Cada vez que despierto, lo hago deseando que todo hubiera sido un mal sueño. Pero al mirarme al espejo me veo tan vacío, me siento tan vacío. Bajo las escaleras y me encuentro con la realidad, con esa mierda que duele tanto. Dios, cómo la quiero de vuelta. Siempre espero encontrarla en la cocina haciendo el desayuno, sentada en el sofá o a mi lado cuando despierto. Aún puedo oír su voz, su risa, esa música que me llenaba todos los días. Pero aquí estoy, solo. Bueno, casi. Veo a mi padre en el jardín, con su infaltable cigarrillo en la mano. Camino hacia él y le hago compañía. No hablamos por unos minutos, hasta que me miró a los ojos y me sonrió. Le pedí un cigarrillo, pero no dijo nada, solo me extendió uno. Tal vez está siendo amable. Sé que si se lo hubiera pedido dos meses antes, no lo hubiera hecho.
-Papá, sabes que no tienes que quedarte conmigo -digo
-Solo te estoy cuidando hijo. No quiero que hagas alguna tontería -dice serio- Han pasado dos meses y sigues vivo, me impresionas. Por eso quiero estar contigo. Además, nunca habíamos estado tan cerca.
Asentí. Recordé cuando conoció a ___ y juntos cenamos. El día en que me di cuenta de lo que ella escondía. No puedo evitar el temblor en mis labios cuando esas imágenes vuelven a mi mente.
-Está bien llorar, Nick -me dice mi padre, acariciando mi espalda
-No estoy llorando -trato de tragar mis lágrimas e ignorar el nudo en mi garganta
-Hijo, hacerte el fuerte no te sienta bien. No te guardes todo ese sufrimiento. Entiendo lo que te pasa. Cuando tu madre murió, mi mundo se vino abajo. Incluso pensé en terminar con todo, pues ella era lo único que yo amaba tanto. Pero estabas tú, y me dije que tenía que seguir adelante por ti. Eres mi única fuerza ahora, Nicholas. No quiero que te vayas de mi lado. Estamos para ayudarnos, ¿lo recuerdas?
Asiento, y rompo en llanto cuando se acerca y me abraza. Nunca le dije a ___ que mi madre había muerto. No quería que sintiera lástima o algo así.
-Ella me contó que su padre había muerto, y desde pequeña pensaba que era su culpa. Su padre se separó de su madre y comenzó a beber. Lo encontraron muerto en su apartamento.
Mi padre hace una mueca de pena, mezclada con dolor.
-Su escuela era un infierno para ella. O no le prestaban atención, o la insultaban. Y para qué nombrar lo que vino después -mi voz se quiebra
-Pero tú la hiciste muy feliz, Nick. Debes reconocerlo.
-Lo sé, pero ella me hacía feliz a mí también. Éramos el uno para el otro. Ella... -paro un segundo- Ella lo era todo para mí. Pensaba en casarme con ella, papá. Esa es la verdad.
Mi padre se sorprende.
-Vaya -dice
-Nunca debí conducir ese auto. Nunca debí forzarla a salir, maldición -cubro mi cara con mis manos
-Nicholas, no es tu culpa -dice mi padre
-Es difícil creer que no, papá. Muy difícil -digo, entre lágrimas
-Oh, hijo -me voltea y me abraza.
Es cierto. Nunca debí salir de casa con ella. Oh, maldición. Esto me está matando. La necesito. La necesito tanto. Merezco estar como ella. Hay espacio para los dos allí bajo tierra. Merezco estar muerto. No valgo la pena. No vale la pena vivir si no es con ella. Mierda, te extraño tanto.