Capítulo 39

12.4K 1.1K 154
                                    


Veinte minutos.

Veinte minutos enteros tratando de convencerme de que volviera.

Y yo que pensaba que hablar con mi amigo sería agradable...

Pero Miguel, parecía decidido a hacer todo lo que estuviera a su alcance para que regresara a formar parte de su staff en Argentina. Estaba molesto.

—Era algo temporal, Angie. – reprochó. —Y me ha llegado el rumor de que te han ofrecido contrato para quedarte allí. ¿Se puede saber qué significa eso? No era en lo que habíamos quedado. – dijo casi sin tomarse un respiro.

—No firmé nada. – lo tranquilicé. —Pero por educación no lo rechacé de buenas a primeras. Pienso hacerlo. – contesté. —Mi vida está allá y cuando pueda, pienso volver.

—Pues eso espero. – suspiró.

—Miguel. – dije pensativa. —¿Vos tenés pensado volver a España? Tu familia está acá, y tus amigos...

—No creo, guapa. – contestó muy seguro. —Me he adaptado ya, y... se podría decir que tengo razones de peso para quedarme.

—¿Lola? – adiviné con una sonrisa, totalmente enternecida.

—No me vas a decir que no es una muy buena razón para quedarse. – dijo y se notaba que también sonreía.

—No creo que te arrepientas. – contesté entendiéndolo perfectamente. Estaba enamorado y no quería ponerse un mar de distancia.

—Yo tampoco. – se rio. —Una vez que encuentras a la persona de tu vida, no tiene ningún sentido seguir haciendo el tonto. De ella no me separa nadie, ya te digo. – dijo seguro. —Donde sea que Lola esté, ese será mi hogar. Mi lugar en el mundo. – carraspeó algo incómodo. —Tengo pensado presentarle a mi madre. Aun no sé cuándo, pero... ¿tú qué piensas? ¿Es muy pronto? – preguntó preocupado y yo me reí.

Me encantaba escucharlo así. Lola tenía a mi amigo totalmente afectado.

Minutos después, cuando colgué, me sentí rara.

En el tiempo que llevaba aquí, nunca me había sentido así de sola. Era más que eso, me sentía una extraña en otro país, totalmente alienada. Echaba de menos mi gente, mi tierra... mi casa.

La angustia fue invadiendo de a poco mi pecho, hasta que sin darme cuenta, las lágrimas habían comenzado a mojar mis mejillas.

Maldito Miguel, tenía toda la razón.

Rodrigo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Rodrigo

Estaba un poco preocupado.

Hacía dos días que Fernán tendría que haberse comunicado conmigo, y aun no tenía novedades de él. Según me había adelantado en un mensaje, creía tener la solución a nuestros problemas, y ya que se sentía el culpable de todo lo que había ocurrido, quería ser él mismo el que le pusiera punto final a la historia.

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora