El ladrón

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Ron abrió los ojos y quedó deslumbrado por el verde y dorado; no tenía ni idea de lo que había sucedido, solo sabía que sentía un terrible dolor en su brazo izquierdo y que se sentía mareado y debilitado. Giró lentamente la cabeza hacia su izquierda (mareándose terriblemente) y pudo ver en primer lugar que estaba en medio de un bosque, en segundo lugar pudo ver a sus amigos que estaban cerca de él, recobrando su aspecto, y en tercer lugar, vio que tenía el brazo izquierdo todo empapado de sangre (lo que le hizo marearse aún más). Emitió un débil gemido. Oyó que Harry y Hermione hablaban, pero le parecía oírlos a mucha distancia, aunque estuvieran muy cerca de él.—¿Qué le ha pasado?—preguntó Harry.—Ha sufrido una Despartición —dijo Hermione, que se agachó y desgarró la manga izquierda de Ron. El pelirrojo miró de reojo, y pudo ver espantado que a su brazo izquierdo le faltaba un gran pedazo de carne, sacado limpiamente como si se hubiera usado un cuchillo.—Harry, rápido, en mi bolso hay una pequeña botella con la etiqueta 'Esencia de Díctamo...—El bolso... sí...Harry se apuró hacia el lugar donde había aterrizado Hermione y empezó a rebuscar en su interior. Ron se sentía cada vez más mareado, y el brazo le dolía horrores.—Rápido—pidió Hermione.Agarró su varita del suelo y la apuntó hacia el interior del bolso mágico.—¡Accio Díctamo!Sacó una botellita del bolso y volvió con rapidez junto a Hermione y Ron, que no veía nada porque tenía los ojos semicerrados pero lo oía todo.—Se ha desmayado —dijo Hermione. No era cierto, pero faltaba poco. Ron pudo oír que Hermione seguía hablando:—Destápala en mi lugar, Harry, me tiemblan las manos.Luego notó que Hermione le echaba algo en la herida. Le escocía terriblemente. Gimió, pero le pareció que no le habían oído.—Guau —dijo Harry.—Es todo lo que me siento segura de hacer —dijo Hermione temblorosa—. Hay hechizos que lo curarían completamente, pero no me atrevo a intentarlos por si acaso me salgan mal y cause más daño... Ya ha perdido tanta sangre...—¿Cómo se hirió? Quiero decir... ... ¿por qué estamos aquí? Creía que íbamos a volver a Grimmauld Place.Hermione inspiró profundamente, luego habló con voz estrangulada como si fuera a echarse a llorar (Ron sintió deseos de levantarse y abrazarla, pero no tenía fuerzas para nada)—Harry, no creo que vayamos a poder volver allí.—¿Qué estás...?—Cuando desaparecimos, Yaxley me agarró y no pude deshacerme de él, era demasiado fuerte, y todavía estaba sujeto cuando llegamos a Grimmauld Place. Y entonces... bueno, creo que debió haber visto la puerta y pensar que parábamos ahí, así que aflojó su agarre, conseguí apartarlo y nos traje aquí.—Pero entonces, ¿dónde está? Espera un momento... No querrás decir que está en Grimmauld Place, ¿no? No puede entrar allí, ¿verdad?Hubo una pausa, luego Hermione respondió.—Harry, creo que puede, yo... lo obligué a soltarme con una Maldición de Repulsión, pero ya le había metido dentro de la protección del encantamiento Fidelius. Desde que Dumbledore murió, hemos sido Guardianes de los Secretos, así que le desvelé el secreto, ¿verdad?"Tiene razón", pensó Ron. "Ahora ya no tenemos adónde ir, porque la casa estará vigilada. Si vamos, nos cogerán a los tres, y acabaremos en Azkaban" . Oyó que Hermione sollozaba débilmente, y eso le partió el corazón.—¡Harry, lo siento, lo siento tanto!—¡No seas tonta, no fue culpa tuya! Si acaso, fue mía...Oyó que Harry sacaba algo del bolsillo, aunque no pudo ver qué era. Oyó también que Hermione retrocedía.—Umbridge lo colocó en la puerta de su oficina, para espiar a la gente. No podía dejarlo allí... pero así fue como supieron que había intrusos—dijo Harry.Antes de que Hermione pudiera responder, Ron gimió y abrió los ojos. Se sentía horriblemente mal. Vio que lo que Harry sostenía en su mano era el ojo mágico de Ojoloco.—¿Cómo te sientes? —susurró Hermione.—Fatal —dijo Ron con voz ronca—. ¿Dónde estamos?—En el bosque donde celebraron la Copa Mundial de Quidditch —dijo Hermione—. Quería algún sitio apartado, oculto, y este fue...—... el primer lugar en el que pensaste —terminó Harry por ella, echando un vistazo alrededor al claro aparentemente desierto.—¿Crees que deberíamos movernos? —preguntó Ron a Harry, acordándose de cómo les habían encontrado en Tottenham Court Road a los pocos minutos de Aparecerse allí.—No sé—respondió Harry. Quedémonos aquí de momento —dijo Harry.Con expresión aliviada, Hermione se puso en pie.—¿A dónde vas? —preguntó Ron, que se levantó con dificultad ayudado por Harry y que sintió como si fuera a desmayarse.—Si nos quedamos, deberíamos poner algunos encantamientos protectores alrededor —respondió, y elevando su varita, empezó a caminar en un amplio círculo alrededor de Harry y Ron, murmurando encantamientos mientras avanzaba. Ron vio pequeñas perturbaciones en el aire que los rodeaba, era como si Hermione hubiese conjurado un viento cálido en el claro.—Salvio Hexia... Protego Totalum... Repello Muggletum... Muffliato... Podías sacar la tienda, Harry...—¿Tienda?—¡En el bolso!—En el... por supuesto —dijo Harry.Esta vez no se molestó en rebuscar en el interior, sino que usó otro Encantamiento Convocador. La tienda salió en un montón de bultos, con lonas, cuerda y palos. Ron sintió otra oleada de admiración por Hermione. ¿Es que había algo que no tuviera previsto?, pensó.—Creí que pertenecía a ese Perkins del Ministerio, ¿no? —preguntó Harry, empezando a desenredar las varillas de la tienda.—Aparentemente no la quiso de vuelta, tiene mucho lumbago —dijo Hermione, ahora realizando una complicada figura de ocho movimientos con su varita—, así que el padre de Ron dijo que me la podía llevar prestada. ¡Erecto! —añadió, apuntando con su varita a las deformadas lonas, que en un movimiento fluido se elevaron en el aire y se asentaron, completamente colocadas, en el suelo delante de Harry, de cuyas sorprendidas manos saltó una varilla, para aterrizar con un golpe sordo final en el extremo de un viento.—Cave Inimicum —terminó Hermione con una floritura hacia el cielo—. Esto es todo cuanto puedo hacer. Por lo menos, lo sabremos si se acercan. No puedo garantizar que mantenga fuera a Vol...—¡No pronuncies el nombre! —la cortó Ron, con voz áspera.Harry y Hermione se miraron el uno al otro.—Lo siento —dijo Ron, gimiendo un poco al elevarse para mirarlos—, pero se siente como una... una maldición o algo así. ¿No le podemos llamar Quien-tú-sabes, por favor?—Dumbledore decía que el miedo a un nombre... —empezó Harry.—Por si no lo has notado, amigo, llamar a Quien-tú-sabes por el nombre no le sirvió de mucho a Dumbledore al final. —le espetó Ron algo irritado, recordando cómo había acabado su antiguo director—. Sólo... sólo muéstrale a Quien-tú-sabes algo de respeto, ¿bueno?—¿Respeto? —repitió Harry, pero Hermione le lanzó una mirada de advertencia. Harry y Hermione medio llevaron, medio arrastraron a Ron hasta la entrada de la tienda. El interior era como un pequeño apartamento, completo con cuarto de baño y una pequeña cocina. Apartó a un lado un viejo sillón y bajó a Ron con cuidado a la cama de abajo de una litera. Incluso este pequeño recorrido había dejado a Ron más mareado y débil de lo que estaba, de modo que optó, cuando estuvo sobre el colchón, por cerrar los ojos y no habló durante un rato.—Haré algo de té —oyó que decía Hermione sin aliento. Luego la oyó trastear: estaba preparando el té. Finalmente, la chica le pasó la taza. Tomó un trago que le sentó muy bien: ya no se sentía tan mareado. Después de un minuto o dos, sin abrir todavía los ojos, Ron rompió el silencio. Acababa de acordarse de una cosa.—¿Qué crees que le pasó a los Cattermole?—preguntó muy preocupado.—Con algo de suerte, se habrán marchado —dijo Hermione—. Si el señor Cattermole fue capaz de pensar con claridad, habrá sacado a la señora Cattermole mediante Aparición Conjunta y ahora mismo estarán huyendo del país con sus hijos. Eso es lo que Harry le dijo que hiciese.—Vaya, espero que escapen —dijo Ron, abriendo los ojos y recostándose contra las almohadas.—. Aunque no me pareció que Reg Cattermole fuese tan ingenioso, por la forma en que todo el mundo me hablaba cuando era él. Dios, espero que lo consiguiesen... Si ambos acabasen en Azkaban por nuestra culpa...Pero no terminó: se fijó en la expresión de Hermione y en cómo le miraba. "Merlín, nunca me ha mirado así, con esa ternura", pensó el pelirrojo, que se sintió mucho más animado de repente. "Parece que he sacado algo de esto después de todo".—Así que, ¿lo cogiste? —preguntó Harry de repente.—Si cogí... ¿cogí qué? —dijo ella mirándolo fijamente.—¿Por que hemos pasado todo eso? ¡El guardapelo! ¿Dónde está?—¿Lo cogiste? —gritó Ron, elevándose un poco más sobre las almohadas. ¡Por lo menos habían conseguido su objetivo, eso era algo!—. ¡Nadie me dice nada! ¡Vaya, podríais haberlo mencionado!—Bueno, estábamos escapando de los mortífagos para salvar la vida, ¿no? —fijo Hermione—. Aquí está.Y sacó el guardapelo del bolsillo de sus ropas y se lo pasó a Ron. Era tan grande como un huevo de gallina. Una ornamentada letra S con muchas piedrecillas verdes incrustadas, destelló con un brillo apagado en la luz difusa que brillaba a través del techo de lona de la tienda.—¿No hay ninguna posibilidad de que alguien lo destruyera desde que estuvo en posesión de Kreacher?. Quiero decir, ¿estamos seguros de que todavía es un Horrocrux?—preguntó Ron con esperanza que no sentía, pues incluso él podía notar la magia maligna que albergaba ese objeto.—Eso creo —dijo Hermione, cogiéndolo de nuevo y examinándolo más cerca—. Habría alguna señal de daño si hubiese sido mágicamente destruido.Se lo pasó a Harry, que le dio vueltas entre los dedos. El guardapelo estaba en perfecto estado.—Creo que Kreacher tiene razón —dijo Harry—. Vamos a tener que descubrir cómo abrir esta cosa antes de poder destruirla.Ron vio que Harry intentaba abrir el guardapelo con los dedos, sin éxito. Luego lo intentó con un Alohomora: nada. Ron lo intentó a continuación, y luego Hermione, pero no tuvieron más éxito que él. Pero había algo más. Mientras tenía el guardapelo en la mano, Ron no sólo notó magia maligna. Notó que aquél chisme tenía "algo" dentro, como si fuera algo vivo, y había sentido una voz silbante dentro de su cabeza, aunque no había podido entender lo que decía.—Aunque, ¿puedes sentirlo? —preguntó Ron en voz muy baja, mientras lo sostenía apretadamente en su puño cerrado.—¿Qué quieres decir?Ron le pasó el Horrocrux a Harry, que lo estudió durante un tiempo.—¿Qué vamos a hacer con él? —preguntó Hermione.—Mantenerlo a salvo hasta que descubramos cómo destruirlo —respondió Harry, colgándose la cadena alrededor del cuello, dejando caer el guardapelo fuera de la vista bajo sus ropas.—Creo que deberíamos turnarnos para vigilar fuera de la tienda —añadió mirando a Hermione, levantándose y estirándose—. Y también tenemos que pensar en conseguir algo de comida. Tú te quedas aquí —añadió con dureza, cuando Ron intentó levantarse y sintió de nuevo aquél terrible mareo.Con el Chivatoscopio que Hermione le había dado a Harry por su cumpleaños colocado con cuidado sobre la mesa de la tienda, Harry y Hermione pasaron el resto del día compartiendo la tarea de vigilancia. Sin embargo, el chivatoscopio permaneció en silencio y quieto en su posición todo el día, y ya fuese por los encantamientos protectores y hechizos repeledores que Hermione había extendido a su alrededor, o porque la gente raramente se aventuraba por esa zona, su trozo de bosque permaneció desierto, sin contar a los pájaros o ardillas ocasionales. La tarde no trajo ningún cambio. Ron empezó a sentir hambre. Hermione no había guardado nada de comida en su bolso mágico, ya que había asumido que esa noche regresarían a Grimmauld Place, por lo que no tenían nada que comer salvo algunos champiñones salvajes que Hermione había recogido en los árboles cercanos y cocido en un cazo. Después de un par de cucharadas, Ron había alejado su porción con desagrado.El silencio que lo rodeaba fue roto por extraños crujidos y lo que sonó como ramitas rompiéndose: Harry agarró la varita con fuerza y se puso alerta, luego salió de nuevo a vigilar, mientras Ron y Hermione se quedaban hablando.-¿Cómo te sientes?-le preguntó la chica.

-Un poco mejor- le informó Ron. Trató de enderezarse ayudándose de sus almohadas para así poder tener una adecuada conversación, pero el mareo que empezó a sentir le hizo detenerse y parpadear varias veces. -Un poco mareado- añadió, cuando se dio cuenta que Hermione le estaba mirando con ojos muy abiertos.

-Probablemente es por la pérdida de sangre ... o el hambre. Apenas comiste algo en la cena. Debiste haber comido más. Te ayudará a recuperarte.

-Créeme, lo haría si pudiera- respondió Ron, que sentía náuseas de pensar en aquellas asquerosas setas. -Simplemente no creo que pueda retener nada en el estómago."

-Es normal sentir náuseas después de una despartición- le informó Hermione con un movimiento de cabeza. -Pero es como cuando tienes una resaca, no quieres comer, pero debes forzarte a hacerlo, porque sabes que te ayudará. Puedo intentar encontrar algunas setas si lo deseas...

Sin embargo Ron estaba más interesado en algo más que la comida. Se levantó un poco apoyándose en su codo, una sonrisa se dibujaba discretamente en su rostro.

-Espera, ¿es como cuando tú qué?

-Tienes una resaca- repitió Hermione.

-¿Y cómo, señorita Granger, sabe usted acerca de una resaca?-preguntó maliciosamente. ¿Acaso Doña Perfecta se había emborrachado alguna vez?

-Eres un mal pensado- le reprendió Hermione le regañó a la ligera. -Mi primo me lo contó.

-Sí, claro- dijo Ron sarcásticamente. Levantó su brazo sano para indicar comillas en el aire con los dedos. -Tu "primo".

Hermione solamente le lanzó una fulminante mirada. Je, je, je, la había pillado. Se rodó sobre el colchón, riendo a carcajadas.

-Cuando vayamos a Australia, conseguiremos que disfrutes y bebas.

Pero cuando Hermione iba a replicarle, se oyó de pronto un grito lanzado por Harry, y luego un sonido de algo que golpeaba contra la tela de la tienda. Hermione salió corriendo a ver qué pasaba, y Ron pudo oírla hablar:—¡Harry!—Sueño —dijo Harry—. Debí quedarme dormido, lo siento.—¡Sé que fue tu cicatriz! ¡Puedo verlo por tu expresión! Estabas viendo en la mente de Vol...—¡No digas su nombre! —le gritó Ron desde la tienda.—Bien —replicó Hermione—. ¡La mente de Quién-tú-sabes, entonces!—¡No quise hacer que sucediese! —dijo Harry—. ¡Fue un sueño! ¿Puedes tú controlar lo que sueñas, Hermione?—Si sólo aprendieses a aplicar la Oclumancia...—Ha encontrado a Gregorovitch, Hermione, y creo que lo ha matado, pero antes de hacerlo le leyó la mente a Gregorovitch y vi...—Creo que será mejor que me ocupe yo de la vigilancia si estás tan cansado que te estás quedando dormido —dijo Hermione fríamente.—¡Puedo terminar mi turno!—No, obviamente estás agotado.Harry se metió de vuelta en el interior, con cara de pocos amigos. Ron pudo verle trepar a la litera de arriba. Después de un rato, Ron habló en una voz tan baja que no le llegaría a Hermione, acurrucada en la entrada.—¿Qué está haciendo Quién-tú-sabes?—Encontró a Gregorovitch. Lo tenía atado. Lo estaba torturando.—No sé... es raro, ¿verdad?—Quería algo de Gregorovitch —dijo Harry, todavía con los ojos bien cerrados—. Le dijo que se lo diese, pero Gregorovitch dijo que se lo habían robado... y entonces... entonces...leyó la mente de Gregorovitch. Vi a un hombre joven posado en el alféizar de una ventana, que le lanzó un hechizo a Gregorovitch y saltó perdiéndose de vista. Lo robó, robó lo que fuese que Quién-tú-sabes buscaba. Y... creo que lo he visto en alguna parte...Los sonidos del bosque que los rodeaba estaban apagados dentro de la tienda; todo lo que se oía era la respiración de Ron, que después de un rato susurró:—¿No pudiste ver lo que el ladrón estaba agarrando?—No... debía ser algo pequeño.—¿Harry?Ron cambió de posición.—Harry, ¿no crees que Quién-tú-sabes está detrás de algo más para convertirlo en un Horrocrux?—No lo sé —dijo Harry despacio—. Quizás. ¿Pero no sería peligroso para él hacer otro? ¿No dijo Hermione que ya había llevado su alma hasta el límite?—Sí, pero tal vez no lo sabe.—Sí... tal vez —dijo Harry, con escasa convicción.Se hizo de nuevo el silencio. Viendo que su amigo no decía nada más, Ron se dio la vuelta sobre su lado derecho, cerró los ojos y se durmió.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora