Capítulo 43

12.6K 1.1K 73
                                    

Esa mañana, me desperté rodeada por los brazos de Rodrigo, que me tenía aprisionada con fuerza, como si no quisiera que me escapara.

Sonreí y me giré apenas para mirarle el rostro y reprimí la risa al notar que estaba roncando. Y bastante, para ser sincera. Tal vez eso había sido lo que me había despertado.

¿Qué diría él, que siempre quería mostrarse tan perfecto en todo si se enteraba que a veces roncaba? – pensé con una sonrisa malvada. Seguramente no me creería.

Terminé de voltearme, y le rodeé la cadera con mi pierna, mientras acariciaba su pecho.

Las ventanas, que estaban con las cortinas cerradas, iluminaban la habitación de manera alegre, anunciando que fuera hacía un día precioso y soleado.

Pensé en lo triste que me había encontrado algunos días antes, y lo comparé con la dicha que sentía en esos momentos y cerré los ojos para seguir disfrutándolo.

Teníamos que bajar a desayunar en unos minutos, pero si hubiera sido por mí, me hubiera quedado en esa cama para siempre.

Rodrigo, alertado por mis movimientos, comenzó a despertarse y se removió, acercándome a su pecho, mientras olía mi cabello y gruñía por lo bajo.

Así todo musculoso y tatuado como se lo veía, montado a su moto y con esa mirada sexi que hacía que a una se le cayeran las bragas en un segundo, también podía ronronear como un gatito mimoso por las mañanas. Y yo a eso ya lo sabía perfectamente.

—Buenos días. – dije besando su cuello despacio, encantada de que sus manos siguieran bajando por mi cuerpo, para pegarlo al suyo.

—Buenos días, – susurró cargándome desde la cintura hasta situarme sobre él, y bajando las manos por mi espalda hasta atrapar mi trasero y aplastarme contra su creciente erección. — mi amor. – terminó de decirme, derritiéndome.

—Me encanta cuando me decís así. – sonreí, colocándome el cabello hacia un lado para poder mirarlo mejor. —Mi amor... – repetí yo, probando esas palabras en mi boca para ver cómo se sentían.

Rodrigo sonrió mirándome con sus ojos apenas abiertos.

Si... también le había gustado como sonaba eso, y me lo demostró de la mejor manera que sabía hacerlo.

Con otro gruñido de su garganta, nos volteó hasta quedarse por encima, y comenzar a besar mi cuello haciéndome cosquillas, que rápidamente se volvieron algo más.

No éramos nosotros si no llegábamos tarde a un desayuno en los viajes de la empresa. Ya era una tradición.

Después de una ducha, y de que nos cambiáramos entre risas porque se nos había pasado el tiempo volando, tomamos un café a las apuradas, para ir a reunirnos con el resto de los diseñadores.

Hoy teníamos reunión en CyB, con los del departamento creativo de la revista W, y la emoción se palpaba en el aire.

No entendía demasiado lo que hablaban nuestros colegas, pero podía imaginarme que los nervios estaban poniendo a más de uno muy ansioso.

Rodrigo

La sala de juntas era bastante más amplia de la que teníamos en Argentina, pero en rasgos generales, no había otras diferencias.

Estaban ahí los gerentes, los creativos, y algunos socios con cara de culo. Nada nuevo.

Dominique, quien presidía el encuentro, sonrió dándonos la bienvenida y nos indicó que nos colocáramos unos pequeños auriculares que teníamos delante para poder escuchar las traducciones y así hacer más fácil la comunicación.

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora