Ron Weasley y las reliquias de la muerte

Los siete Potters

"Espero que no tarden mucho", pensó Ron mientras volaban sobre Privet Drive a la espera de que Dedalus Diggle y Hestia Jones se llevaran de allí a los tíos de Harry. "Es muy cansado esto de estar volando en círculos".Afortunadamente, Dedalus y Hestia no tardaron en aparecer por la puerta de la casa de los Dursley, seguidos por estos. Se subieron al coche, que partió rápidamente.
-Tonks, sigue al coche de los Dursley-indicó Moody.-Cuando hayan llegado al punto de desaparición, vuélvete.
La metamorfomaga hizo lo que se le indicaba. Pocos minutos después, volvió.
-Ya está, Ojoloco.
-De acuerdo. Descendamos.
Ron se inclinó ligeramente hacia abajo e hizo descender su escoba voladora Cleansweep 11, hasta posarse suavemente en el jardín trasero de la casa de los Dursley. Vio que el resto del grupo se posaba también, y notó que estaban haciéndose visibles poco a poco a medida que los Encantamientos Desilusionadores perdían efecto. Justo en ese momento, la puerta se abrió, y Harry apareció por ella. Ron y Hermione sonrieron alegres y corrieron hacia su amigo, a quien saludaron cálidamente. Hagrid también se acercó a saludar.
-¿Todo bien, Harry? ¿Listo para partir?-dijo el semigigante.
-Definitivamente, sí-dijo Harry, sonriéndoles-.¡Pero no esperaba a tantos de vosotros!
-Cambio de planes-dijo Moody, acercándoseles-. Pongámonos a cubierto antes de hablar de ello.
Harry les condujo de vuelta a la cocina donde, riendo y charlando, se sentaron en sillas y sobre las encimeras, o se apoyaron contra sus impolutos aparatos. Kingsley y Remus se acercaron a la ventana para vigilar, mientras Tonks se sentaba sobre la lavadora y agitaba su anillo de casada hacia Harry. Harry iba a felicitarles a ella y a Remus, pero Moody les interrumpió, y se puso a explicarle a Harry la situación. Ron notó que su amigo se había quedado muy inquieto con las noticias que le traían, especialmente con la afirmación de que Pius Thicknesse creía haber conseguido acorralarle buena y apropiadamente.
-¿Entonces qué vamos a hacer? -preguntó Harry. Moody, entonces, pasó a explicarle el plan. Mientras, Ron echaba un vistazo con curiosidad a la cocina. Notó que estaba distinta de la última vez que habían estado en casa de Harry, y es que Petunia Dursley había comprado desde entonces nuevos electrodomésticos y muebles de cocina. Finalmente, Moody sacó de su capa un frasco de poción multijugos. Harry comprendió, y protestó ruidosamente contra lo que se proponían hacer.
-Les dije que te lo tomarías así, -dijo Hermione con un dejo de complacencia.
-¡Si creéis que voy a dejar que seis personas arriesguen sus vidas...!
-...porque es la primera vez para todos nosotros, -intervino Ron, que también se sospechaba que Harry reaccionaría de ese modo. Qué diablos, ¿para qué están los amigos si no? Viendo que sus protestas no tenían efecto, Harry cambió de estrategia y les recordó que si no les daba un poco de pelo, la poción multijugos no funcionaría.
"Vaya una tontería, Harry. ¿No se te ha ocurrido pensar que si no colaboras, te arrancaremos los pelos por la fuerza?", pensó Ron. George y Fred pensaban lo mismo, y así se lo hicieron ver a Harry.
-Si tiene que ser a la fuerza, entonces así será-dijo Moody severamente-. Todo el mundo aquí es mayor de edad, Potter, y están preparados para afrontar los riesgos...
Ron miró hacia Mundungus Fletcher, y le pareció notar que éste hacía un gesto de escepticismo. "Me parece que este muy preparado no está", pensó el pelirrojo. "No sé en qué piensa Ojoloco trayéndole". Viendo que su amigo seguía sin estar muy dispuesto, Ron se acercó a Harry, dispuesto a arrancarle unos pelos por la fuerza, si fuese necesario. Harry, no obstante, siguió protestando. Moody le cortó, insistiéndole una y otra vez en que le diera algunos cabellos. Harry miró fijamente a Ron, que le hizo una mueca al estilo hazlo-de-una-vez. Finalmente, Harry cedió, se arrancó unos pelos y se los pasó a Moody, que los echó al frasco de poción, el cual tomó un color dorado brillante.
-Ooh, pareces mucho más sabroso que Crabbe y Goyle, Harry, -dijo Hermione. Ron alzó las cejas con desagrado, ante lo cual Hermione intentó rectificar precipitadamente, diciendo que la poción de Goyle sabía a mocos (cosa que era cierta, pensó Ron, que había tomado esa poción unos años atrás para transformarse en Crabbe).
-Bien entonces, falsos Potter alineaos aquí, por favor, -dijo Moody.
Ron, Hermione, Fred, George y Fleur se alinearon delante del brillante fregadero de Tía Petunia.
-Nos falta uno, -dijo Lupin.
-Aqui, -dijo Hagrid roncamente, y alzó a Mundungus por el cogote y lo dejó caer junto a Fleur, que arrugó la nariz y se movió a la largo de la fila para quedar entre Fred y George. Intentó protestar, pero Moody volvió a cortarle, diciendo que más que los falsos Potter, serían los protectores los que más tuvieran que preocuparse. Mundungus no parecía particularmente tranquilizado, pero no dijo nada. Ron, por su parte, se quedó muy inquieto, puesto que entre los protectores estaban su padre y su hermano Bill, pero mientras pensaba esto, Moody ya estaba sacando media docena de vasos del tamaño de hueveras de su abrigo, que repartió, antes de verter un poco de Poción Multijugos en cada uno de ellos.
-Juntos, ya...
Ron bebió de un trago su poción, lo mismo que Hermoine, Fred, George, Fleur y Mundungus Fletcher. Notó enseguida que las ropas empezaban a quedarle grandes, y es que estaba menguando de estatura. Vio que sus hermanos también menguaban mientras que Hermione y Mundungus aumentaban de talla. Finalmente, la transformación quedó completada, y Ron vio que además de Harry había otros cinco Harrys en la sala. A unos les quedaba la ropa muy grande y a otros muy pequeña. Se miró en la puerta del microondas, y vio que él también tenía la cara de su amigo. También notó que de repente todo se veía borroso. George y Fred bromearon y Fleur se lamentó del aspecto que tenía. Moody, entonces, empezó a repartirles la ropa que debían ponerse.
Mientras se desvestía para ponerse la nueva ropa, Ron (que no pudo dejar de notar cierta incomodidad en el rostro de su amigo) se acordó de que Ginny había dicho que Harry tenía un tatuaje de un hipogrifo en el pecho. ¿Sería verdad? Seguro que no, pero ¿por qué no aprovechar para comprobarlo? Al quitarse la camiseta, se miró el pecho. No había ningún tatuaje en absoluto. Era una trola, por supuesto, pensó mientras se ponía la ropa. Tras terminar de vestirse, y ponerse las gafas (Hermione tenía razón, Harry tenía muy mal la vista), tomó una mochila y una jaula dentro de la cual había una lechuza disecada semejante a Hedwig, la lechuza de Harry. Cuando todos hubieron terminado, Moody empezó a distribuir las escoltas. Ron viajaría con Tonks en escoba, mientras que Hermione iría en thestral con Kingsley. Fred y George, por supuesto, no perdieron la ocasión de hacer su clásica bromita de hacerse pasar el uno por el otro, ganándose una reprimenda de Moody (justificada, en opinión de Ron). Hermione estaba muy complacida con no tener que volar en escoba, pero Ron pensó que habría preferido ser él quien viajara con ella. incluso si eso suponía poner su vida en peligro. Mientras, Moody siguió hablando:
-Creemos que los mortifagos esperarán que vayas en escoba. Snape ha tenido tiempo suficiente para contarles de ti lo que nunca antes ha mencionado, así que si topamos con algún mortifago, apostamos a que escogerá al Potter que parecezca a gusto en la escoba. Todo bien entonces, -siguió, atando el saco con la ropa de los falsos Potters y abriendo camino hacia la puerta-. Faltan tres minutos hasta la hora en la que se supone que debemos salir. No servirá de nada cerrar la puerta trasera, no mantendrá fuera a los mortífagos cuando vengan. Vamos...
Ron cogió su mochila, sujetó a ella su escoba voladora y salió con el resto del grupo. Vio que Harry cogía también la mochila, su Saeta de Fuego y la jaula de Hedwig y les seguía hacia el oscuro jardín trasero. Hagrid ya estaba allí, de pie junto a la motocicleta, con los guantes puestos. Harry se acomodó con gran dificultad en el sidecar, y Ron sonrió burlonamente al verle sentado en una postura incomodísima. Luego, se subió a la escoba, detrás de Nymphadora Tonks .
-Bien entonces, -dijo Moody-. Todo el mundo preparado, por favor. Quiero que todos salgamos exactamente al mismo tiempo o el efecto de la diversión se perderá.
-Agárrate fuerte, Ron, -dijo Tonks. Ron lanzó una mirada forzada y culpable a Lupin antes de colocar las manos a cada lado de la cintura de Tonks. Oyó que la motocicleta arrancaba.
-Buena suerte a todos, -gritó Moody-. Nos veremos más o menos en una hora en la Madriguera. A la de tres. Uno... dos... TRES.
Hubo un gran rugido proviniente de la motocicleta, y todos se elevaron por los aires. Ron miró hacia su amigo, que también estaba elevándose...
Y entonces, salidos de ninguna parte, de la nada, aparecieron, no dos o tres, sino por lo menos veinte o treinta mortífagos. Estaban rodeándoles por completo. Ron vio que se miraban unos a otros desconcertados, como si no se esperara que hubiera siete Harrys. Luego vio que Tonks sacaba su varita y se dirigía hacia un mortífago con una melena negra y un vestido negro.
-Hola, tiíta. ¿No quieres saludar a tu sobrina?-dijo en tono sarcástico.
Y Bellatrix Lestrange, pues de ella se trataba, lanzó un alarido de rabia y se lanzó tras ellos, junto con otros tres o cuatro mortífagos. Tonks, entonces, se agachó e hizo que la escoba saliera disparada hacia delante, alejándose del resto del grupo. Ron oyó gritos, y le pareció ver con el rabillo del ojo luces verdes. Pero no tuvo ocasión de pensar en si le habrían lanzado la maldición asesina a alguien, pues en ese momento oyó gritos de "Avada Kedavra" detrás de ellos, y vio rayos verdes que volaban a su alrededor.
-Tonks, ¿por qué la has provocado?-dijo Ron. -¡Ahora tenemos a Bellatrix detrás de nosotros!
-Porque gracias a eso no perseguirá a Harry. ¡Vamos, demuestra lo que sabes hacer con esa varita!-dijo en tono animoso.
Y Ron no perdió el tiempo. Sacó la varita y empezó a disparar todos los hechizos que le venían a la mente contra los mortífagos que les perseguían. No era fácil acertar, pero aun así, logró lanzarle un "Desmaius" a uno de los mortífagos, directo a la cabeza,derribándole de la escoba. Aquello no detuvo a los otros tres mortífagos, que siguieron disparándoles hechizos y maldiciones mientras volaban por encima de una carretera. Atravesaron un túnel, y los mortífagos se lanzaron detrás de ellos. En otro momento, un "Rodolphus, a la derecha, Rabastan, a la izquierda" que exclamó Bellatrix le hizo comprender que tenían tras de ellos a los tres Lestrange.
-¿Has oído eso, Tonks?
-Sí-dijo la metamorfomaga, dando un giro brusco para evitar una maldición asesina proveniente de su tía. -Además de mi querida tiíta, tengo a mis tiítos políticos persiguiéndonos.
La persecución continuó implacable. Ron intentaba lanzar un hechizo tras otro. Casi logró derribar a Rabastan Lestrange, pero este se sostuvo con dificultad. Después, Bellatrix (que no paraba de lanzar gritos de "traidora a la sangre" a Nymphadora Tonks mientras lanzaba constantes Avada Kedavras), hizo señas a su marido para que tratara de cortarles el paso. Grave error, porque cuando lo intentó, Nymphadora le lanzó un hechizo que causó que la escoba del mortífago saltara en pedazos, con lo que Rodolphus Lestrange cayó al suelo y se golpeó violentamente contra un arbol.
-¡Buena esa, Tonks!-aplaudió Ron.
-¡Cuidado, vamos a atravesar la barrera mágica!-dijo la metamorfomaga señalando a una especie de cúpula luminosa que había aparecido de repente delante de ellos. La atravesaron, y Ron sintió de repente como si hubieran atravesado una muralla de agua. Miró hacia atrás y vio que Bellatrix ya no les perseguía. Descendieron lentamente, y pudo ver que estaban cerca de la casa de tía Muriel. Y frente al portal estaba la mismísima tía Muriel, que empezó a agitar los brazos y a señalar una lata de aceite vieja.
-¡Aprisa, Ron!-dijo Tonks desmontando de la escoba y señalando a la lata.- ¡El traslador va a partir!
Y justo en ese momento, una luz azulada surgió de la lata, que giró sobre sí misma y desapareció de golpe.