10. Razón suficiente.

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No. Puedo. Creérmelo. Esa zorra primero se acuesta con Key, y como él le rechaza esta vez, ¿¡elige a mi novio para liarse con él?! Aunque ya no es mi novio... ¡pero eso no importa! ¿En qué cojones estaba pensando? En este momento solo tengo ganas de agarrarla de esas extensiones rubias y darle vueltas hasta arrancárselas. Siento la rabia correr por mis venas. Dios... si solo estuviera aquí, la estrangularía sin pensármelo dos veces.

—¿Estás bien? —me pregunta Key. Siento su mano acariciándome la espalda, pero es como si fuera lejana—. No quería soltarlo así, yo...

—¿Cómo te has podido acostar con ella? —suelto, sintiendo como me empiezo a marear. Imaginarme a Connor y a Samantha liándose me da náuseas—. Es una persona horrible. ¿Cómo puedes aguantarla después de saber lo que hizo?

Él se rasca la nuca.

—Si te refieres a lo del año pasado... no es tan mala como parece. Solamente tienes que llegar a conocerla bien.

—No creo que sea cuestión de eso. ¿Cómo puedes ser amigo de una persona tan repugnante?

Key niega y se apoya sobre la encimera, de modo que su rostro queda a unos centímetros del mío.

—Después de lo que hizo el año pasado, consiguió que su novio rompiera con ella. No tenían una gran relación, porque Sam nunca ha sido de relaciones largas. Después de eso... pensé que estaría arrepentida y que iba a cambiar. Por lo visto, no ha sido así... Escucha, Dylan. Si Samantha ha hecho algo que te ha hecho daño, yo no voy a ser más su amigo. Pienso dejarle claro que si...

—Key —le detengo, y él para de hablar atropelladamente para mirarme—. Está bien. Es decir, no está bien, porque Sam se ha liado con mi novio... mi exnovio —me corrijo al instante—. Pero si alguien tiene que dejarle algo en claro soy yo. No pienso permitir que se acerque a Connor. Y para eso, primero necesito hablar con Connor...

Sacudo la cabeza. Solamente, el hecho de pensar en hablar con Connor ahora mismo me da miedo. No era él cuando estaba en el coche y se comportaba como un maldito loco. No era él cuando me besó así. No era él cuando rompió conmigo y desde luego tampoco cuando se lio conscientemente con Samantha. Sus ojos... no tenían el brillo verde característico de los ojos del chico del que me enamoré.

—Debería irme —digo. Key asiente. Me bajo del taburete y los dos juntos subimos las escaleras. Entro al baño y me pongo la ropa del día anterior, aunque está muy sucia. Supongo que después la lavaré. Cuando bajo a la puerta de entrada, Key me espera con una chaqueta en sus manos, y cuando me ve me la echa por encima de los hombros.

—Hace frío ahí fuera.

Niego con la cabeza pero le sonrío.

—Es solamente cruzar la calle, Key. No me voy a congelar. —Él se encoge de hombros. Creo que este es el momento en el que nos despedimos—. No te lo he dicho antes, pero gracias. Por haberme ido a buscar ayer cuando no tenías razón para hacerlo, por cantarme y por traerme aquí. Gracias, de verdad, no sé qué haría sin ti.

Él se encoge de hombros y me abre la puerta.

—Está bien. Y sí, hay una razón. Me preocupo por ti. No soportaría que nada te pasara. —Me quedo callada y trago saliva cuando sus ojos se clavan con intensidad en los míos. Nunca me han parecido tan dorados y brillantes como ahora—. Y eso es razón suficiente para hacer cualquier cosa.

Aprieto los labios. Me pongo de puntillas y le beso la mejilla suavemente. Me aparto rápido porque no quiero que el momento se vuelva incómodo.

—Gracias de nuevo.

Never Forget You © [Evans 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora