#55

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Reaccioné más rápido que Usain Bolt, y atiné a cerrar con pestillo.

—¡Pesá! —gritó él hueón

—¡Queríai violarme!

—Si te dejai no es violación. —se rió.

—Cállate, anda al living mejor.

—Me gusta conversar así, siento como si estuvieramos hablando por teléfono, ¿o es muy tonta la hueá que digo?

—Bien tonta. —me reí.

—Y tú erís bien pesá, me voy a buscar otra polola, chau.

—Ok, ¡vete y no vuelvas más! —dije con acento colombiano.

No me contesto nada por varios segundos.

—¿Ya te fuiste?

Me respondió otra vez su silencio.

Terminé de abrocharme el pantalón y abrí la puerta.

Y un Pablo cayó al suelo.

—Ahueonao. —me reí.

Se acostó y cerró los ojos.

—Ah, ¿te moriste?

Siguió sin contestar.

—Me voy a enojar. —lo miré y crucé los brazos.

Está vez sacó la lengua hacia el lado en señal de que estaba muerto.

—Erís bien idiota Pablo. —me subí arriba de él. —¿No me vas a pescar?

Cuando iba a volver a abrir la boca después de varios segundos sin respuesta un Pablo salvaje me apretó fuertemente con sus dos brazos.

—Te amo caleta, jamás me iría con otra mina. —me sujetó las mejillas.

—¿Y pa' qué te picai? —rodé los ojos.

—Porque te amo. —me dio muchos piquitos seguidos.

—Media excusa. —dije cuando paró.

—Te veís preciosa. —me tomó los dos brazos y está vez él estaba arriba mío.

—Oye si pesai. —me reí.

—Tú igual y no me quejo. —se defendió.

—Te pasai. —miré hacia la derecha.

—Gordita más linda. —me corrió la cara y me dio un beso, está vez largo, de mi gusto po.

—Me encanta pasar tiempo contigo, la verdad creo que me hacís más feliz que salir a carretear. —me reí.

—Dejate alma de la fiesta.

—Siempre po, el viernes iré a un carrete con una compañera, ¿te tinca ir?

—¿Estay segura que querí que vaya?

—Obvio po.

—No sé, yo digo que te podría molestar cuando te cagué tus pelambres. —puso una sonrisa burlona en su rostro.

—¿De verdad pensaríai qué yo sería capaz de cagar a semejante bombón? —me volví a subir yo arriba de él.

—Obvio, a veces se cambia sendo bombón por un alka.

—Que erís hueón. —me reí y le di besitos por el cuello.

—Sé que jamás me cagarás porque confío en ti. —me acarició la cabeza.

—Más te vale. —le di un beso largo.

—Me quedaría a culear contigo pero tenemos que ir a ver la película, son las cuatro.

—¿A culear? ¡patuo culiao! —le tiré el pelo despacito.

—Ni uno menos. —se secó una lágrima falsa.

—Ya vamos oh. —me paré y lo ayudé a pararse.

—Voy a sacar las llaves de la casa y vamos.

Salí de mi pieza y él me siguió.

—Tenís el medio poto.

—¡Córtala! —me di vuelta para que no mirara mis panes.

—¡Si es verdad po! —se rió.

—¡Camina!—avancé por la pared terrible exagerá sí.

—Dame un besito. —se acercó y me tomó la cintura.

Le di su besito, y el muy patuo bajó la mano y me dio un agarrón.

—Le voy a decir esta huea a mi mamá, esperate no más, te va a tener mala para siempre, nunca más vay a venir a mi casa, olvidate de ser el yerno preferido, las perdiste todas con mi mami.

Él sólo sonrió con esa sonrisa que a mí me gustaba tanto por la chucha.

Aquí nadie se ha enamorado ah.

Confié en una maraca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora