Mi Propia Tumba.

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Entramos a la oficina del señor Paul. Una voz grave nos indica que tomemos asiento. Aún no puedo verlo, pero luego aparece detrás del mostrador. Es un hombre alto, cabello levantado, barba de unos días, espalda ancha y brazos grandes, como los de Nick. Parecía de 27 años o más tal vez. Se sienta y le tiende la mano a Darling, y luego a mí.

-Hola, un gusto -dice. Tiene la voz algo aguda, pero no tanto.

No quedamos mirando por unos segundos y aprecio sus ojos verdeazulados brillantes.

-Doctor Paul -logro pronunciar

-Llámame Kevin, por favor. Mi nombre es Paul Kevin, pero llámame Kevin -me sonríe

-Está bien -le sonrío

-Vinimos de parte de la doctora Lorena, dijo que usted podría ayudarnos

-Ah, Lorena, pues claro, en lo que necesiten. Y trátenme como si fuera un chico más, en serio. Solo tengo veintiseis -bromea

Reímos tímidas.

-Ahora díganme, ¿Qué sucede? -cruza sus dedos encima de la mesa

-Bueno... Hace unos días he estado sintiendo algunos síntomas de lo que pensé podría ser un embarazo, pero resultó no serlo

-¿Y por qué te envió aquí? -pregunta confundido

-Porque probablemente podría ser un problema de nutrición -suspiro

-Bien... Agradecería que me dieras algunos datos tuyos -sacó una hoja y una pluma

-Claro -digo

Le doy mi nombre, edad y otras cosas típicas.

-¿Me dirías cuales son los síntomas que sentías? -pregunta, preparándose para escribir

-Mh.. Mareos, jaquecas, me desmayé una vez y he vomitado mucho, mucho -soy sincera otra vez

Se queda pensando un momento y luego llama a un asistente y le dice cosas que no alcanzo a oír.

-¿Me acompañarías adentro? -me pregunta

Asiento y lo sigo. Entro a una habitación amplia, donde se encuentra una camilla con maquinas a su alrededor, un escritorio, instrumentos de medición y una pesa. No te veía hace un tiempo, querida amiga.

-Será más fácil si te quedaras en ropa interior para poder hacerte estos examenes -dice tranquilo

-Claro -mi voz es pequeña

Rápidamente quito mi ropa y me dirijo hacia él. Me mira de arriba a abajo.

-Te noto delgada, mucho para tu edad -dice preocupado- Por favor, párate aquí -me indica un lugar delante de un medidor de estatura.

-Un metro, setenta y cuatro centímetros. Tu altura está normal, no tienes que preocuparte -me sonríe tiernamente

Le sonrío desanimada. Es cuidadoso y tierno con todo y es bastante, bastante atractivo. Lentamente me lleva hacia la pesa. Oh, no. Me paro sobre ella, esperando por el feo resultado. Su sonrisa se deshace por completo cuando ve el número marcado.

-Pesas solo treinta y cuatro kilos, ___-dice, muy serio y preocupado

-¿Es malo? -pregunto

-No malo... Es muy, muy malo. ¿Como es que aún puedes mantenerte en pie?

Agacho mi cabeza.

-Querida, ¿Sabes lo que esto puede significar?

Niego con la cabeza, culpable otra vez.

-Podrías padecer anorexia si sigues a este ritmo

Me paralizo. ¿Qué?

-Antes yo... Tenía bulimia. Intenté vomitar un par de veces más, pero luego no pude comer tranquila -mi voz se tambalea

Kevin respira pesadamente

-¿Por qué lo hiciste? Eres hermosa, no deberías haber comenzado

-Fue casi imposible evitarlo -estoy a punto de romper en lágrimas

-Vas a salir de esto, te lo prometo. Te haré un examen de sangre por si acaso, y enviaré estos datos para que me hagan un análisis. Lo resultados estarán en dos días. Puedes venir a esta misma hora, ¿Sí?

-Claro -digo, débil, temblando asustada.

-Puedes ponerte los jeans, nena. En seguida vengo -dice, saliendo por la puerta

Mi cabeza cae entre mis manos. Oh, mierda. Qué he hecho. Qué carajo me he hecho. He cavado mi propia tumba.

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