#43

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A lo que terminó el carrete nos fuimos con él colombiano en su auto porque era mayor de edad y tenía licencia duh.

Él Jesús andaba terrible curao, mostró la hilacha todo el camino pero él Mariano se reía no más.

Él colombiano había tomado un poquito pero en condiciones aptas de manejo, o al menos eso nos dio a entender.

Yo iba sentada en la parte de atrás, él Jesús iba adelante.

—¡Subele el volumen! —dijo él Jesús.

—¡A ella le gusta la gasolina! —gritó él colombiano.

—¡Dame más gasolina! —gritó él Jesús.

—¡Bajen el volumen! —alegué.

Él culiao del colombiano le subió más.

—¡No sea aguafiestas Josefa! —dijo él colombiano.

—¡Bajale! —volví a alegar.

Él hueón no me pescaba y yo en mi volá estiré mi cuerpo e intenté bajarle.

Él colombiano perdió el control del auto tratando de quitar mi brazo y chocamos.

{• • •}

—¿Dónde estoy? —abrí los ojos y vi a mi mamá con la Martina mirándome.

—No hagas fuerza. Estás en la clínica. Tuviste un accidente. —respondió la Martina.

—¡Hijita! Me alegro mucho de que hayas despertado. Estuve muy asustada. —dijo mi mamá sonandose los mocos con un pañuelo.

—¿Qué onda? ¿Cómo pasó esto?

—Ayer... Chocaste, ibas con él Jesús. —dijo la Martina.

—¡Él Jesús! ¿dónde está? ¿le pasó algo?

En eso entra la enfermera y le pide a mi mamá con la Martina que se vayan porque me tiene que revisar.

Confié en una maraca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora