Capítulo 16.

140 10 0
                                    

Abro los ojos lentamente. Me siento reconfortada. Me acurruco. Estoy tan agusto.
Mi vista está fija a la pared. Algo va mal. Tengo una sensación que hace más de un año que no tengo.
Un brazo se posa en mi cintura. Se me queda la piel de gallina. Estoy tensa. Rigida. No puedo moverme. 

Poco a poco, y cuando recupero el control de mi cuerpo, giro mi cuerpo hacia el otro lado. Quiero saber quién es aquel que me acompaña. Ya he identificado que esta es mi casa, mi habitación. ¡Qué carita de ángel! Con su pelo castaño desordenado. Con sus ojitos cerrados, relajados. Con sus labios entreabiertos. Soltando un pequeño suspiro con cada respiración. Su pecho subiendo y bajando. Relajado, feliz.

¡James!

Ahora recuerdo lo que ocurrió. Después de acabarnos entre los dos la botella de vino y las fresas con chocolate. Hablamos, reímos, nos besamos, le conté mis miedos y él me contó los suyos... Después nos dormimos. Sentí que alguien me cogía en brazos y me llevaba hasta la cama. "Buenas noches" susurré sin saber nada. Y sentí unos labios posarse en mi cabeza antes de volverme a quedar plenamente dormida.

¡Mierda! ¿Cómo lo ha hecho? Yo tenía miedo, lo sigo teniendo. Salir con un maltratador, casarte con él, vivir en su misma casa. Inevitable quedar traumada. Huir embarazada. Saber que él sigue libre. Imposible no tener miedo. Cuando llegué a Irlanda me prometí a mí misma que mi bebé lo sería todo. En el colegio solo me relacionaba con mis alumnos y fuera de él... Nada. 


Y de repente vuelvo a casa después de dar a luz. Aparece un nuevo vecino. Pasan un par de meses. ¡Pum! He vuelto a dormir con un tío. ¿Quién me asegura que él no es igual? ¿Como él lo dice ya es verdad? No lo creo. Pero, ¿qué hago? Me quedo condenada a la soledad toda mi vida. Condeno a mi hijo para que no se separe de mi lado. Un trauma no modifica mi filosofía. ¿Me doy una oportunidad con James? Él me ha demostrado mucho. Pero, ¿no me demostró Ethan también en su momento? ¡Dios! Que puto lío... 

Noto su cuerpo removerse a mi lado. Cierro los ojos. Finjo no haber despertado. Siento que me mira. Me besa la mejilla. "Te quiero"-me dice. Creo que sonríe. Me remuevo nerviosa. Mi culo le roza. Me ruborizo. Le oigo aguantar la risa.  Escucho el balbuceo de mi niño. Va a despertar. James vuelve a besarme la mejilla. Dejo de sentir el calor de su cuerpo. Es raro. Siento un gran vació. Abro un ojo intentando disimular. James está junto a la cuna. Él coge a mi bebé en brazos. Él le canta flojito una nana. Mi labio tiembla. Mis ojos se cristalizan. Me gusta la sensación. ¿Plena felicidad? Sí, creo que la gente lo describe con estas palabras. ¿Soy merecedora de sentirme así? Gracias por traer a James a mi vida. Pero, ¿es oro todo lo que reluce?

Sale de la habitación con mi hijo en brazos. Me estiro. ¡Qué comodidad! ¡Qué reconfortante! Y aun así, que sensación más agobiante. No saber qué pensar. No saber si dejarse llevar. No saber si disfrutar. No saber si estar atenta. No saber si alejarme. No saber... Nada.

Oigo ruido en la cocina. ¿Qué hace? Espera, no querrá darle de comer a Adam, ¿verdad? ¿Sabe al menos qué ha de darle y dónde lo guardo? Lo mejor será despertarse, sin duda.

Me levanto. Me miro en el espejo. Me lavo la cara y me peino un poco. Quiero aparecer mínimamente presentable.  Voy a la cocina. Le encuentro de espaldas. Prepara algo en los fogones. ¡Dios! Lo que puede salir de ahí... Creo que la última vez necesité el extintor. Me acerco poco a poco para poder verle más de cerca.

-Mmmppmaapam.

"Gracias hijos por delatar a tu madre" pienso cuando veo a James girarse. Le sonrío.

-Buenos días-susurro.

El muestra una amplia sonrisa y se acerca a mí con paso acelerado.

-Buenos días, Michi.

Me da un corto beso en los labios y vuelve al fogón. Me quedo petrificada de nuevo. 

-Yo...-intento decir-Bueno, he oído ruido en la cocina y he pensado que tal vez necesitabas ayuda. Preparar el biberón de Adam y eso-me acerco a mi niño y le besó la cabeza.

El aviso del microondas responde por él. De él sale el desayuno perfecto para mi bebé. Un cuenco de leche. James le pone cereales. ¿Qué coño?

-Ya lo miré. Un bebé de 7 meses desayuna esto, ¿no?

Lo acerca a mi niño y le da la primera cucharada. Él la aceptada encantadísimo. Lo ama. Punto para James, yo siempre se lo daba sin cereales. 

Empiezo a oler a quemado. Me acerco al fogón y apago el fuego. La especialidad de la casa: tortitas quemadas. Me alegra ver que hay costumbres que nunca cambian. Lo quito del fuego. Voy a la nevera a por el sirope de chocolate y la mantequilla. Un zumito de naranja y café que ya tenía preparado del día anterior. Preparo la mesa. 

Cuando ya tengo la mesa lista miro a los dos chicos de la casa.

Espera.

¿Los dos chicos de la casa?

Bueno... Dicho queda.

Mi hijo ya ha acabado su desayuno. James lleva el cuenco al lavavajillas.

-¿Qué tal me ha salido esta vez?

-Casi-sonrío-Probemos cómo sabe.

Nos sentamos los dos en la mesa. Uno frente al otro. Le doy un bocado. Trago con dificultad. Madre mía.

-¿Y?-me mira fijamente.

-Juzga tú.

Aprovecho que su mirada va a su plato para ponerme el sirope. Gracias por existir chocolate. Y James por poco lo escupe. Me río. Exagerado. Sin decir nada le paso el bote de sirope. Él me sonríe avergonzado y se pone.

-Sé que algún día lo conseguirás-le animo.

-Y tú estarás a mi lado para verlo.

-James...-suspiro.

-Date una oportunidad, Michi. No a mí, sino a ti. Te conozco, te comprendo y te respeto. Pero te quiero y tú me quieres. Y ayer estuvimos genial. Y despertar a tu lado ha sido increíble. Quiero que pase a menudo. Michelle Evans, nos lo debemos. Llevamos meses aguantándonos como simples amigos, demostrándonos que no podemos estar sin el otro. Una semana besándonos como si fuéramos algo. ¿Por qué no serlo? Michelle, ¿quieres salir conmigo?

¿Podría alguien decirme si mi corazón late? Es que no lo noto, pero sin él no viviría. Pongo la mano sobre mi pecho para asegurarme. ¡Sí! La respuesta es sí. Sí que late.

Vale, pero ahora sigo con lo mismo. Vuelven las dudas de mi despertar. ¿Qué he de hacer? ¿Decir que no a dónde nos llevaría? ¿Y por qué decir que no? Si yo le quiero. Si yo me siento bien a su lado. Si mi hijo le adora. Si me ha encantado despertar a su lado. Si quiero que se repita. Si lo único que me echa atrás es el miedo por mi experiencia y yo lo sé.

-No quiero sufrir.

-No lo harás. Lo prometo. Yo siempre te cuidaré.

-Está bien.

-¿El qué?

-Que sí.

-¿Sí qué?

-Que sí quiero salir contigo.

Deseadme suerte.

Destinos cruzados.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora