momento, entraron Bill, Fleur, Luna y Dean, que sostenía en brazos a Griphook.

-¿Harry está bien?-preguntó Ron.

-Está muy afectado pero bien-respondió Bill.

-Ahora mismo está cavándole una tumba a Dobby-dijo Luna. -Sin magia, con una pala.

Ron miró a Hermione, y ella le dijo:

-Ve a ayudar a Harry.

Ron quería quedarse con ella, pero Fleur le dijo:

—Ella estará bien, no te preocupes.

Salió al jardín, fue a buscar una pala y fue a donde estaba Harry, al final del jardín, entre los arbustos. Procuró no mirar al cadáver del elfo, que estaba cubierto con una chaqueta de Bill. Vio que Harry tenía en su rostro una expresión de dolor profundo y reconcentrado. Quería ayudarle, pero no estaba seguro de cómo. Poco después, se le unió Dean Thomas, también con una pala.

-¿Cómo está Hermione? -preguntó Harry al cabo de un rato.

-Mejor -dijo Ron-. Fleur se está ocupando de ella.

Bajaron al agujero que Harry había empezado a cavar y comenzaron a trabajar juntos en silencio hasta que el agujero pareció lo bastante profundo. Harry envolvió al elfo más cómodamente en su chaqueta. Ron se sentó en la orilla del sepulcro y se quitó los zapatos y calcetines que colocó en los pies desnudos del elfo. "Siento no poder darte nada mejor", pensó con tristeza. Dean sacó un sombrero de lana que Harry colocó cuidadosamente en la cabeza de Dobby, cubriendo sus orejas de murciélago. Ron vio entonces que se les acercaban Bill, Fleur y Luna. Para alivio suyo, vio que también venía Hermione, envuelta en un vestido prestado. Con dolor, Ron comprobó que apenas podía sostenerse, que Fleur casi la llevaba en brazos. Cuando llegaron hasta el lugar en el que estaban cavando, Hermione no dijo palabra: simplemente se le acercó y apoyó la cabeza en su hombro. Ron se sintió aterrado: no sabía qué hacer en situaciones como esa. No estaba acostumbrado a tener que consolar a alguien que hubiera pasado por una tortura así. Recordó que cuando Harry se había derrumbado junto al cadáver de Dumbledore, Ginny le había pasado una mano por el hombro y le había achuchado un poco y pensó que a lo mejor aquello funcionaba. Torpemente, le pasó una mano por el hombro a Hermione y la acarició suavemente en el brazo, mientras la achuchaba un poco. Aliviado, comprobó que la joven no se apartaba ni le decía nada, sino que se apretaba aún más contra su costado, como si nunca quisiera separarse de él.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora