Capítulo 17

13.4K 1.2K 302
                                    

Apenas llegué a la oficina, me crucé con Angie que subida a unos tacones de más de diez centímetros, corría de un lado al otro, preparando todo para la reunión.

Me alegraba de verla mejor. De hecho, parecía radiante justo en ese instante, pero yo sabía que si quería, podía fingir perfectamente bien.

También sabía que siempre a estas alturas de la colección, el estrés empezaba a pasarle factura, y si no era su espalda, era algo más, pero siempre la pasaba mal.

Y encima tenía la mala suerte de tener un novio de mierda, que en vez de aliviarle algo de trabajo, lo complicaba todo con problemas. Todos los días cargaba con más culpa por no hablar con ella, pero cosas como las nauseas de esta mañana, me confirmaban que aunque yo me sentiría contenido si Angie se enteraba, sería seguir cargándola de presiones.

¿Para qué quería más drama?

No faltaba nada para terminar con las prendas y los diseños, y de todas formas, no podría hacer nada. ¿Con qué fin la iba a angustiar?


Angie

Unos días después, todavía seguía sin saber qué era lo que tenía a Rodrigo tan preocupado. No me contaba nada.

Bueno, no nada. Algo me había dicho, pero había sido tan vaga su explicación, que sabía que había una buena parte de aquello que estaba ocultando.

Tenía que ver con Alejandro, y una mentira que había dicho, que supuestamente ya se había aclarado.

A mí no me mentía.

Fuera lo que fuera que estaba sucediendo, era solo el comienzo. Podía verlo en sus ojos, y en la manera que tenía de abandonar la habitación cuando Enzo lo llamaba por teléfono, para poder hablar sin que lo escuchara.

En la empresa, como siempre estábamos hasta arriba de trabajo, y entre las producciones de las revistas, y tener las prendas listas de la temporada, no había ni reparado en la fecha en la que estábamos.

Mierda. Treinta y dos días... – me dije mirando el calendario de mi móvil. Otra vez tenía un atraso.

Preocupada por que algo pudiera estar mal en mí, había pedido un turno con mi ginecóloga para que me hiciera todos los estudios que tuviera que hacerme. Tal vez tenía un desequilibrio hormonal o algo así. No me hubiera extrañado, con la vida alocada que últimamente llevaba. Y ella, por teléfono me había recomendado que hasta tener los resultados, lo más responsable era utilizar otro método anticonceptivo. Uno de barrera.

Para más señas, condones.

Así que esa noche, cuando Rodrigo estaba terminando de desnudarme, y antes de que perdiera el control y me olvidara por completo, estiré una mano hacia la mesita de noche y le alcancé uno.

Me miró a los ojos algo curioso. Por algo así como medio segundo.

Seguro, en el calor del momento, no se le había dado por hacer preguntas, y llevado por el deseo que sentía, no se frenó a cuestionarse demasiado.

Pero un rato después, con la cabeza más fría, lo vi meditar mirando el techo mientras su respiración volvía a la normalidad.


—¿Te olvidaste de tomar alguna pastilla? – me preguntó.

—No, no es eso. – contesté también mirando al techo, perdida en mis propios pensamientos. —Tengo que ir a la ginecóloga, es eso. Nada más.

—¿Es un chequeo o pasa algo? – me miró preocupado. —¿Está todo bien?

—Si, supongo. – asentí, pero él lejos de conformarse, me siguió mirando cada vez más serio.

París (#3 Trilogía Fuego y Pasión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora