Estoy sobre una suave superficie, pero no quiero abrir los ojos. Tal vez sé lo que me espera. Despierto lentamente, intentando estar calmado, pero al notar que ___ no está a mi lado, me siento inmediatamente, tratando de buscarla por la habitación, por más ridículo que sea. Sin notarlo al comienzo, el doctor Frank me estaba mirando.
-Nick -se acerca y me da un abrazo
-Dígame que no es lo que pienso, por favor -escucho que mi voz comienza a quebrarse
El doctor Frank suspira.
-No es lo que piensas... -dice, pero sé que miente
-Ahora dígame la verdad, por favor -estoy a punto de romper en lágrimas
Suspira nuevamente.
-Estaba muy débil como para seguir respirando, Nick. Debes entenderlo.
Empiezo a llorar. Oh, mierda. No puedo creerlo. No, no es posible.
-Vamos afuera, te serviré un café -me dice, y puedo escuchar el pesar en su voz.
Sinceramente, no siento fuerzas para levantarme, pero lo hago de todas maneras. Ya afuera, me siento en una banca mientras me trae el café que dijo. Veo que él también tomará uno. Empiezo a recordar lo mucho que lloré ayer cuando me dijo que era casi imposible que ___ se recuperara. Su cuerpo estaba destrozado por dentro, los latidos de su corazón eran más débiles cada vez, y la anemia empeoraba todo. No había salida. El doctor Frank se sienta a mi lado, pero no dejo de llorar, aún con el presente.
-Maldición, es mi culpa -digo, incapaz de contener las lágrimas
-No, no la es, Nick.
-Claro que sí. Yo iba conduciendo, yo la maté.
-Nunca más digas eso -dice el doctor, muy serio
-Es la verdad -digo, llorando
Frank me acaricia la espalda, pero es imposible calmarme.
-Eres un gran chico, y lo sabes. Tú me contaste todo, ¿recuerdas?
Asiento sin ganas.
-Salvé tantas veces su vida, y no entiendo como pude causarle esto -trago mi culpa, aunque se hace difícil ignorarla
-Nick, tú hiciste que dejara de herirse, hiciste que esas cicatrices se borraran, e intentaste detener sus desórdenes.
-Intenté -lo miro, queriendo que entienda lo que siento- Eso es. Intenté, pero no pude conseguirlo -mi voz se quiebra
Frank suspira y lo miro confundido. Pasa su mano por su frente.
-Necesito decirte algo, Nick -dice, preocupado
-¿Sí? -casi grito
-___... Ella murió ésta madrugada, y al examinar su cuerpo... -me mira, dolido- Estaba embarazada de apenas una o dos semanas -suspira
¿Qué?
Lo miro, sin poder creer lo que decía. Rompo en llanto inmediatamente.
-Lo siento, la verdad, pero el feto no hubiera podido nacer. ___ inducía el vomito tantas veces que esa criatura estaba muriendo.
Asiento, ahogado en lágrimas.
-Entiendo -mi voz es pequeña
-Nick, en serio lo lamento, pero ahora tienes que ser fuerte... Por ella, por su familia y la tuya. Ya viste como todos vinieron a verla. Será mejor que vayas y les digas esto. ¿Quieres que te vaya a dejar?
Asiento, agradecido.
-Está bien. Vamos, chico.
Camino con él hasta el estacionamiento, nos subimos a su coche. Todo el camino a casa pensé en ella, en lo que hice. Tendríamos un hijo, maldición. No puedo creerlo. No sé como le explicaré esto a su madre. Llego a casa, y cuando entro, me siento mareado. Está su madre llorando, Darling tratando de no hacerlo, Tom trata de calmarlas y mi padre, quien cuando me ve, se lanza a mí. Supongo que el doctor Frank les avisó antes de que yo despertara esta mañana.
-Nick, hijo mío -me abraza mi padre, y no puedo evitar romper en llanto- Ven, siéntate.
Me siento a su lado.
-Es mi culpa -susurro
-No, no la es, Nick -dice Tom, con la voz temblorosa- La culpa es de ese gran hijo de perra que conducía el bus. No frenó y los chocó. Maldito bastardo.
-Tom -dice Darling, y asiente en su dirección
-No debí dejar que esto pasara -digo.
-Nick, tú la cuidaste muy bien. El doctor Frank me explicó todo lo que le estaba pasando, incluso antes de esto. Sigo sin poder creer como la sacaste de todo eso. Gracias por haberlo hecho. Sin ti... Mi hija no hubiera sido tan feliz. Nick, la salvaste, aún antes de esto. Y gracias -su madre me toma la mano y la acaricia lentamente.
Una lágrima se desliza por mi rostro.
-Nick, está bien. No llores -Darling se levanta y me abraza por la espalda. Deja un suave beso en mi mejilla, pero no logro contener las lágrimas.
-Es que la extraño tanto -comienzo a llorar- Es tan difícil no poder tener sus besos, no poder ver su sonrisa, no poder sentir su cuerpo, sus abrazos. No poder escuchar su voz... No poder estar con ella -se me forma un nudo en la garganta, y segundos después, estoy llorando como un niño sobre la mesa. Mi padre acaricia mi espalda, pero la verdad es que no consigo deshacerme de la culpa, del dolor. No puedo. Sinceramente no sé si podré seguir adelante.
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