Melocotones

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El lunes por la mañana no llegaba nunca. Mientras esperaba, Marco se dedicó a liberar toda su energía y sus nervios en el saco de boxeo que Manuel le sujetaba delante de la cara. Este estaba callado observando hasta que se detuvo y empezó la charla

-- ¿Cuanto tiempo has estado aquí? --preguntó cuidadoso

--¿Eso a que viene? -- Marco se puso en guardia, secándose el sudor  cuidadoso de no lastimarse más el amoratado rostro

-- Necesito alguna información sobre el matasanos y yo apenas voy seis meses en este hotel de lujo--ironizó, llevándose la mano al cabello nervioso

-- Casi año y medio-- su voz se ensombreció-- y aun quedan 19 maravilloso meses-- se volvió a pasar la toalla por el cabello-- Pues es un completo imbécil, que abusa de su poder , si quieres mi humilde opinión- rió de su comentario.

-- Vaya parece que no te simpatiza ¿algo que desees compartir? es para una misión especial-- Manuel trato de darle un tomo humorístico a su apunte pero Reus se le quedo viendo interrogante

-- ¿Y si te lo cuento, vas a creerme o solo te burlaras como hacen todos?-- le dirigió una mirada penetrante y bajando la cabeza en busca de la botella de agua

-- Totalmente- se puso la mano en el corazón y contuvo el aliento

--Ese tipo es un narcotraficante, que soborna a los adictos para que hagan el trabajo sucio aquí adentro, pero no tengo pruebas--dijo a la defensiva

-- Comprendo-- dijo Manuel-- ¿tendrá algún cómplice?  

-- Quizás, pero mi sospechas pueden causarme más golpes y no gracias, paso-- hizo un ademan de defensa, guiñándole un ojo divertido

--  No Emma, es inocente- Manuel salto ante el comentario, esa chica se estaba metiendo muy dentro suyo y no iba a permitir que nada la lastimara, ni siquera los rumores

-- Tranquilo, entiendo ¿es tu chica no?-- su voz sonaba muy natural y despreocupada

-- Es mi amiga, como tú eres "amigo" de la maestra---sonrió divertido

-- Correcto Neuer, lo entiendo, pues mucha suerte con ella, es linda. -- pero nadie igual a mi Melocotones-- pensó divertido. -- Confió en ti para atrapar al santurrón de bata blanca.

-- Lo prometo, ese cabrón va a pagar-- se levantó y empezó a recoger sus cosas, se detuvo un momento y dijo--Suerte Reus y que la poesía te quite ese carácter tan feo. 


El domingo por la tarde lo dejaron entrar en la biblioteca de la cárcel. Tras enterarse por medio de un locuaz Robert de qué obra estaban trabajando en clase, Reus fue a buscar un ejemplar de El mercader de Venecia. Ya había leído la obra anteriormente, conocía los personajes y la trama, pero cuando acabó de mirarse los análisis, sabía que estaba listo para cualquier pregunta que Melocotones quisiera hacerle.

Cuando ella entró en la sala de siempre, Reus estaba ya sentado a la mesa. Joder, qué guapa estaba. Llevaba el pelo suelto y unas suaves ondas le enmarcaban la cara. A él le encantaba su pelo, pero todavía más le gustaba verle el rostro, y le molestó un poco que el pelo se lo ocultara. Se cruzó de brazos para reprimir el impulso de apartárselo y colocárselo detrás de las orejas.

—Buenas tardes, señorita Krull. ¿Qué tal está hoy?

Ella se quedó inmóvil, perpleja.

—Estoy bien. ¿Y tú?

—Oh, estupendamente. —«Sobre todo ahora que te veo», pensó.

—Bien, hoy vamos a empezar con Shakespeare —anunció So, mirándolo con cautela, mientras sacaba de la bolsa todo el material para la clase y lo distribuía ordenadamente en la mesa, en medio de los dos.

Debt of love--Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora