Me despierto y Nick no está a mi lado. Cuando me muevo para sentarme, un dolor punzante se hace presente entre mis muslos, y mis piernas se sienten pesadas cuando camino hacia el baño para cepillarme los dientes y mojarme la cara un poco. Cuando finalizo, Nick está sentado en la cama, mirándome tiernamente. Me uno a él, y apoyo mi cabeza en su hombro. Dejo salir un suspiro y Nick besa mi cabello.
-¿Te sientes bien? -pregunta sobre mi cabello
-Claro, excepto por el hecho de que un chico con una gran polla me folló anoche y apenas puedo moverme -bromeo
Nick ríe. Su risa. Es música para mí, música que siempre debí escuchar.
-Tu sangre sobre el edredón lo dice todo
Palidezco. ¿Sangre? Miro por encima de la cama y compruebo que he sangrado. Demonios. Mi sangre es más oscura que el color del edredón. Me ruborizo al encontrarme con la mirada despreocupada de Nick.
-Lo lamento -susurro
-No importa. Ya sabré que hacer con ello -me sonríe, me besa en los labios y se levanta, caminando hasta la puerta.
-¿Quieres comer algo? -me pregunta
Asiento con la cabeza y cierra la puerta tras él. Cuando miro mi teléfono, veo la fecha y la hora; catorce de Febrero, 9:45. Trato de recordar dónde dejé el regalo que le compré a Nick hace unos días, y en eso lo descubro en el pequeño cajón de la mesita de noche. Espero que le guste...