—¡A la mierda!
Cuando Marco levantó la vista del carburador estropeado que tenía en la mano, vio que Mario estaba dándole patadas a la llanta del Pontiac GTO que llevaba una hora haciéndolo soltar maldiciones.
Reus se acercó a él, limpiándose la grasa de las manos con un trapo que llevaba en el bolsillo.
—Eh, eh, cálmate, hombre. Aquí nunca pegamos a las damas. ¿Qué pasa?
Mario se pasó las manos por el pelo.
—Es esta basura. ¡Es una mierda! —exclamó, señalando el coche.
Marco abrió mucho los ojos, como si estuviera escandalizado. Apoyó las manos en la puerta del conductor del vehículo color naranja ahumado.
—No lo escuches, nena —le susurró al coche—. No lo dice en serio.
—Paso. —Mario negó con la cabeza—. Me rindo.
Marco frunció el cejo y apoyó el antebrazo en el techo del coche.
—¿Pasas? —repitió en tono provocador—. ¿Vas a rendirte tan fácilmente?
—No —exclamó su amigo, poniéndose a la defensiva—. Es que no... no puedo bajar el carburador ; sigue disparado y... Joder, André, ¡quita esa mierda de música!
El involucrado se acercó rápidamente al equipo de música y bajó la música de los Foo Fighters hasta que sólo fueron un murmullo de fondo.
Él siguió mirando fijamente a Mario, sabiendo que, detrás de su mal humor, había algo más Gotze se volvió, esquivando la mirada escrutadora de su amigo, abrió una lata de Coca-Cola y se la bebió a grandes tragos. Cuando se la hubo terminado, se acercó a la pared y apoyó la espalda en ella, dejándose resbalar hasta el suelo. Miró un instante a Marco a los ojos y luego dijo en voz baja:
—Tengo bajo el azúcar, bro.
A Mario le habían diagnosticado hipoglucemia cuando era niño. Normalmente lograba mantener los niveles de azúcar en sangre dentro de lo normal, pero cuando le bajaban se ponía insoportable. Marco se metió la mano en el bolsillo trasero, sacó una bolsita de mini Oreos y se la lanzó a su amigo.
Este se metió una en la boca y gimió de placer. Le ofreció la bolsa y Reus cogió un par.
—Bueno, ¿y qué más te pasa? —le preguntó tras unos instantes de disfrutar de las Oreo en silencio. Mario rehuyó de nuevo su mirada y Reus se sentó en el suelo, a su lado—. ¿Desde cuándo tenemos secretos, Mario?
—No tengo secretos —respondió él, negando con la cabeza. Parecía agotado—. Sabes todo lo que hay.
—¿Ah, sí? Pues si sé todo lo que hay, ¿por qué no me has contado que has vuelto a esnifar regularmente?
Mario siguió con la vista clavada en el suelo, entre sus pies.
—Es sólo en plan recreativo.
—Pensaba que ibas a dejar esa mierda —replicó Marco, exasperado.
—Lo sé. Lo intenté; sabes que lo hice. Pero es que me ayuda a sobrellevarlo, bro. —Se frotó la cara con gesto soñoliento—. No... no duermo bien. La verdad es que no he vuelto a dormir una noche entera desde... desde que ella... Bro, esto me ayuda a seguir adelante.
A Marco se le encogió el estómago al ver a su amigo incapaz de hablar de la mujer que le había roto el corazón. Se lo veía tan perdido... Le dio un leve empujón con el hombro.
—Ya sabes que puedes contar conmigo si quieres hablar de Liz...
Mario levantó la cabeza bruscamente.

ESTÁS LEYENDO
Debt of love--Marco Reus
FanfictionCuando la vida te arranca lo que más amas o nunca te da nadie a quien amar. Ella tiene el corazón roto por el dolor de perder una familia. Él intenta sobrevivir a la falta de cariño y al rechazo de todos incluidos aquellos que debieron amarlo ...