Capítulo 44

11.4K 1.1K 75
                                    

Angie

Esa semana fue una de las mejores.

Los eventos eran intensos, y nos tenían despiertos hasta tarde, y corriendo de un lado al otro por la ciudad, para presenciar algunos de los desfiles a los que estábamos invitados.

Ya teníamos una primera idea bocetada, pero cada vez que podíamos, repasábamos nuestro trabajo, y le dábamos algún toque diferente.

Sabía que hacíamos un buen equipo, siempre había sido así. Hasta cuando peor nos llevábamos, las cosas nos salían más fáciles, y nos entendíamos sin problemas.

Éramos diferentes, y eso era positivo a la hora de crear.

Nos complementábamos.

Juliette no había vuelto a molestarme, y mantenía las distancias cuando nos cruzábamos. Seguía mirándome con el mismo desprecio, y estaba segura de que también iniciaba rumores a mis espaldas, pero allá ella.

Yo no pensaba seguirle el juego.

Y Rodrigo, por más que se notaba que le estaba costando horrores, tampoco caía.

Me gustaba que hubiera entendido que si bien agradecía sus intenciones, y me parecían muy dulces, tenía que dejarme solucionar estas cosas, sola. Porque podía y porque era la única manera de hacerme respetar.

Para cuando llegó el sábado, no podíamos más del cansancio.

El itinerario estaba pensando para que tuviéramos el fin de semana libre para poder descansar, y también para poder conocer París y disfrutarlo como cada uno quisiera.

Pero digamos que con Rodrigo teníamos otros planes.

Unos que solo nos incluían a nosotros, y a la preciosa habitación de hotel que me había tocado.

Él, que tenía la suya dos pisos más arriba, había pedido mudarse conmigo. Había hecho malabares, entre los que no tengo dudas estaba incluido hacerle ojitos a la chica de la recepción, y había conseguido que ahora compartiéramos cuarto hasta el día que tuviéramos que marcharnos.

Nadie podía decirle que no, era imposible...

La Angie celosa, quería salir a flote para protestar, pero yo la mantenía a raya, diciéndome todo el tiempo que estábamos bien. Que no existía, ni existiría nadie más porque lo que sentíamos era de verdad.

Además, había que decirlo. Tampoco estábamos teniendo oportunidad de estar con más gente de todas formas.

En dos días, si habíamos salido, había sido para buscar comida, él a comprar cigarrillos, y yo hasta el balcón a tomar aire.

Habían sido meses largos, demasiado largos, y teníamos que ponernos al día en todos los sentidos.

Como ahora, que Rodrigo repetía mi nombre con los dientes apretados, la cabeza echada hacia atrás, y todo el cuerpo en tensión.

Una de sus manos, se aferraba a la cabecera de la cama, y la otra, estaba enredada entre mis cabellos, acompañando el movimiento de mi cabeza mientras le daba placer.

Y yo, sujetándome con fuerza de sus muslos, me tomaba mi tiempo para enloquecerlo con mi boca y mi lengua hasta sentir que estaba a punto de estallar.

No había nada más atractivo que ver como se le marcaban las venas de su cuello justo en este momento...

—Mmm... – gruñó y contuvo la respiración. Había llegado a su límite, y no quería acabar así. Podía notarlo por como me sujetó por los brazos y me subió con cuidado a su cuerpo. —Vos, arriba. – jadeó como pudo, guiando mi cadera con sus manos hasta que estuve donde me quería.

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora