Capítulo 35

12.9K 1.1K 94
                                    


Rodrigo

El asunto me olía mal.

Por la bronca que había acumulado todos estos años, sumada a la que había sentido al enterarme que Fernán vivía en Argentina, tan cerca y aun así nunca se había dignado a hacerse cargo de quienes habíamos sido su familia, había estado a punto de ir directamente a la policía con Enzo y Martina para denunciar todo lo que sabíamos.

Pero esto último que mi mamá me había contado, me había dejado dudando.

Alejandro estaba más implicado de lo que parecía, y si ahora íbamos contra mi padre, el esposo de mi madre no se vería afectado en absolutamente nada. No teníamos pruebas contra él, y eso era muy sospechoso.

Por eso es que una mañana, me presenté en la oficina con mi tableta y tras tener una larga reunión con mi jefe, pedí unos días de licencia.

Tan determinado estaba en resolver el asunto, que había adelantado todos los diseños, y tenía la colección semanas antes de que tuviéramos que presentarla.

Completa, y con algunos prototipos en proceso de producción en ese mismo momento en el taller.

—Si no es lo que buscas, puedo trabajar en algunos cambios, pero tengo que irme unos días. – le dije y él me miró impresionado. Todavía no podía creer que hubiera terminado todo tan pronto.

—¿Irte? – preguntó con los ojos como platos. —¿Te vas a buscar a Angie, por fin? – dijo después más entusiasmados y yo me apuré a negar con la cabeza.

—No, tengo un asunto personal del que me tengo que ocupar. – contesté.

—Oh, vaya... – dijo más desanimado. —Con el desfile tan pronto, en plena colección... entiéndeme Rodrigo. – se peinó el jopo con una mano. —Me lo pones difícil.

—Pienso volver antes del desfile. – me comprometí. —Las líneas están todas terminadas y están perfectas. A los socios les va a gustar, es lo que estaban buscando ¿o no?

Vi que levantaba un poco una ceja, tal vez pensando que era un soberbio, pero no me importó. Yo sabía que lo que había hecho era uno de mis mejores trabajos, le gustase a él o no.

—Supongo... si prometes volver a tiempo. – dudó. —¿Estás seguro de que no puedes ir a por Angie ya que te tomas unos días? – insistió. —Si es por el dinero...

—No, no es por eso. – dije. —Angie está bien en España, y yo... Yo necesito hacer otras cosas, no puedo viajar a Europa ahora.

No, todavía no podía enfrentarme a ella. No sin antes terminar con toda esta mierda. Ese era el acuerdo al que habíamos llegado.

—De acuerdo entonces. – comentó resignado. —Tómate esos días, y vuelve renovado. Con ganas de trabajar para el desfile y las presentaciones que nos esperan.

Asentí desconcertado de que me hubiera costado tan poco conseguir una respuesta positiva. Me hubiera jugado la cabeza a que se inventaría cualquier excusa para hacerme quedar, pero al parecer me había equivocado.

De hecho, ya estaba por preguntarle si se sentía bien, porque el gallego esta mañana no parecía él mismo. ¿Qué hacía sonriéndome a mí? De todas las personas que había en esta empresa, justo a mí...

Gallego raro y acartonado...

Sacudí la cabeza, me levanté para volver a mi puesto, y justo cuando estaba por salir de su oficina, Lola, entró por la puerta cargando unas carpetas, con una sonrisa radiante que hacía unos cuantos meses no le veía. Y no. Esta vez yo no tenía nada que ver.

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora