Prólogo
La sonrisa de oreja a oreja. El dolor desde pies a cabeza. Así vivió ___ desde los 13 años. No sabía la magnitud de las palabras hasta que comenzaron a llover los insultos en su nueva escuela de ese momento. Todas las chicas eran un tipo de muñecas, unas perfectas modelos adolescentes. Rubias, altas, de ojos azules. Ella, en cambio, una morena, ojos verdes claros, de estatura media y muy tímida. Su primer año fue el peor. Apenas llegó, sus compañeros de clase no la dejaban respirar. Se burlaban de ella por su sencillez, buenas acciones y excelentes calificaciones. Su única liberación era esconderse en el baño de la escuela o salir corriendo sola y sentarse en una de las escaleras lejanas a su salón. No tenía amigos, excepto su vecino nuevo, Nicholas, un chico tímido, serio y muy centrado. Siempre se preocupaba de invitarla a caminar después de clase cuando ambos podían. Nadie sabía sobre el acoso que ___ sufría en el aula de esa cárcel, excepto su almohada, en la que lloraba todas las noches sin que se dieran cuenta sus dos hermanas pequeñas, quienes dormían con ella. Nick era su segundo yo. Le confiaba todo, menos sus más oscuros secretos. No quiso nunca hacerle cargar un peso más a su madre, quien ese mismo año sufrió un ataque depresivo por la pérdida de su esposo, en un accidente automovilístico.Nick tenía 16 años, bastante mayor para una chica de 13, quien sentía cosas por él. Cuatro años después, ___ desarrolló un desorden alimenticio, por las burlas de sus compañeras de clase. Quién sabía que un “Estoy bien” guardaría un gran y oscuro momento, o que se convertiría en una mentira difícil de descubrir…
