Capítulo 15

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Angie


Ese día, era el cumpleaños de Rodrigo.

Hacía semanas que era tema de conversación, y que yo venía insistiendo para saber qué quería hacer, pero su respuesta era siempre la misma. Nada.

No estaba de ánimos, y yo lo entendía.

Así que sin esperar mucho del día, y sin ningún plan especial, esa mañana solo me limité a despertarlo con besos y llevándole a la cama el café justo como más le gustaba.

La noche anterior no habíamos dormido juntos, y aunque se notaba que había tenido la delicadeza de darse una ducha antes de acostarse, podía oler en su ropa –y el tufo de la habitación– que había estado bebiendo. Todo apestaba a alcohol.

Fruncí el ceño algo asqueada justo cuando él empezaba a abrir los ojos.

Despeinado, y con cara de sueño, me sonrió con ganas estirando los brazos para que me recostara a su lado.

—Buen día, cumpleañero. – susurré dándole besos en el cuello.

—Mmm... gracias. – contestó con la voz ronca, masajeando mi espalda en una caricia. —Qué lindo despertarse así.

—Te traje un regalo. – dije sentándome de golpe.

—Había dicho que no quería nada. – se quejó tapándose los ojos con el brazo.

—Y yo no pensaba hacerte caso. – me encogí de hombros, mientras arrastraba la caja que había traído conmigo y la ponía frente a él, obligándolo a sentarse de una vez, por más quejoso que estuviera.

Rompió a lo bruto el papel, y sacó la tapa de un tirón. Por si hasta ahora no se habían dado cuenta, no le gustaban mucho las sorpresas.

Aunque por cómo había abierto los ojos, podía adivinar que esta, mucho no le disgustaba.

¿Qué le había comprado? Un bolso de viaje de la marca Harley Davidson. Si, la de las motos, que también vendía todo tipo de accesorios para hombre y mujer, y que solo había podido encargar por internet. Hacía más de un mes.

Vi que pasaba los dedos por el logo con reverencia, mientras admiraba los bolsillos y las terminaciones. Porque había que decirlo, por más que se dedicaran a las motocicletas, tenían buen gusto y buena confección de prendas.

El olor a cuero era hipnótico.

—¿Y? – dije cruzándome de brazos. —¿Te gusta o lo devuelvo?

Me miró levantando una ceja y antes de que pudiera reaccionar, me tomó por la cadera con un movimiento rápido y me voltear hasta quedar con la espalda apoyada al colchón, atrapada entre sus brazos.

Con una sonrisa de las suyas, metió una mano entre nuestros cuerpos, y comenzó a levantar el ruedo del vestidito de verano que me había puesto, murmurando algo así como "ahora te respondo".

—¿No estás muy vestida? – me preguntó, peleándose a los tirones con la prenda que no salía tan fácil por mi cabeza.

—Vengo de la calle. – le expliqué entre risas, cuando me liberé, quedando en ropa interior. —Si me paseo desnuda desde mi casa a la tuya, creo que llamaría un poquito la atención.

—¿Vestida crees que no llamas la atención? – preguntó él con media sonrisa y los ojos clavados en mi escote. —¿Te viste en un espejo?

Extrañada me miré en el reflejo del espejo que estaba al lado de la cama. ¿Se me transparentaba algo? ¿Me había manchado con café?

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora