Marco James Reus, recluso de la institución penitenciaria River Kill, dirigió una sonrisa socarrona al guardia de prisiones que llevaba diez minutos pidiéndole su número de preso. Decir que el comportamiento insolente y la expresión divertida de Reus estaban poniendo nervioso al guardia calvo y con sobrepeso era quedarse muy corto. El tipo casi sacaba espuma por la boca.Era viernes y pasaban cinco minutos de la hora de salida del guardia.
Razón de más para comportarse como un cabrón.
El hombre se pasó la mano por la nuca rechoncha con impaciencia y lo miró entornando sus ojos cansados.
—Escucha —le advirtió en un tono de voz amenazador, que sin duda era tan eficaz como un cuchillo en el cuello para otros reclusos—, es muy sencillo. Tú me dices el número, yo lo anoto en el formulario que tengo que completar para el psicólogo y me voy a mi casa.
Reus alzó una ceja, desafiante, y se quedó mirando a aquel tipo asqueroso.
Sin prestarle atención, el guardia se echó hacia atrás en la silla giratoria y siguió hablando.
—Si no me das el número, mi mujer se enojara. Y entonces yo tendré que explicarle que un reo me ha hecho esperar. Entonces se enfadará aún más y me gritará que los desgraciados como tú están aquí comiendo y respirando gracias a nuestros impuestos. —Se echó hacia delante y añadió—: Así que, por última vez: el número.
Marco miró con indiferencia la mano del guardia, que había empezado a apretar la macana que llevaba colgada del cinturón, y soltó el aire en un suspiro largo y aburrido. Si hubiera sido otro día, no le habría importado que el idiota lo intentara.No sería la primera vez y habría recibido la paliza con una sonrisa en los labios. Pero ese día no estaba de humor.
—Cero ocho uno cero cinco seis —respondió indiferente, aunque no pudo resistirse a guiñarle un ojo al final.
El guardia frunció el cejo con rabia y anotó el número en el formulario. Luego se desplazó sin levantarse de la silla y se lo entregó a una joven auxiliar administrativa. El gordo de mierda era demasiado perezoso hasta para levantarse y dar seis pasos.
Reus esperó mientras la chica tecleaba el número que llevaba siendo su sobrenombre durante los últimos diecinueve meses. Sabía lo que aparecería cuando se abriera su historial: robo de coches, posesión de armas peligrosas, posesión de drogas, alteración del orden público por ir borracho..., entre otras cosas. Contrariamente a lo que se creía por ahí, Marco no estaba orgulloso de esa lista de delitos y faltas que ocupaba dos pantallas llenas. Sin embargo, le daba una identidad propia, algo que había estado buscando a ciegas durante sus veintisiete años de vida. De hecho, seguía buscándola y, hasta que no la encontrara, esa lista era lo único que tenía.
Al carajo.
Se pasó la mano por el pelo. Estaba harto de pensar en ello.
El sonido de alguien rasgando el papel que salía de la vieja impresora lo devolvió a la realidad.
—Bien, señor Reus —dijo el guardia, suspirando—, parece que va a quedarse con nosotros diecisiete meses más. Es lo que pasa cuando te pescan con cocaína.
—No era mía —replicó él sin emoción.
El guardia le dirigió una mirada de falsa compasión antes de echarse a reír.
—Qué pena.
Reus no respondió. No valía la pena. Si no metía la pata, obtendría la libertad condicional en semanas. Con brusquedad, le arrebató el formulario de la mano.

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Debt of love--Marco Reus
FanfictionCuando la vida te arranca lo que más amas o nunca te da nadie a quien amar. Ella tiene el corazón roto por el dolor de perder una familia. Él intenta sobrevivir a la falta de cariño y al rechazo de todos incluidos aquellos que debieron amarlo ...