Capítulo 63.

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Tenemos demasiadas cosas. Son casi 10 años juntos, muchas historias y muchos objetos. Dejo en Londres todos los regalos que Ethan me ha hecho después de cada paliza, son cosas que es mejor no recordar y sin esto el número de mis maletas se reduce a dos. La ropa y neceser en una y las pocas cosas que conservo de antes del matrimonio en la otra. Por otro lado, las de mi marido son muchísimas. No sé de qué quiere o no desprenderse y ahora mismo preguntarle es imposible. Así que, al final he pasado dos horas llenando y llenando con montones de camisas, pantalones, juguetes y demás. Todo a lo que Ethan puede tenerle cariño. Siempre en silencio. Siempre sumisa. Sin hacer mucho ruido, no se debe confiar. He despertado a la bestia y no va dudar ni un segundo a la hora de atacarme. Con lo bien que iba todo... ¡Joder! ¿Por qué? ¿Por qué? ¿¡Por qué!? ¿Por que tuve que hablar? ¿Por qué me dejé guiar por la curiosidad?

Dejo todas las maletas en la puerta de casa. Siempre estoy con la cabeza gacha.

-Vámonos-me ordena empujándome-Sube al coche y no salgas de ahí.

Asiento. Camino hasta el asiento del copiloto. Entro. Me siento. Nada más. No me muevo de ahí. Simplemente miro al horizonte. No quiero provocar nada más.

Oigo un ruido muy fuerte. Como un sirena. ¿Habrá pasado algo por aquí cerca? ¡Bah! ¡Qué más da! Jamás lo sabré. Me dedico a estudiar mis uñas. Unas horribles, sin color y completamente comidas.

Tengo una vida muy triste y algo me dice que ahora lo será mucho más.

Las sirenas se oyen cada vez más cerca. ¿Qué habrá pasado tan cerquita de casa?

Un par de coches paran enfrente nuestro coche. Todos llevan la palabra 'Policía' a cada lado. ¿Qué pasa? ¿Por qué nos rodean? ¿¡Qué está pasando!? Quiero salir del coche, pero Ethan me hace un gesto para que no lo haga. Me escondo un poco, pero siempre estoy atenta. ¿Qué está pasando? ¿Quién les habrá llamado? ¿Por qué?

-¿Qué pasa?-pregunta mi marido.

-¿Dónde está Michelle Evans?

-¿Por qué preguntan por mi mujer? ¿Ha hecho algo?

-Denunciaron su desaparición hace mes y medio. Alguien nos ha dicho que podría estar contigo.

-Claro que está conmigo, es mi mujer-se ríe-De hecho, nos íbamos a ir ahora de viaje juntos. Una pequeña escapada romántica.

-Aun así nos gustaría hablar con ella. Solo serán cinco minutos.

-Es una estupidez. Mi mujer nos va a contar nada que no os pueda decir yo. Además-mira hacia donde estoy yo y al ver que casi no se me ve continúa-no está aquí Ella había ido a hacer un recado de último momento.

-Muy bien, señor Aldridge. Me temo que tendrá que acompañarnos. Se quedará con nosotros hasta que su mujer aparezca.

-No pueden hacer eso. No pueden llevarme por irme de viaje con mi mujer.

Veo como le cogen a la fuerza y le esposan. ¿¡Van a llevárselo!? ¡No pueden llevárselo! ¡No pueden llevarse a mi marido!

-¡No! ¡Esperad!-salgo corriendo del coche-¡No podéis llevaros a mi marido! ¿Qué ha hecho él?-me acerco corriendo-Ethan, ¿qué pasa? ¿por qué te llevan?

-No lo sé, mi amor-me mira-Pero no te preocupes, pronto se solucionará.

-¿Es usted la señora Evans?

-En realidad, soy la señora Aldridge. Este es mi marido-le señalo-¿Qué pasa?

-Queremos hacerle algunas preguntas sobre su marido, pero debe ser en privado.

-Contestaré a lo que quieran, pero, por favor, no le hagan daño.

***
-Es muy sencillo, señora Aldridge. ¿Cómo se hizo esa herida en el mentón?

-Ya se lo he dicho. Me caí.

-¿Y por qué su marido dice que fue de un golpe que se dio al estornudar limpiando la estantería?

-No sé. A lo mejor fue así. A lo mejor me he equivicado de... -me callo.

-¿De qué? ¿De golpe? ¿De excusa? ¿Qué nos encontraríamos si le quitáramos la ropa, señora Aldridge? ¿Cuántos moratones oculta? ¿Cuántas veces más aguantará hasta que la mate? ¿Por qué le protege? ¿No ve que esto jamás acabará? Disfrutará de su dolor hasta el día en el que muera. Escúcheme bien. Él jamás cambiará.

-¡PARE!

Lloro. Lloro mucho y sin consuelo. Tengo miedo. Me doy vergüenza. Esta es mi oportunidad. Ahora podría decirlo todo, podría acabar con el sufrimiento. Pero, ¿y si el sale y se venga por ello? ¿Y si este cambio de aires iba a suponer un cambio en nosotros? No puedo decirle nada. ¡Es mi marido! Le amo en proporción al temor que siento.

-La dejaré sola un momento.

Sale de la sala de interrogatorios. Me deja sola. A ver, paso a paso. Lo primero, ¿cómo han sabido que me maltrata? Bueno, a ver, tampoco es para tanto. Llámalo maltrato o llámalo simple reprimenda o discusión. No es para tanto. Lo segundo, ¿quién? No tengo amigos ni familiares. Nadie puede preocuparse por mí. Nadie. ¿Quién lo ha hecho? ¿Los amigos de Ethan? ¡Vamos! Ellos solo saben preocuparse de ellos mismos. Y lo tercero, ¿cómo puedo librarme de esto? No sé si es mejor ser sincera o si es mejor callar y asentir. Ojalá esto acabe pronto.

La puerta vuelve a abrirse. Quien entra no parece un policía. Lo peor es que me recuerda a alguien, pero ¿a quién?

-Hola-susurra.

-¿Cuándo nos dejaréis marchar? Mi marido y yo nos íbamos a...

-Déjalo ya, Michi.

¡PUM!

-¿Cómo me has llamado?

-Michi. Te llamo así desde que te conocí.

No logro comprenderlo.

-¿Cómo te llamas?

-James. James Harrison.

-No-susurro-¡No!-grito-Es imposible. ¡James Harrison no existe! ¡Yo me lo inventé! ¡Yo lo soñé a modo de escapatoria!

-¿Y de qué escapabas, Michi? ¿Por qué soñaste conmigo? O mejor, ¿quién te dijo que yo no existía? ¿Quién te mintió y te dijo que yo no era real?

-Ethan solo me dijo la verdad-las lágrimas aparecen de nuevo. Nunca llegan a irse del todo-Él solo quería que yo viera lo tonta que soy.

-Tú no eres tonta. Michelle. De hecho, eres una de las mujeres más inteligente y divertida que conozco.

-¡Tú no me conoces! ¡No puedes conocerme! ¡No existes! ¡No eres real! Yo... Yo... Esto no es posible. Debe ser una pesadilla. Sí. Solo puede ser eso. Una pesadilla. Y cuando despierte tú ya no estarás y yo estaré en casa con él. Y nada de esto estará pasando y... y...

Negro.

Destinos cruzados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora