Capítulo 20

13K 1.2K 122
                                    

Los días fueron pasando, y nuestra vida de a poco, había comenzado a volver a la normalidad.

Del tema no volvimos a hablar, porque yo estaba negada. Era escuchar la palabra bebé, o embarazo y querer salir corriendo. No podía.

Se había convertido en tabú.

Rodrigo ya se había cansado de intentar conversarlo conmigo de mil maneras, pero había desistido finalmente, al ver que era inútil.

Además había que decirlo, estábamos tan lejos...

Si bien era cierto que mi doctora me había prohibido tener relaciones después de la cirugía, era solo algo temporal. Hasta el siguiente control post operatorio, y si todo estaba bien, ya no teníamos de qué preocuparnos.

Mi recuperación era total, y no había nada que hiciera suponer que lo que me había ocurrido, dejaría secuelas. De hecho, podía quedar embarazada cuándo quisiera, que sería absolutamente normal. Podía tener otros embarazos sanos... 

Pero no es que eso ahora se me cruzara por la cabeza.

No se me ocurría ni imaginármelo.

La cuestión, es que ese día había llegado y se había ido, y nosotros seguíamos sin tener sexo. Simplemente no me apetecía.

Rodrigo me había dicho que no era un problema, y estaba teniéndome mucha paciencia en general.

—Cuando te sientas mejor, todo va a volver a ser como antes. – me aseguraba tras haber sido rechazado por enésima vez en la cama, y tenía que volver a vestirse.

Pero yo no podía estar tan segura.

Por consejo de mi doctora también, estaba asistiendo a terapia varios días a la semana. Y eso, aunque las primeras sesiones me habían dejado desecha, estaba empezando a ayudar.

Al menos ya no me dormía llorando.

Sabía que Rodrigo también había asistido a un par, por su cuenta, pero no era para él eso de abrirse y compartir sus sentimientos con alguien que no conocía.

Si ni siquiera miraba a los ojos en la cama a sus antiguas conquistas para tomar distancia...

Aun así lo había intentado, por mí. Por mejorar la pareja.

Pero como era de suponer, rápidamente se había cansado y había preferido refugiarse en Enzo y Martina que cada tanto se reunían y salían con él por ahí.

Salir lo distraía.

A mí, no.

Por más que siempre insistía en que los acompañara, yo no quería saber nada, ni con ellos, ni con mis amigas.

¿Cómo lograba mi novio que todo pareciera tan sencillo? ¿Por qué a mí me costaba tanto?

Sin darme cuenta, había empezado a resentirme un poquito con él.

Tan loco como suena, me fastidiaba que ya hubiera superado todos sus asuntos, y saliera a divertirse por ahí...

Lo veía conversando en la empresa con quién fuera, y me daba bronca que pudiera sonreír con esa facilidad. De esa manera tan genuina. Tenía celos. Celos de su madurez.

Y si, de los otros celos también tenía.

Como conmigo no podía hablar de nada, –porque primero él se había cerrado con el tema de Alejandro, y luego me había cerrado yo con lo del bebé–, nos habíamos convertido en dos extraños que no podían tener una conversación profunda. Solo hablábamos de pavadas sin importancia.

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora