Sofia soltó la bolsa junto a la puerta antes de pulsar el botón del contestador automático. Inmediatamente oyó la voz de su madre, que hablaba en tono seco e insistente.-Supongo que sigues sana y salva, aunque no he sabido nada de ti desde el sábado. Espero que no te hayas olvidado de que vienes a cenar a casa esta noche. Si no estás aquí a las siete, enviaré a Hans para asegurarme de que estás bien. Adiós.
So suspiró y le dio a la tecla de devolver la llamada, dejando el teléfono en modo altavoz.
-¿Sofia? -La voz preocupada de su madre llenó el salón.
-Sí, mamá, soy yo. Estoy viva, de una pieza y estaré en tu casa a las siete, así que puedes cancelar la partida de búsqueda.
La noche anterior tuvo otro sueño está vez se había tratado de un sueño distinto. No había hombres sin rostro ni arena húmeda, pero su padre también aparecía en él. No paraba de susurrarle algo, aunque por más que lo intentaba, no lograba acercarse lo suficiente a él para oírlo. En ese momento, el chico encapuchado apareció y tiró de ella para llevársela de allí.
Igual que había pasado aquel fatídico día.
Para ella seguía siendo un extraño -tanto en el sueño como fuera de él-, tras haber desaparecido sin dejar rastro por la puerta del edificio donde la había abrazado mientras ella lloraba por su padre.
Con toda probabilidad, tanto la policía como su madre pensaron que había perdido juicio cuando les contó que un desconocido encapuchado se la había llevado a rastras para impedir que viera cómo mataban a su padre de una paliza una fría y húmeda noche en vía pública.
Lo único que sabía de él era que se trataba de un chico, casi un niño, pues no tendría muchos más años que ella. Pero no lo encontró. A pesar de todo, continuaba habitando su subconsciente, donde seguía apartándola con desesperación de su padre.
Una hora y media más tarde, cansada y frustrada, Sofia se sentaba a la mesa de su madre y trataba de aliviar un poco la tremenda tensión que se respiraba en la estancia. Pero era una batalla perdida. Lo había sido desde que consiguió el trabajo en Kill. Sin embargo, esforzándose para no contagiarse de la apatía de su madre,
So intentó transmitir entusiasmo al explicarles -a ella y a Hans, su pareja desde hacía diez años- lo bien que iban las clases, lo mucho que se esforzaban los alumnos pero su madre no se molestó en ocultar su desprecio.
Aunque ella la quería y trataba de entender su punto de vista, la mujer seguía teniendo graves prejuicios respecto a los criminales y lo que se debería hacer con ellos. Y por mucho que intentaba calmar sus miedos, no lo conseguía. Pensar en su hija cerca de esos hombres, dándoles clases, la ponía enferma.
Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, la cena fue tan tensa e incómoda como todas. Finalmente, se excusó diciendo que tenía deberes que corregir y se marchó temprano.
Al llegar a su apartamento, encontró un mensaje en la contestadora
-Señorita Krull, soy Michael Ballack . Quería avisarla de que mañana se incorporará a sus clases un nuevo recluso. Es un hombre... difícil, pero estoy seguro de que todo irá bien. Ya se lo explicaré por la mañana. Que pase una buena noche.
Ella se quedó mirando el contestador.
«¿Un nuevo recluso? ¿Difícil?»
En ese momento empezó a reproducirse un nuevo mensaje.
-¡Hola, Krull! -exclamó la voz de Lena-. ¡Soy yo! Sólo recordarte que pronto es mi cumpleaños. Y eso significa vino. Y comida. ¿Y he mencionado ya el vino?

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Debt of love--Marco Reus
Fiksi PenggemarCuando la vida te arranca lo que más amas o nunca te da nadie a quien amar. Ella tiene el corazón roto por el dolor de perder una familia. Él intenta sobrevivir a la falta de cariño y al rechazo de todos incluidos aquellos que debieron amarlo ...