Promesas rotas

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Sofia se despertó al oír un ruido. Parecía que alguien estuviese aporreando la puerta de la casa de Nina. Marco se movió un poco y suspiró, sin apartar el brazo que tenía protectoramente alrededor de la cintura de la chica. No la había soltado en toda la noche. No habían hecho nada, aparte de acurrucarse, a pesar de que les hubiera apetecido hacer otras cosas.

Pero había algo distinto en él. Algo había cambiado. Algo inmenso e irrevocable que le asomaba por los ojos. Algo demasiado grande para tratarlo en ese momento.

Con la cara medio cubierta por la almohada, So echó un vistazo al reloj, que la informó de que eran las diez de la mañana. ¿Cómo habían podido dormir tanto? Ni siquiera recordaba haberse quedado dormida.

—¿Quién está metiendo tanto ruido? —refunfuñó Marco contra la nuca de ella, mientras presionaba su deliciosa erección matutina contra su trasero—.Que se callen de una vez y me dejen dormir. —Bostezó—. Estaba teniendo un sueño increíble.

So se echó a reír y se dio la vuelta. Con una sonrisa, le acarició la entrepierna.

—Ya veo lo bueno que era.

Reus suspiró y adelantó las caderas hacia su mano.

—No finjas que no te gusta.

Ella frunció el cejo cuando los golpes en la puerta cesaron y se oyeron voces en el vestíbulo.

Marco también frunció el cejo y se apoyó en el antebrazo para oír mejor.

—Pero ¿qué pasa?

Sofia sacudió la cabeza, tratando de librarse del mal presagio que la estaba invadiendo.

—No tengo ni idea.

Él se puso en guardia enseguida, adoptando una actitud cautelosa y protectora.

—Iré a ver.

—No. —So le apoyó una mano en el hombro, mientras retiraba el edredón con la otra—. Iré yo.

—Melocotones —murmuró Marco, con un brillo de enfado en la mirada.

—No pasa nada, sólo...

—¡SOFIA KRULL!

La burbuja que habían construido a su alrededor explotó apocalípticamente cuando la voz retumbó al otro lado de la puerta. Ella sintió un escalofrío de terror y se notó lágrimas en los ojos. Eran lágrimas de miedo, pero también de rabia.

—Mamá.

—¿Qué? —Marco se atragantó y se levantó de un salto, con los ojos muy abiertos—. ¿Tu... tu madre?

Ella asintió lenta y mecánicamente, agarrando el edredón con fuerza.

—¡SOFIA, sal ahora mismo! ¡Sé que estás ahí con él!

Ella cerró los ojos. No se atrevía a mirar a Marco por miedo a sentir la necesidad de salir de la habitación y obligar a su madre a que se callara a bofetadas.

—Eva, cálmate —les llegó la voz de Nina por debajo de la puerta.

—No pienso calmarme. ¿Cómo has podido meterlo en tu casa? ¿Cómo has permitido que pasara esto bajo tu techo?

—Pues precisamente porque es mi techo, Eva. Soy tu madre y no tengo que darte explicaciones.

Se hizo el silencio, mientras el tono ácido de las palabras de Nina crepitaba en el aire.

—Será mejor que me vaya —murmuró Marco, rodeando la cama.

A So se le cayó el alma a los pies.

Debt of love--Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora