Capítulo 2

16.8K 1.2K 149
                                    

La garganta me quemaba, y con manos temblorosas, ajustaba más mi toalla mirándolo con resentimiento.

—Angie ¿Qué pasa? – preguntó acercándose con las manos hacia arriba, cauteloso. —¿Es por Bianca? Recién la dejo en la puerta de su hotel, fuimos a comer y nada más. Te juro. – me miró suplicante.

Apreté las mandíbulas y alejé sus manos como si me quemaran. Lo quería lejos.

—No me toques. – gruñí cuando quiso abrazarme.

—Pero ¿Qué te pasa? No llores así. – dijo algo desesperado. —Ya sabías que tenía que reunirme con ella. Te pregunté si te molestaba y me dijiste que no. Te invité a que vinieras, y vos no quisiste. ¡No te entiendo!

—No sé por qué empecé a creerte otra vez. – pensé en voz alta, sintiendo unas ganas terribles de arrojarle algo por la cabeza. O vomitar. Cualquiera de las dos opciones parecía posible.

—Angie, te juro que no hice nada – repitió con los ojos llenos de temor. —Fuimos a comer. Sabe que sos mi novia, yo se lo dije.

—Bravo, te felicito. – aplaudí con ironía. —¿Querés un premio por eso también?

—¿Eh? – me miró confundido. —¿Estuviste tomando o qué?

Entorné los ojos con furia y me agaché para buscar el maldito aparato para ponérselo frente al rostro.

—Te olvidaste el celular. – mascullé entre dientes.

El lo observó con el ceño fruncido y después de tocar varias veces la pantalla me volvió a mirar sin entender.

—No prende, está roto. – efectivamente, tenía el vidrio estrellado y no funcionaba más. Ups. Bueno, así y todo era muy difícil sentir culpa por eso. —¿Te enojaste así porque me olvidé el teléfono? Ok, la próxima voy a ser más cuidadoso...

—No, idiota. – lo interrumpí. —No me enojé así por eso.

—¿Por qué me insultas? – oh, por Dios... que frustrante podía ser querer estar enojada con este hombre mientras se había el desentendido con ojitos de cachorro abandonado. Quería ahorcarlo.


Rodrigo

En lo único que había pensado las últimas dos horas, era en volver con Angie para pasar el resto del día juntos. La había extrañado, y tenía ganas de hacer algo con ella. Ir al cine, de paseo, lo que fuere.

Pero en cambio, había llegado para encontrarla hecha una furia, arrojándome cosas por la cabeza, con cara de querer matarme a trompadas.

No entendía nada, y lo peor de todo es que estaba llorando. No podía verla así, no lo soportaba. Quería contenerla. Darle un abrazo y secarle las lágrimas a besos, pero no me dejaba ni tocarla.

—Te insulto porque me estás engañando. – dijo con la voz rota, y los ojos llenos de lágrimas.

—¿Qué decís, Angie? – me acerqué un poco más, pero ella volvió a empujarme hacia atrás. —No te estoy engañando.

—Te llamó Martina. – se cruzó de brazos y me miró atenta a ver qué contestaba.

—¿Y? – pregunté confundido. —¿Pensás que te estoy engañando porque me llamó por teléfono?

—Te llamó mil veces, y te dejó mensajes. – agregó. —Y vos le contestaste hoy a la mañana, conmigo durmiendo al lado. – negó con la cabeza, dolida. —Claro, te insistió al ver que no atendías, porque como seguro estabas "al lado de Angie", no podías hablar con ella. – dijo haciendo comillas en el aire.

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora