La conspiración descubierta

256 24 22
                                        




Al día siguiente por la tarde, la casa estaba abarrotada. Los camareros contratados para la ocasión ofrecían entrantes y champán. Sofia observaba a su madre, que se movía con soltura entre los invitados, con una sonrisa en la cara y aparentemente cómoda. Se había criado en una familia de políticos y se había casado con uno de los senadores más jóvenes que había tenido el país, así que no era de extrañar que se sintiera a gusto en ese tipo de actos.

Mats, Cathy, Lena y Thorgan habían llegado y se habían fundido en un torbellino de besos y abrazos con ella y con Nina. Mientras So los veía intercambiar frases de cortesía con el resto de los invitados, le llamó la atención lo cercanas que parecían estar su madre y Lena. Ya se había fijado durante su cena de cumpleaños, pero ahora, al ver cómo se abrazaban e intercambiaban susurros, le pareció que en algún momento se habían hecho amigas.

—¿Cómo estás? —preguntó So, besando a Lena en la mejilla.

—Bien —respondió ella, mirando de reojo a su prometido, que parecía encontrarse francamente a disgusto—. ¿Y tú? ¿Alguna novedad?

—Nada interesante. —So se miró el pie y lo movió de lado a lado, mientras se ruborizaba bajo la mirada escrutadora de su amiga.

—¿Hay algo que quieras contarme? —le preguntó Lena, ladeando la cabeza.

—Ahora mismo, no —respondió ella con firmeza, aunque luego suavizó sus palabras con una sonrisilla, para no parecer tan a la defensiva. No estaba segura de haberlo conseguido. Le apetecía mucho compartir sus novedades con Lena, pero algo —algo que la dejaba helada por dentro— se lo impedía.

Su abuela era la única persona en la que confiaba lo suficiente como para hablarle de sus sentimientos por Marco. La tranquila conversación que había tenido a escondidas con su abuela la noche anterior, cuando se fueron a dormir, no había tenido nada que ver con las charlas que mantenía con nadie más. Había sido una conversación fácil, abierta y llena de risas. —. Y tú ¿qué me cuentas? ¿Qué novedades tienes? —le preguntó con una sonrisa—. Te he echado de menos.

Ella había suspirado mientras tiraba de un hilo suelto de su pantalón.

—Yo también te he echado mucho de menos, Abu. Estoy bien. Muy ocupada.

La abuela había suspirado.

—Nena, sé cuándo mi nieta no está bien.

Ella se había echado a reír sin mucha convicción y se había rodeado la cintura con el brazo que le quedaba libre.

—Es complicado.

—¿Y qué parte de la vida no lo es? —replicó Nina con una sonrisa comprensiva—. Cariño, te quiero mucho, y me gustaría ayudarte si está en mi mano.

—Gracias.

—Sé que tu madre se preocupa mucho por ti. Y es normal. Es su papel como madre.

—Lo sé —admitió, con un suspiro exasperado—, pero se pasa. Se preocupa demasiado. Soy una mujer adulta. Tomo mis propias decisiones y sé cuidar de mí misma.

—No lo dudo, cariño. Siempre has sido muy fuerte. Como tu padre.

—¿Y tozuda como mi madre? —preguntó ella con ironía.

Nina se echó a reír.

—Sin duda. —Guardó silencio unos instantes—. Sé que Eva está muy preocupada por tu nuevo trabajo, pero yo me siento muy orgullosa de ti. Espero que sepas que puedes hablar conmigo de lo que quieras. Confío en ti plenamente, mi ángel.

So había cerrado los ojos y había apoyado la cabeza en el respaldo. Sabía que estaba diciendo la verdad.

—Yo... yo estoy... —se había llevado la mano a la frente, tratando de calmar el dolor de cabeza que sentía detrás de los ojos—. Dios, ni siquiera sé por dónde empezar.

Debt of love--Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora