Marco estaba tenso. Tenso y muy abatido, para ser sinceros, a pesar de que era sábado por la noche.
Dio un largo trago a su cerveza que Mario le había puesto en la mano y se frotó la ceja con un dedo. Sólo eran siete días. No podía ser tan duro, ¿no?
Al fin y al cabo, sólo veía a Melocotones tres veces a la semana, así que, técnicamente, sólo se perdía estar con ella seis horas. No era para tanto, ¿no?
Pues sí. Era para tanto y más.
Sólo hacía un día desde la última clase y una incómoda sensación de deseo y de vacío ya se había apoderado de sus entrañas cada vez que se acordaba de que no iba a verla en una semana.
Mierda.
André, tocó el codo de Reus, que estaba apoyado en la barra.
—¿Qué te pasa? —le preguntó, alzando la voz para hacerse oír por encima de la música—. Parece que alguien se haya manoseadoa Kala.
Reus enderezó un poco la espalda.
—Nada, estoy bien.
—No mientas. —le sonrió—. Odias este club, ¿eh? A mí puedes decírmelo. A Mario le encanta, pero yo no le veo la gracia.
—¿Dónde está Mario? —preguntó, entornando los ojos tratando de localizarlo en la pista de baile.
—Fuera, fumando —respondió André, sacudiendo la mano—, con su nueva amiga. Ya está borracho y colocado de mala manera, gritando a los cuatro vientos que esta noche tiene un negocio importante.
Frustrado, Marco puso los ojos en blanco. A juzgar por la cantidad de cocaína que estaba consumiendo, el remedio no era muy eficaz. El muy idiota estaba en una espiral muy peligrosa.
—Tiene que dejar esa mierda —murmuró Marco.
—Y que lo digas —Andre estuvo de acuerdo—, pero no nos hará caso a ninguno de los dos, ya lo sabes. Está metido hasta el cuello. Cuando aquella zorra se marchó, se llevó lo mejor de él.
Marco sabía que Mario había vuelto a meterse coca en cuanto Lizzie se fue. Y le había resultado durísimo estar encerrado en Kill sin poder hacer nada por su amigo.
—¿Tan mal lo pasó?
—Sí. Trató de disimular para que no notáramos que se estaba muriendo por dentro cuando ella lo dejó, poco después de haber perdido al bebé. Fingía encontrarse bien mientras se metía esa mierda por la nariz. —Bebió un sorbo de cerveza—. Estoy temiendo que pase algo grave. Pienso que en cualquier momento las cosas se descontrolarán y...
—No dejaré que le pase nada —lo interrumpió Marco.
—Ya lo sé, bro. —Le dio una palmada en el hombro—. Lo sé. Pero tú y yo no podemos estar siempre detrás de él. Es un adulto y toma sus propias decisiones. Me preocupa.
—Por cierto, ya iría siendo hora de que te encontráramos una mujer, Reus—comentó Andre, señalando con la cabeza hacia un grupo de mujeres que se movían al ritmo de la música.
—Venga , bro —Suspiró—. Yo no necesito una mujer.
—¿Por qué no?
—Porque las mujeres dan muchos gastos y aún más problemas. Y para eso ya tengo a Mario.
Además, no le servía cualquier mujer. Quería a una muy concreta.
Tenía que dejar de obsesionarse, de preocuparse, de imaginársela...
Se detuvo con el vaso a centímetros de la boca y parpadeó. Dios, ya estaba alucinando otra vez. Casi se desnucó al alargar el cuello para ver —a través de los cuerpos de las mujeres que bailaban en la pista— a la pelirroja que estaba bailando también a unos diez metros de distancia.

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Debt of love--Marco Reus
FanfictionCuando la vida te arranca lo que más amas o nunca te da nadie a quien amar. Ella tiene el corazón roto por el dolor de perder una familia. Él intenta sobrevivir a la falta de cariño y al rechazo de todos incluidos aquellos que debieron amarlo ...