Debt of love--Marco Reus

Despertar juntos

Va para rofair00 Felicidades ;)

Cuando Sofia abrió los ojos, inmediatamente tuvo claras dos cosas. La primera, que no estaba en su cama. Aquella cama era demasiado cómoda y grande para ser la suya. Y la segunda, que no estaba sola. Alguien la estaba abrazando por detrás. Alguien con un cuerpo muy confortable, con forma masculina y que desprendía mucho calor. So bajó la vista hacia el musculoso antebrazo que la sujetaba con firmeza por la cintura y la paseó lentamente por los tatuajes que decoraban la piel. Cerró los ojos con fuerza cuando le vinieron a la mente imágenes de la noche anterior.

Se había comportado como una loca. Se había puesto en ridículo y había tratado a Marco como si fuera un saco de boxeo. ¿Había perdido la cabeza? Joder, ¿en qué momento le pareció que sería buena idea meterse en un taxi e ir a su casa estando borracha? Y ya que sacaba el tema, tenía la boca como si hubiera estado masticando papel. Y después de haberse pasado llorando casi tres días, le costaba abrir los ojos. ¿Cómo se le ocurría presentarse ante Reus en ese estado?

Él gruñó suavemente con la cara pegada a su pelo, haciendo que su entrepierna se calentara instantáneamente al recordarlo tumbado sobre ella, empujandola contra la cama, lamiéndola, succionándola y susurrándole palabras deliciosamente lamentables. ¡Al diablo, casi lo habían hecho!

Sí, claro, ése había sido el plan desde el momento en que había llamado a Tuchel y le había pedido la dirección de Marco, pero eso era lo de menos. El alcohol le había impedido pensar con claridad. Se frotó la cara con la mano y se movió un poco.

Agarró la muñeca de Marco con toda la delicadeza que pudo y se la apartó de la cintura. Su respuesta fue rápida e inmediata: volvió a agarrarla con más fuerza y la acercó más a su pecho.

—¿Adónde vas? Su aliento era cálido y tenía la voz ronca por el sueño.

—Ummm, ¿al baño?

Él no la soltó inmediatamente. En vez de eso, le olió el pelo y murmuró algo indescifrable antes de levantar el brazo y volverse, quedando dormido de espaldas.

Se levantó de la cama con las piernas un poco temblorosas y se dirigió, soñolienta, al baño de la habitación, sin atreverse a mirar al hombre que dejaba en la cama. Cerró la puerta con delicadeza y apoyó la frente en la madera. ¿Qué demonios estaba haciendo? Bueno, la respuesta era bastante evidente.

Había usado a Marco como muro de las lamentaciones y como potencial proveedor de sexo de emergencia para librarse del dolor y la rabia que se habían adueñado de ella desde que se fue de casa de su abuela, después de romper en pedazos el celular estrellándolo contra la acera para que dejara de sonar.

¿Qué demonios les hacía pensar a Lena o a su madre que querría hablar con ellas?

¡Joder, parecía una muerta! Cogió un poco de papel higiénico, lo mojó y se lo pasó vigorosamente por la cara para borrar los rastros de rímel que le habían dejado la cara hecha un mapa. Su expresión mostraba exactamente cómo se sentía: cansada, enfadada y sola.

Tiró el papel al retrete y se apoyó en el mármol del lavabo.

Él era la única persona que parecía comprenderla; siempre sabía lo que quería y lo que necesitaba. La conocía de un modo muy íntimo, como nadie más en el mundo, y eso la entusiasmaba, pero al mismo tiempo la asustaba. Ojalá hubiera pensado un poco más en las consecuencias antes de plantarse ante su puerta y pedirle sexo.

Sus brazos eran los únicos que quería que la abrazaran. Su pecho era el único donde quería enterrar la cara. Su boca, la única que quería notar contra sus labios, y su aroma el único que le apetecía respirar.