24. Ya me voy.

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Estoy conversando con Logan y Noah, sentados en los taburetes altos de la isla de la cocina, mientras mi padre, Christie y Helen están preparando el desayuno para todos. Los demás aún están duchándose o despertándose, en el caso de Hunter seguro, sospecho que aún sigue durmiendo. Mi padre pone sobre la isla tres platos rebosantes de tortitas con mantequilla, tres vasos de zumo y dos botes de sirope. Automáticamente extiendo la mano hacia el de chocolate.

Papá me sonríe y me revuelve el pelo. Yo también sonrío.

―¿Has dormido bien, cielo? ―me pregunta.

Mi hermano entrecierra los ojos y mira a mi padre como si estuviera enfadado con él.

―Eh, ¿yo no existo? ¿Por qué ella es "cielo"? ¿Yo soy "infierno"? Siempre supe que ella era tu favorita. ―Logan se cruza de brazos y hace un puchero, yo solamente elevo las cejas y pongo una sonrisa de superioridad, obviamente falsa. Mi padre se ríe y momentos después Logan también, yo les sigo y Noah solamente nos mira a los tres como si estuviéramos locos, que, en cierta manera, es verdad. Eh, no es mi culpa que haya estado toda mi vida viviendo con dos hombres que amo con toda mi alma.

―¿Por qué tardan tanto todos? Tenía planeado llevaros a la playa de Santa Mónica, ya nos hemos perdido el amanecer. ―Mi madre se pone las manos en las caderas y suelta un resoplido para apartar el flequillo de su cara.

Yo me encojo de hombros con una sonrisa. No puedo estar triste con toda mi familia aquí.

―Y a este paso también nos perderemos el atardecer ―digo, metiéndome un trozo de tortita con sirope en la boca. Oh, glorioso alimento de los dioses―. Iré a decirles que se den prisa.

Bebo un sorbo de zumo y me bajo del taburete para subir las escaleras. Abro la puerta de mi habitación, Bianca está embutiéndose en unos vaqueros y Summer peinándose, les digo que se den un poco de prisa y ellas asienten. Voy a la siguiente habitación, la de Hunter y Logan, en la que solamente está Hunter, aún tirado en la cama y durmiendo a pierna suelta. Pongo los ojos en blanco. Ya sabía yo que me iba a tocar despertarle.

―Hunter ―le digo, sacudiéndole el brazo. Él murmura algo y sonríe, aún con los ojos cerrados. Claro que no es tan fácil―. Eh, dormilón, despierta. ―Frunzo el ceño cuando no hace ningún movimiento―. ¡Hunter! ¡Eo! ―grito, sacudiéndole la espalda, este gruñe y hace un puchero, abre un poco los ojos y cuando me ve se tapa con las sábanas―. ¡Oh, venga ya!

Mi amigo vuelve a gruñir.

―Déjame, D, tengo sueño.

Yo suelto un resoplido.

―La pregunta es: ¿quién no?

Consigo que se ría, así que me lo tomo como una señal de que está despierto y le advierto que levante su culo de la cama y que lo plante escaleras abajo en menos de diez minutos o no tendrá tortitas para desayunar. Lo sé, soy una genio.

La siguiente es Riley, a la que no me hace falta decirle nada porque ya está saliendo de su habitación, esbozo una sonrisa cuando veo que se mete en el baño con un estuche de maquillaje detrás de la espalda. Sí, todas hacíamos eso niñas, no podéis mentirme.

Abro la puerta de la habitación destinada a los gemelos y me sorprendo cuando me la encuentro vacía. Creí que Connor iba a estar aún durmiendo. Asomo la cabeza al pasillo para ver si alguien está pasando y tras comprobar, cierro la puerta con cuidado. En realidad, no sé qué estoy haciendo aquí. Tal vez mi inconsciente esté buscando algo. Observo la habitación. Hay una cama muy grande que está deshecha en el medio de la habitación, a un lado de esta hay una maleta y un par de mochilas que son de Noah, en el otro lado solo hay una caja.

Never Forget You © [Evans 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora