Algo de familia.

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Bajo las escaleras y, por un segundo, todos me miran. Me cohibo de inmediato y siento que mis mejillas arden. Nick se acerca y toma mi mano para recibirme. Se aproxima demasiado

-Te ves hermosa -susurra en mi oreja

Le sonrío, enrojecida. Mi madre me abraza, luego Tom y Darling y mis hermanas pequeñas.

-Te tengo una sorpresa, hija -me dice mi madre

Por favor, no me gustan las sorpresas. Me alteran los nervios.

Me guía hacia el comedor y ahí está sentada una chica. Por Dios, no puede ser. 

-¿Amy? -susurro, casi sin voz

Amy fue mi mejor amiga en la primaria. La única que tenía. Desde que ella se cambió de escuela, nunca dejamos de hablar. De hecho, ayer me envió un mensaje deseándome un feliz cumpleaños, pero no nos habíamos vuelto a ver, ella vive en Arizona. Me saluda con una amplia sonrisa dibujada en su rostro. Chillo y la abrazo, casi llorando y dando pequeños saltos.

-Pero... ¿Qué haces aquí? ¿Cómo llegaste? ¿Dónde te estás quedando? ¿Cuando....?

-Cálmate un poco, ¿quieres? -ríe

-¿Te teñiste el cabello? -le pregunto, tocando un pechón de pelo que cuelga sobre su hombro

-Sí, me cansé del negro

Ambas reímos y nos dirigimos a la sala de estar, en donde estaban todos

-¿Donde se están quedando chicos? -pregunto, mirando a Tom y Darling

-Estamos con tu madre, y Amy también se queda allí con nosotros

-Gracias por venir, de verdad. No saben cuanto me alegra -nada me quita la sonrisa de la cara

-Todo es gracias a Nick y a tu madre -dice Tom

Miro a Nick, lo beso rápidamente y luego miro a mi madre y le sonrío. Gracias. 

Toda la tarde nos la pasamos hablando sobre nuestras vidas -sin dar mayor detalle de la mía, claro-. Fue increíble. Cuando todos se fueron y solo quedamos Nick y yo, eran alrededor de las once y cuarto. Cuando estaba por subir las escaleras, Nick me toma por sorpresa y me gira suavemente.

-Tengo un último regalo para ti esperando allá arriba, ¿quieres verlo? -dice, en voz baja, casi un susurro

-Claro -digo, temblando. Es mi novio, pero a veces resulta intimidante.

Mientras subíamos las escaleras, me decía que no abriera los ojos cuando llegáramos a la puerta de nuestra habitación. Cuando estoy de frente a la puerta, lo miro.

-¿Lista? -me sonríe

Asiento. Cierro los ojos y siento que la puerta se abre. Demonios, ¿Qué será?.

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