Epílogo: 19 años después

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-¿Has visto, Hermione? He aparcado perfectamente. Y sin usar magia-dijo Ron muy orgulloso, mientras sacaba la llave del contacto.

-Vamos, papá, que te he visto sacar la varita disimuladamente para hacer que esos dos coches se separaran para dejarnos sitio-dijo desde el asiento de atrás un niño pelirrojo y pecoso con una risita.

-¡Hugo!¡No seas chivato!-dijo con severidad una niña de once años que iba sentada a la izquierda del niño.

-Eh, Rosie, que solo digo la verdad-dijo Hugo con mirada pícara.

-Vamos niños, no os peleéis-dijo Hermione mirando hacia atrás.-Vale, papá ha usado un poquito de magia, pero sólo un poquito. Lo ha hecho casi todo solo.

-Casi-dijo malévolamente Hugo, pero se calló ante el codazo que le dio Rose.

Ron miró con cariño a las dos mujeres de su vida, abrió la puerta del lado derecho del coche (N.B. recuerdo a mis lectores que en Inglaterra el conductor va a la derecha) y salió. Le abrió la puerta a Hermione, luego a los niños y luego abrió el maletero y sacó el baúl de Rose.

-¿Crees que tío Harry y tía Ginny habrán llegado ya?-preguntó Rose, abrochándose la túnica de Hogwarts, que llevaba puesta ya.

-Seguro que sí, siempre son muy puntuales-dijo Hermione.

Ron cogió uno de los carritos de equipaje que estaba en el aparcamiento de la estación londinense de Kings Cross y puso en él el baúl de Rose, y encima puso la jaula de Athena, su lechuza. Cruzaron el aparcamiento y entraron en la grandiosa y sombría estación.

-¿Estás nerviosa, princesa?-preguntó Ron a Rose

-Un poco, papá-admitió la niña.

-No te preocupes, Rose, que ya verás como te echas un novio en el tren. Como mamá y papá -dijo Hugo traviesamente, haciendo enrojecer a su hermana.

Fueron recorriendo la estación hasta llegar a la barrera que daba paso al andén 9 y 3 cuartos.

-¿Lista, Rose?

-Lista, papá.

Ron y la niña tomaron juntos el carrito, echaron a correr y atravesaron limpiamente la barrera. Hermione y Hugo se les unieron pocos instantes después. El andén nueve y tres cuartos estaba oscurecido por el vapor blanco que surgía del expreso escarlata de Hogwarts. Figuras confusas se movían como un enjambre a través de la neblina.

-¿Dónde están? -preguntó Rose, espiando hacia las nebulosas formas que pasaban mientras se abrían paso andén abajo.

-Los encontraremos -dijo Hermione.

Ron oteó con la mirada. Distinguió a Percy, que había ido a llevar a sus hijas Lucy y Molly. Un poco más allá, pudo ver a Ted Lupin, que hablaba animadamente con Victoire, la hija mayor de su hermano Bill. Y finalmente, los vio.

-Allí están, Rose-dijo Ron.

Se acercaron a un grupo de cuatro personas. Sus caras solo se enfocaron cuando Ron, Hermione, Rose y Hugo se les acercaron lo bastante.

-Hola, -saludó Albus Potter, el segundo hijo de Harry, que sonaba inmensamente aliviado. Rose le sonrió.

-¿Todo bien al aparcar entonces? -preguntó Ron a Harry-. Para mí, sí. Hermione no se creía que pudiera pasar un examen de conducir muggle, ¿verdad? Pensó que había Confundido al examinador.

-No, no es cierto, -dijo Hermione-. Tenía una fe absoluta en ti.

-Para que quede claro, le Confundí. -susurró Ron a Harry mientras juntos alzaban el baúl de Albus y la lechuza hasta el vagón-. Solo olvidé mirar por el retrovisor, y mira tú. Puedo utilizar un Encantamiento Supersensorial para eso.

Ron Weasley y las reliquias de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora