#33

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Tenía que juntarme con él Pablo, a las 4 habíamos quedado, ojalá fuera esta vez.

–¡Josefa! —Gritó la Martina, enojada.

–¿Qué querís? —Dije, relax.

En ese momento abrió mi puerta con rabia.

–¿Me podís explicar dónde chucha dejaste el secador de pelo?

¿Qué huea? Se puso bélica por el secador, ésta anda con la regla.

–Está en mi cama...

–¡Cuando lo ocupís déjalo donde estaba! —Cerró la puerta de un portazo.

–¡Martina! —Le grité antes que no me escuchara.

Abrió mi puerta enojada.

–¿Qué huea?

–¿Andai con la regla? Porque sabís que ahí tengo predual.

Volvió a cerrar la puerta de un portazo.

La mina pesá, no sé como es mi hermana, demás es adoptada porque yo soy un amor. Sí, claro.

Me había bañado hace rato así que me voy a elegir mi atuendo más lindo pa' mi futuro pololo, ah ya.

No en volá, me puse unos pantalones y mi polera favorita, corta.

Me peine un poco y salí.

• • •

Llamando Maca...

¿Hola? -dije.

No se escucho nada, sólo el viento.

Corté.

Llamando Maca...

–¿Maca? ¿Qué huea?

Nuevamente no se escucha nada.

Corto.

Llamando Maca...

¿Qué huea me esta agarrando pal webeo?

Contesto.

–No es chistosa la huea.

Cortó.

¿Qué chucha?

Voy a llamar a su mamá pa cachar qué huea.

–Hola, tía ¿la Maca está bien?

–Hola Josefita, sí está súper bien; ¿pasó algo?

–Mh, no nada. Eso era tía.

–Ya pue, nos estamos viendo mi niña, cuidese.

–Usted también.

Corté.

Igual me preocupaba caleta, mi instinto animal me decía que le pasaba algo.

En ese momento llegó él amors de mi vida. Él Pablo.

Corrí a abrazarlo.

–¡Bebé! —Me dice él Pablo.

–¿Cómo estás mi wawa? —Sigo abrazandolo, no lo quería soltar por nada del mundo. Ah ya que mamona, pero en volá es verdad.

–Estoy como pa ti, ¿no creí? —Se muerde sensualmente su labio.

–Obvio que sí po. —Lo empujo.

–¡Te quiero! vamos a ir a comer sorpresas.

–¿Sorpresas? —Dije con cara de duda.

–Sí, ya vas a ver. —Me tomó la mano.

Caminamos hasta un Restaurant que estaba afuera del mall, y nos sentamos a esperar a la mesera.

–¿Qué vamos a comer? —Pregunté.

–Ya vas a ver oh, tranquila.

Llegó la mesera y nos pregunta que vamos a pedir.

–Un plato sorpresa para dos. —Le guiña el ojo.

La mesera asiente y se va a la cocina.

–¿Plato sorpresa? —Dije.

–¿Pliti sirprisi?

–Pesao' —Me crucé de brazos.

–Ya verás te dije, córtala.

En ese momento llega la mesera, con dos platos en forma de corazón.

De la nada salen dos tipos, uno era rubio de ojos cafés, y el otro también rubio pero de ojos verdes.

Me empiezan a cantar y me dan muchas rosas, todos me miraban y me daba vergüenza pero a la vez estaba feliz porque creo que ya sé pa' dónde iba la cosa.

Los minos terminan de cantar, él Pablo se para y se arrodilla.

–¿Josefa, quieres ser mi polola?

Confié en una maraca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora