#62

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Pasó una semana y ni señales de humito dejó él Pablo.

Na' que hacerle, fue.

Aunque ahora que lo pienso por último me hubiera terminao' por Whatsapp él culiao.

Ya pico, fue.

Fue...

Me acosté en mi cama y cerré los ojos.

[• • •]

—Así te quería ver maraca culiá.

—¿Qué huea? —me di vuelta.

—Así te quería ver po, sola por maraca.

—¿Maraca yo? la que se comió a mi pololo fuiste vo.

—Ay Josefa, un mino no se me va a negar, y te recuerdo que te cagaste al Pablito con ese rucio, que bien mino que está, deberíai pasar el número. —se rió.

—¿Cómo sabís esa huea? Ni siquiera me lo cagué ahueoná.

—¿Y tú de verdad pensaste que la Emilia había mandado la foto?

—¿Fuiste vo?

—¿Yo? —se rió. —No linda, no fui yo. Pero me hubiera encantado sí, no lo voy a negar.

—¿Y quién fue?

—Piensa... Él Pablo no te contestó cuando le preguntaste si confiaba en ella... Es más, se hizo el hueón.

—¿Y tú cómo mierda sabís eso?

—Porque esto es un sueño ahueoná culiá.

[• • •]

Desperté.

—¿Vai a tomar once o no? —me preguntó la Martina.

—Eh, sí. —me pasé las manos por la cara.

¿Qué chucha?

Me levanté y fui al baño a lavarme la cara.

¿Qué se habrá significado esta huea? La Valeria... Él Pablo, no sé.

Ah, estoy puro webeando, si ya terminamos con ese culiao, mente culiá que sueña hueás.

Me sequé la cara y bajé a tomar once.

—Josefa anda a comprar sal donde la vieja pesá.

—Pucha pensé que estaba lista la once, he sido engañada. —me amurré y recibí la plata.

—Traeme la más barata.

—Ya oh. —cerré la puerta de la casa.

Me fui pateando las piedras y cachando de que año eran las monedas.

Cuando llegué al negocio la vieja pesá estaba peleando con su hijo que también atiende el negocio, la hueoná es más amargá que la chucha.

—¿Qué busca? —me preguntó él mino.

—Sal.

—Tengo estas dos. —me apuntó las hueas.

—Dame la más barata no más.

Envolvió la sal en una bolsa y me pasó el vuelto.

—Que te vaya bien.

—Vale, a ti igual. —le respondí.

Salí del negocio y afuera estaba él Joaquín con dos ahueonaos.

Puta que paja, la única huea que me faltaba.

Me hice la hueona y salí sin mirarlo.

—¡Buena Joaco, ahí va tu polola! —lo webearon sus amigos.

Me seguí haciendo la hueona no más y caminé hasta mi casa.

Cuando iba a abrir la reja caché que el ahueonao del Joaquín estaba atrás mío.

—¡Mierda! me asusté conchetumare. —dije recogiendo la bolsa culiá que se me cayó del susto.

—Le dai color, no soy tan feo.

—Harto feo erís, ¿qué querí?

—Ahora po...

Me di la vuelta e iba a entrar a mi casa.

—Ya, no po... si es webeo, oye. —me tomó el brazo.

—¿Qué?

—¿Podemos hablar un ratito?

—Ahora no puedo, voy a tomar once.

—¿Te tinca hablar más tarde en la plaza?

—Ya dale.

—Nos vemos entonces. —me tomó la cara y me dio un beso rápido en la frente.

—¡No te pongai patuo sí po culiao!

—Ya oh, gritona... nos vemos. —se pusó los audífonos y se fue.

¿y éste que huea quiere?

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2017 ⏰

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