Capítulo 3

16.6K 1.2K 127
                                    

Angie

Me desperté porque las cosquillas ya eran una tortura demasiado despiadada. La espalda se me arqueaba, mientras Rodrigo me daba besos húmedos en la parte interna de las rodillas por debajo de las sábanas.

Angie... – decía entre besos. —Angie, despertate... que estamos llegando tarde.

—Basta. – gruñí moviendo las piernas, para liberarme de su ataque, pero no me dejaba. —Dejame dormir un ratito más. ¿Qué hora es?

—Ocho menos cuarto. – dijo como si nada, antes de morderme más arriba, justo en medio del muslo.

—¡Ay! – me quejé, y cuando logré despertarme... por poco me muero. —¿Qué? ¿Qué hora dijiste? – lo miré espantada. —¿Ya estás vestido? – me senté de golpe, insultando por todo lo alto. —¿Por qué no me despertaste antes?

Rodrigo que me veía sentado en la cama, divertido negó con la cabeza.

—¿En serio? – se cruzó de brazos. —Hace una hora que te estoy despertando.

—Mentira. – gruñí entrando al baño, colgándome el cepillo de dientes en la boca, buscando una toalla y abriendo la ducha en una sola, pero magistral maniobra. —No te escuché.

—Es que estabas roncando como un oso. – gritó desde la habitación para que lo escuchara mientras me bañaba. —Y esta vez no es en broma, te tendrías que haber escuchado. – se rio.

—Idiota. – dije pasando por su lado y arrojándole la toalla mojada en la cara mientras buscaba en el guardarropas algo para ponerme. —Yo no ronco.

Tomé un conjunto color crudo del cajón de ropa interior, y me lo puse a toda velocidad, sin preocuparme por mi cabello húmedo que goteaba a lo largo de mi espalda, y el suelo, dejando probablemente un charco.

—Y lo peor de todo. – dijo en mi oído, pegándose a mi espalda, acorralándome. —Es que como no te despertabas, ahora ya es tarde, y nos tenemos que ir así...

Sus manos se sujetaron a mis caderas, acomodándome contra las suyas, para que notara su enorme erección rozándose sin vergüenza en mi trasero.

Cerré los ojos, dejándome llevar por un minuto, y suspiré.

Levanté un brazo, y acaricié su cuello con las uñas, ladeando la cabeza para tener acceso a su boca, que no se hizo rogar.

Con un hambre voraz, atrapó mis labios, explorando con su lengua cada recoveco dejándome apenas respirar, ahora amasando mi piel con desesperación.

Estábamos perdiendo el control, y si no frenábamos, ya después no podríamos.

Jadeante, llevó su mano hacia delante, bajó la braguita que acababa de ponerme y tentó con sus dedos mi entrada de esa manera que siempre me hacía temblar.

Gemí jalando su cabello, y sentí cómo latía en respuesta, acercándose más con todo su cuerpo en un balanceo.

—Rodrigo... – susurré con la voz entrecortada. —No tenemos tiempo...

—Shh... – respondió colocando una de mis manos sobre su entrepierna, y apretándola entre sus dedos con un gruñido. —¿A quién le importa?

La verdad, ¿no? – pensé. Pero es que me resultaba tan fácil que todo dejara de importarme cuando estaba así con él... El mundo entero dejaba de existir, y lo único que podía oír, era su respiración trabajosa, lo único que podía sentir, era a él, lo único que podía oler, era su piel. Lo único que podía ver, eran sus ojos...

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora