Caliente como el agua.

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Llegué a casa más tarde de lo común. Eran las 2:30pm. Solía llegar una hora antes, pero me dejaron en castigo, junto a la perra de Sophie. Uno que otro insulto voló a través de los salones que tuvimos que limpiar. Cuando llegué, mi madre me reprochó. Ella no tenía idea de nada, pedí que no la llamaran. Fue difícil, pero lo conseguí.

-¿Qué sucedió en la escuela? ¿Vas a comer algo? -se acercó a mí y me tocó, pensando que me había roto un hueso

-Nada, mamá. Tuve una discusión con una chica y me dejaron en castigo, pero nada grave, créeme -dije, desinteresada- Y no. No tengo hambre, gracias.

-Nick vino a buscarte hace un rato, pensó que estabas en casa, así que sube a tu habitación y llámalo, debe estar preocupado -me sonríe. Le sonrío de vuelta.

Subo a mi habitación, lanzo mi mochila al piso y agarro el teléfono. Melanie y Lindsay estaban jugando con sus muñecas. Ojalá yo pudiera ser como esas. Deshecho ese absurdo pensamiento y me concentro en llamar a Nick. Logro oír tres veces el pitido del teléfono, cuando luego, escucho una grave voz del otro lado. No es Nick.

-¿Hola? -me dice el hombre en tono frío. Comienzo a asustarme

-Hola... Soy.... Soy ___. ¿Donde está Nick?

-¡Ah, ___! -dice con agrado- Nick me ha hablado mucho de ti. Soy Patrick, su padre. Nick está en la ducha, así que mejor llamas en algunos minutos, ¿Está bien?

-Está bien -digo, sonriendo

-Adiós, un gusto hablarte, ___ -y cuelga

Dios... Nick en la ducha... ¿Como será? Me lo imagino con un abdomen esculpido, hombros anchos y grandes brazos... Muy grandes brazos, tiene unos muy grandes brazos y unas manos grandes también, aunque sus dedos son algo pequeños, pero me gustan. Me imagino deslizando mis manos enjabonadas por todo su cuerpo, o él tomándome allí, bajo el chorro de agua. Santo Dios, ___, contrólate. Me sorprendo por mis pensamientos y dejo de fantasear cuando escucho el teléfono sonar. Debe ser Nick. Contesto y sí, efectivamente es él.

-Supe que mi querido padre contestó el teléfono antes que yo -ríe. Su risa es contagiosa y empiezo a reir yo también

Miré hacia la ventana y ahí estaba él, mirándome... Solo con una toalla amarrada a las caderas, un poco más abajo. ¡Por el amor de Dios! Estaba algo lejos para notar bien su aspecto, pero lo suficientemente cerca para percatarme de una pequeña V que se creaba abajo de sus abdominales. Sentía que no podía respirar por un momento, y mis manos y piernas se debilitaron tanto que casi dejo caer el teléfono... Y mi cuerpo entero.

-Sí. Se nota que es un hombre entretenido -digo, con la voz temblorosa

-De tal padre, tal hijo, dicen por ahí -su voz es orgullosa

Oh Dios, es tan perfecto. ¿Sería su padre así de atractivo también cuando era joven? 

-Fui a buscarte hace una hora y no estabas. Quería invitarte a que cenáramos fuera esta vez, junto a mi padre, llegó hoy. Le dije que eras mi novia y quiso conocerte.

¡Su novia! Oh Dios.

-¿No te molesta que vaya a las ocho? -me dijo divertido, al ver mi congelada expresión

-No, tranquilo. Te veo -le sonrío

-Bien. Te veo, linda -cuelga, me lanza un beso y lo veo desaparecer en el baño de su habitación. 

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