—¡Cabrón!
--¡Hijo de puta!
--¡Zorra!Marco se detuvo en seco y se incorporó lentamente, deteniendo el juego al sostener en alto la pelota de baloncesto con su mano. Miró a Robert con la ceja alzada.
Éste, que estaba jadeando por el esfuerzo, tenía los dientes apretados y las mejillas muy rojas. Se quedó mirando a Robert sin decir nada durante al menos veinte segundos, hasta que su amigo le devolvió la mirada.
—¿Qué demonios estás esperando? —refunfuñó Robert, incorporándose un poco.
—¿Acabas de llamarme «zorra»?
Rob se incorporó todo lo que le dio de sí la espalda y le dirigió una mirada amenazadora. Inspiró hondo por la nariz y miró a los otros dos reclusos que estaban jugando con ellos un partido vibrante, casi violento, durante los últimos cuarenta minutos. Los dos hombres empezaron a moverse inquietos de un lado a otro. Rob se volvió hacia Marco.
—Sí —respondió desafiante, alzando la barbilla—. Lo he hecho. ¿Qué pasa?
Marco frunció el cejo y sonrió.
—Nada, sólo quería asegurarme —replicó, antes de pasarle la pelota sobre la cabeza de Rob a su compañero Robin, que la recibió y la lanzó como un auténtico profesional.
El balón pasó limpiamente, sin rozar el aro, haciéndoles ganar el partido por dos puntos.
—¡VAMOS! —bramó Marco con los puños apretados. Se dirigió hacia Robin, lo agarró bruscamente por el cuello y le frotó la cabeza con los nudillos con un poco más de vigor del necesario—. ¡ÉSTE ES MI HOMBRE!
—¡Eres un jodido tramposo! —le gritó Rob, apuntándolo con el dedo—. Tú... ¡has hecho trampas!
Reus se echó a reír y negó con la cabeza tras soltar a un Robin que parecía aliviado—. Perder sin dignidad ni elegancia no es atractivo, Lewandoski —comentó, dirigiéndose hacia él.
—¿Ah, no? —le preguntó Rob, con la lengua apoyada en la parte interior derecha de la boca—. Pues a lo mejor yo no tengo dignidad ni elegancia, pero lo que sí tengo es un puño para tu cara y un pie para tu trasero tramposo.
Marco se detuvo a media zancada, captó el brillo en los ojos de Lewandoski e, instantes después, estaba corriendo por el patio como si lo persiguiera el mismo demonio, mientras su amigo lo perseguía .
—¡Ven aquí, mariquita! —gritaba, persiguiendo a Reus bajo las miradas incrédulas de reclusos y guardias.
Éste respiraba con dificultad mientras corría en zigzag para esquivar el ataque de su amigo, sin poder ocultar una enorme sonrisa. Pero la felicidad y la satisfacción que sentía se cortaron en seco al darse cuenta de que había llegado a un rincón sin salida y que se encontraba entre un muro de ladrillo y un gigantón que se acercaba. Se volvió hacia él para rendirse y pedirle clemencia, pero sintió que el aire lo abandonaba en un grito estrangulado, cuando Rob se abalanzó sobre él. Éste le hizo una llave de lucha libre y, agarrándolo por el cuello, tiró de él hasta el centro del patio.
Marco se resistía, gruñendo y clavando los talones en el suelo, lo que provocó las risas y gritos de todos, guardias incluidos, al ver al rebelde preso que no paraba de insultar y maldecir a través de una garganta casi aplastada.
—Rob —suplicó casi sin aliento, tratando de librarse del antebrazo que lo ahogaba.
—¿Lo sientes, dices? —preguntó el otro en voz alta—. No hablo el idioma de los jodidos tramposos. Tendrás que hablar más claro.
A pesar de la situación, Marco no pudo aguantarse la risa.
—¡Robert! —Lo agarró por la muñeca—. ¡Bro, por favor! Yo... ¡Joder, Robert! ¡Lo siento!

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Debt of love--Marco Reus
FanfictionCuando la vida te arranca lo que más amas o nunca te da nadie a quien amar. Ella tiene el corazón roto por el dolor de perder una familia. Él intenta sobrevivir a la falta de cariño y al rechazo de todos incluidos aquellos que debieron amarlo ...