Capítulo 66.

81 5 2
                                    

**Narra Michelle**

La puerta se abre de nuevo. No sé si podré soportar más charlas como las de ayer. Tuve que soportar al supuesto James y a la supuesta Bridget. Todo esto después de ver como se llevaban a mi marido, claro. Y ahora no me dejan salir de aquí para poder ir a verle.

Miro hacia la puerta. Cuando antes empiece, antes acabará. O eso pensaba antes de ver quién ha entrado.

-¿Bambi?

-Hola, hermana-se sienta a mi lado-¿cómo estás?

-Muy extrañada. ¿Qué haces aquí?

-Vengo a ver cómo está mi hermana. ¡Dios Michelle! ¿Por qué no me dijiste que tu marido te maltrataba? Te habría ayudado en todo. No habría dejado que viajaras sola a Londres.

-¿De qué hablas, Bambi? ¿Qué sabes tú del tema?

-Leí la carta que le escribiste a James, Mich. Ahí ya lo explicabas perfectamente. Y ahora veo todo esto...-me señala los brazos-Michelle, por Dios...

-¿De qué hablas, bambi? ¿Cómo voy a pedirte ayuda si no he sabido nada de ti en 20 años?

-¿20 años? Cariño, volvimos a encontrarnos hace 3 años.

-¿Cuándo?

-¿No lo recuerdas? Ibas con unas amigas y nos encontramos.

-Creo que te confundes. No tengo amigos, Bambi.

-Esto dejó de tener gracia hace un buen rato, Michelle Evans.

-No intentaba hacer ningún chiste.

-¡Vamos, Mich! Tú misma fuiste la que me lo contó todo hace unos dos o tres meses. 

-¿Contarte qué?

-Te fuiste a Irlanda. Diste a luz a un niño precioso. Conociste a un chico muy pesado con el que acabaste saliendo, James. Hiciste muchos amigos: Louis, Charles, Kilian, Emily, Aroa, Miriam, Bridget y Maika. Todos increíbles. ¿No te acuerdas? Eres profesora de primaria. Y, no sé qué más decirte, Mich-me mira la mano-Solo que te quites esta mierda-me quita el anillo-y me digas dónde está tu anillo de prometida. Ese es el que deberías lucir.

-¿Prometida?

-Yo misma ayudé a preparar una pedida súper romántica para James y para ti. Luego se torció un poco, pero eso va por otro lado-sonríe-Cuando te lo pidió, yo estaba delante, fue tan bonito.-suspira-Es precioso veros tan enamorados.

-Bambi, no entiendo nada.

-Espero que esto te ayude.

-¿El qué?

Sin responder ni decir nada más, se acerca a la puerta y le hace un gesto a alguien que hay fuera. Estoy muy nerviosa, ¿qué va a hacer? ¿Quién tiene que entrar?

Mis dudas se disipan al instante cuando veo al que dice ser James entrar con un niño pequeño en brazos. Le miro. Es muy mono. Me recuerda a mí. Con sus ojos marrones, su pelo castaño, sus mejillas rechonchetas y...

-¿Adam?-me quedo sin aliento.

-¡Mami!-intenta librarse-¡Ay, papi! Suéltame.

Él le suelta y mi niño viene corriendo hasta mi cama. Mi hermana le ayuda a subir. Adam se tumba a mi lado.

-¿Dónde estabas, mami? Papi dijo que tenías que hacer algo importante, pero te echaba de menos.

-Lo siento mucho, mi amor-los ojos se me llenan de lágrimas-No sé qué pasó, no sé cómo pude olvidarme de lo mucho que te necesito.

-No llores mami. Los abuelos y la tía me han cuidado muy bien.

-¿Los abuelos? ¿Los papás de papá?-asiente-¿Papá te dejó con ellos?

-Solo fue un día, mami.

Suspiro.

-Bueno... Pero ahora mamá está aquí y promete no volver a irse nunca.

-¿Por qué las pupas?

-Mamá ha hecho muchas tonterías, hijo-lo pienso un solo instante-¿Has guardado lo que te pedí?

-Sí, mamí. Ha estado en mi cajón de juguetes y hoy lo he traído aquí.

-¿A sí? ¿Dónde lo tienes?

-Lo puse en el bolso de la tía cuando ella no miraba.

Me giro hacia los dos adultos que me miran impresionados. Bambi rebusca en su bolso hasta sacar lo único que ella no ha metido. Una cajita pequeña. Se la tiende a mi hijo y él me la da a mí. Yo la abro y de ella saco ese anillo precioso que mi maravilloso prometido me regaló hace casi dos meses cuando me pidió matrimonio. Me lo pongo y sonrío.

-Lo has hecho muy bien, cariño. Muchas muchas gracias-le doy un millón de besos en la mejilla.

-¡Ay, mami! Me llenas de babas-se las quita y se aparta.

-No te vayas, mi niño, mamá te ha echado de menos.

Adam se queda entre mis brazos.

Al cabo de un rato ya se ha quedado dormido. No me puedo creer lo que ha pasado. No me puedo creer que haya olvidado a mi hijo. Soy una madre horrible, desde luego. Al menos ver a mi hijo me ha ayudado a darme cuenta de que fue mi marido quien me mintió. Paliza a paliza hizo que viera lo que él quiso que viera. Consiguió que creyera que la realidad era mi fantasía. Y todo para volver a retenerme. Lo peor es que, tonta de mí, me lo creí todo. Volví a caer en la trampa. Volví a sentirme culpable, sumisa y humillada. Lo acepté todo. E incluso intenté tener un hijo con él. ¡Otro! Menos mal que no lo conseguí. Me encanta haber tenido a Adam. Es lo único que puedo agradecerle. Mi hijo fue mi salvador. Es mi vida y mi ilusión. Pero algo me dice, que este nuevo bebé no hubiera causado el mismo efecto en mí. Me hice tan pequeñita esta segunda vez que hubiera dejado que ese imbécil le dominara. De ser niño, que le convirtiera en él. De ser niña, que le tratara como a mí. Esta vez hubiera sido muy diferente y por eso mismo me alegra no haberlo conseguido. Solo me avergüenza haber vuelto a caer en sus garras. Haber vuelto a creer en lo que ya sabía que no iba a pasar. He sido ilusa, me he comportado como una idiota. He olvidado a mis seres queridos y he hecho que lo pasen mal. Y todo por una mala decisión. ¿A quién se le ocurre viajar al país de su maltratador sola? Solo a mí. Y encima sin que nadie supiera nada... Menos mal que al menos tuve mis dos segundos de lucidez y pude escribir la carta que me ha salvado.

Miro la silla que tengo en frente. Mi hermana no está, se ha ido a cenar hace un rato, pero quien sí se ha quedado es James. No ha hablado desde que me ha traído al niño. Se ha dedicado a observar, sonreír y dejar que un par de lágrimas se le escapen cuando pensaba que nadie miraba. Ahora duerme. Demasiadas emociones, aunque no creo que tantas como las mías. Había olvidado mi vida y ver a mi hijo me lo ha recordado todo de golpe. Me ha llenado de muchas dudas, pero también me ha dado muchísimas respuestas. Ahora sé que pronto tendré que testificar en contra de Ethan, pronto se me concederá el divorcio y no tendré que volver a temerle.

Ahora mismo lo que más deseo es volver a mi vida irlandesa. Solo quiero volver a casa.

Destinos cruzados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora