Capítulo 21.

140 10 0
                                    

Ese momento de inconsciencia cuando percibes todo lo que ocurre a tu alrededor. Ese instante en el que, sin haber despertado del todo, sientes lo que hay en tu entorno. Entonces notas como unas manos acarician tu brazo. Unos labios rozan tu cuello. Una pierna se coloca sobre la tuya. Y piensas que estás con tu novia. Y pienso que es Michelle quien cumple todo esto. Me extraña, no os creáis. Ella es muy reacia a hacer esto. No sé cómo se traumó, solo sé que es algo gordo. No digo que no me deje tocarla. No digo que nuestros besos no sean de película. Lo que sí digo es que llegar a algo más, incluso dormir juntos, es algo que parece que le supera. Sus ojos se cristalizan y empieza a temblar. Ella lo intenta, pero es algo que no puede. Y aun así me creo que es ella. Que es un nuevo intento. Supongo que estoy demasiado dormido.

Me giro para poder observar su rostro. Todavía no he abierto los ojos, pero al encontrarme frente a ella, lo hago. Pero sus ojos no son igual de verdes. Pero su pelo no es una cascada castaña. Pero sus labios no son carnosos y apetecibles. Ni siquiera su nariz es pequeñita y respingona. Más bien, veo un rostro masculino de ojos verdes y pelo corto mirándome con una sonrisa burlona. Doy un salto hacia atrás y le pego en el brazo.

-¿Qué coño haces, tío?-le pregunto a Charles.

Él, soltando una fuerte carcajada, se levanta de la cama y continúa con su mirada burlona.

-Lo sabía, ¿qué pasó ayer?

-¿Qué tiene que ver?

-Michelle se fue súper preocupada por su bebé. Creí que aparecería a la media hora. Pero al final esperé tanto que me quedé dormido con el niño. Algo debiste hacer para distraerla.

-Solo fuimos a pasear, nada más. Me la llevé también al cine para distraerla. Solo quiero que aprenda a despegarse del niño. Sé que echa en falta su tiempo libre y sino confía en nadie para estar con el pequeño no lo tendrá jamás. Además, si no empieza ya se le va a hacer imposible dejarlo en la guardería a los dos años y en el cole a lo tres.

Me levanto de la cama y, junto a él, nos vamos a la cocina. Toca desayunar; yo un café con una magdalena, Charles un café, un zumo, dos magdalenas y cualquier cosa que encuentre. 

-Ella me dijo que quiere volver al trabajo. Quiere volver a dar clases y, ahora que se atreve, poder relacionarse con sus compañeros. De hecho lo de ayer fue una prueba. Creo que me contratará como niñero. Así llevo dinero a casa mientras espero a algún trabajo. Quiero dejar de ser un mantenido. Me da vergüenza que Miriam me mantenga  sin ni siquiera vivir conmigo.

-Ella no me ha dicho nada de eso-me lo quedo mirando-¿por qué no me debe haber contado que quiere volver?

-A lo mejor porque ya sabe cómo vas a reaccionar.

-¿Y qué?

-¡Vamos James! Todos sabemos que harás una montaña de un grano de arena. Te emocionarás en exceso e intentarás ocuparte de ello. No dejarás que ella sea autosuficiente. Algo que odia. Y lo sabes.

-Me asusta lo mucho que la conoces. 

-Solo confía así en tres personas, James. No te preocupes.

-Ya...

El timbre suena interrumpiéndonos. Los dos dirigimos la vista a la puerta. Después nos miramos fijamente. Sé que ambos pensamos lo mismo. ¿Quién abre? Y sé que todos tenemos la misma respuesta. Es mi casa.

Me levanto de la silla y voy directo a abrir. No me arrepiento, pues cuando lo hago me encuentro con un hermoso rostro. Esos ojos verdes, esos labios carnosos, esa nariz pequeña y respingona, esa cascada castaña, ese cuerpo maravilloso. Una sonrisa de bienvenida y yo ya estoy perdido.

-Buenos días-se acerca a mí y me besa.

-Buenos días, cariño. ¿Qué haces aquí?

-¿Cómo que qué hago aquí? Quedamos para ir a comprar el regalo de Adam.

Alza una ceja. Frunce los labios. Cruza los brazos en su pecho. Se está molestando. Cree que me he olvidado. ¡Mierda! Si solo estoy dormido.

-Ya lo sé cielo, pero, ¿qué hora es? No habíamos quedado hasta las 10, ¿no?

-Son las 10:30, cariño mío. He venido porque me he cansado de esperar. Suponía que te habías quedado dormido.

Creo que el color se me ha ido de la cara.

-¡Hostia, Michi! No me había dado cuenta, lo juro. Ahora mismo me preparo corriendo y vamos.

-Te esperamos en el salón-dice poniendo los ojos en blanco.

Nunca me había dado tanta prisa al prepararme.

**Narra Charles**

Al ver quién ha entrado en casa me percato de que es mi amiga y nueva jefa. Michelle Evans. Ni se ha percatado de mi presencia. Ha ido directa a ver la tele. ¿No se acuerda de que me quedé con  mi amigo?

Me acerco sigilosamente por detrás. La saludo justo a su lado tocándole el hombro. Ella pega un salto. Menos mal que no es muy grande. El niño estaba en sus manos.

-Me hago caca en tu mamá, Charles-se queja-No me pegues esos sustos.

Río.

-Sabes que te quiero-me siento a su lado y le hago cuatro carantoñas al niño-¿pasé la prueba?

Sonríe.

-Y con nota. Sé que lo estás haciendo por conseguir dinero, Charles, pero muchas gracias por esto. Me entusiasma saber que puedo confiarte a mi niño.

-Todo un placer, señorita Evans. Y dígame, ¿cuáles serían mis tarifas?

-Las clases son de 9 a 12, pero después puedo ir a comer con James. Así que llegaría a casa a las 14 o 15 como muy tarde. ¿600€? Si te doy más, mi niño y yo no comemos.

-Soy tonto por decir esto, pero tienes que vivir, Mich. Acepto 500€ y ya soy feliz.

-Pues contratado quedas-sonríe, yo con ella-Y, si quieres, si te necesito fuera de este horario te aviso y te pago 10€ la hora como extra.

-Eso suena bien. 

-¡Genial! Oye, ¿y quieres conseguir hoy unos 50€? Es que eso de ir a comprar el regalo del niño con el niño, pues...

-Suerte tienes que no tenía nada que hacer.

Ella sonríe inocente. Y yo comprendo por qué se le cae la baba a mi amigo. Sé que cuando Miriam me mira así, yo no puedo evitar besarla.

**Narra Michelle**

No es difícil comprar un regalo para un bebé. Y menos a esta edad. Dos conjuntillos y un andador para que empiece a dar sus primeros pasos y ya todo está hecho. 

James y yo nos pateamos todo Cork en busca de los mejor de lo mejor. Vemos mil juguetes caros, pero preciosos que hay que descartar. 

Al final le compramos un andador el Fisher Price de un león y dos camisetas con un mono vaquero y un pantaloncito. Va a estar monísimo con eso.

Perfecto. 

No fue cosa de dos minutos conseguirlo. Más bien, podría decir, nos llevó dos horas. Pero, ¡oh!, ¡qué satisfacción el dejar aquello en el coche y poder pasear de la mano junto a él! Ir juntos a comer en un italiano. Conocernos un poco más. 

A veces se me olvida lo maravilloso que son los primeros momentos con tu pareja. Cuando todo es maravilloso y lo crees para siempre duradero. Ethan me ha quitado tantas cosas. Me alegra tener y haber dado la opción a una segunda oportunidad. Y sé que James es una buena opción simplemente porque me quiere, y yo a él (y Adam también le quiere). Aunque a veces temo, inconscientemente, estar utilizándole como padre de sustitución. No es esa mi intención. Yo simplemente quiero estar a su lado.

Mientras caminamos me pilla varias veces observándole. Yo me sonrojo y él sonríe.

Cuando llegamos a casa mi hijo pide ser cogido por él. Y mientras yo pago a Charles y me despido. Mi novio hace de papá. Temo estar confundiendo a mi hijo.

No sé cómo no me había dado cuenta hasta este momento. Verle elegir ropita y juguetes para él me ha abierto los ojos.

Destinos cruzados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora