La cierva plateada

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Ron se despertó de repente. Vio que había anochecido ya. "Mierda, me he quedado dormido. ¿Y si se han ido ya?" Se levantó y empezó a andar desesperadamente, llamando a sus amigos. Nadie respondió. Y no sólo eso:tras un buen rato de vagar sin rumbo, gritando: "¡Harry!¡Hermione!", sintió que la calidez que había esparcido la luz azulada al entrar en su corazón se enfriaba. Y poco después, vio una zona de la colina en la que la hierba estaba toda aplastada: era el sitio donde sus amigos habían acampado.

Se habían ido: otra vez los había perdido. Y una vez más era culpa suya, culpa de su debilidad por haberse quedado dormido. Se obligó a no echarse a llorar otra vez (¿cuántas veces había llorado en las últimas semanas?Había perdido la cuenta). Se apoyó contra un árbol, respiró hondo, y pensó:

"Veamos a ver. El Desiluminador me ha conducido al sitio en el que estaban Harry y Hermione, lo que pasa es que no he podido verles. A lo mejor, si lo enciendo otra vez..."

Y dicho y hecho. Ron sacó de nuevo el deluminador y volvió a encenderlo. Casi lloró de la emoción cuando vio la luz azulada aparecer de nuevo. Abrió los brazos como diciéndole: "ven aquí, te espero", y la luz, una vez más, flotó hacia su pecho. Y una vez más, Ron visualizó los rostros de sus amigos tan claramente como pudo, y se Desapareció.

Ahora estaba en medio de un gran bosque. También estaba todo cubierto de nieve, y el suelo estaba helado, pero a diferencia de la ladera de la colina, no hacía viento. Ron supuso que Harry y Hermione estarían dormidos, de modo que decidió dormir unas horas, a su vez, y si al amanecer no se habían ido aún, los buscaría aunque tuviera que recorrer el bosque palmo a palmo. Así, sacó de nuevo su saco, se metió en él, y se durmió.

Despertó pocas horas después. Tomó algo de la comida que le había dado Bill. Luego sacó el Desiluminador y lo encendió. La familiar luz azulada apareció de nuevo, pero esta vez no flotó hacia su pecho, sino que se quedó suspendida delante de él. Dio unos pasos hacia ella, y la luz se alejó poco a poco. Ron la siguió, mientras miraba a cada lado con la esperanza de ver a sus amigos. Finalmente, tras una larga caminata la luz se detuvo a poca distancia de una charca helada.

"¿Estarán aquí cerca?", pensó Ron, emocionado. "Seguro que sí. Me sentaré aquí a esperar si les veo". Apagó el Desiluminador, sacó su saco y se sentó.

Al atardecer, volvió a nevar. Ron se levantó y se puso a caminar para no quedarse helado, procurando no perder de vista la charca. Finalmente, anocheció. Ron encendió su varita, pero vio que no se veía apenas de todas formas. Encendió el Desiluminador otra vez, y una vez más la luz reapareció y se quedó flotando, sin entrar en su pecho. No obstante, el pelirrojo notó que volvía a sentir la calidez que le había proporcionado la luz, y con mayor intensidad.

"Algo va a ocurrir", pensó. Se acercó a la charca, apagó el Desiluminador una vez más, y se escondió detrás de un árbol a esperar a ver qué pasaba. Pasó un buen rato. Ron no habría podido decir si eran horas o minutos. Empezaba a pensar que tendría que aguardar a la mañana para que pudiera ver algo, cuando notó que algo se acercaba.

Era una luz. Una brillante luz plateada que se movía silenciosamente entre los árboles. Ron abrió los ojos y procuró ver qué era. Finalmente, pudo verla con claridad cuando pasó por debajo de un pequeño claro de luna. Era una cierva hecha de luz plateada, que caminaba silenciosamente, sin dejar huellas en la nieve. Ron supo al instante de qué se trataba.

"Un Patronus", pensó. "Eso es que hay alguien cerca". Y entonces recordó que el Patronus de Harry era un ciervo. Sintió que el corazón se le aceleraba. ¡Quizá su amigo estaba cerca! Finalmente, la cierva plateada se detuvo junto a la charca y se desvaneció.

Pero Ron no tuvo tiempo de lamentarse, porque entonces oyó una voz que gritaba: "¡Lumos!", y vio que una luz aparecía en el lugar, haciendo visible una figura humana que sostenía en alto una varita cuya punta estaba encendida. El hombre se acercó a la charca y la examinó a la luz de su varita. El reflejo de la luz en el hielo le permitió a Ron ver quién era aquella persona.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora