Las siguientes treinta y seis horas se me pasan volando. Casi no me he dado cuenta de esta semana. Después de que Connor me recogiera el miércoles, no hemos vuelto a tener ninguna conversación conflictiva. Es decir, casi no tenemos conversaciones, pero no sé si eso es bueno o malo. Hablamos lo justo. Nos damos las buenas noches. Me recoge del trabajo. Me cuenta que tal va en los estudios. Yo le cuento las novedades en el instituto. Somos como viejos conocidos. Nos contamos cosas, pero no las suficientes como para poder ser amigos. A pesar de que se supone que ahora lo somos.
Key, por su parte, no me ha dejado sola en ningún momento de esta semana. Se ha pegado a mí como una lapa, pero, curiosamente, eso no me molesta. Me gusta que se esté preocupando por mí, que me pregunte como me van los exámenes, que si quiere que estudiemos juntos. Aún no me ha besado. Me da la sensación de que está esperando a esta tarde. Toda la mañana del viernes se la ha pasado diciéndome las ganas que tiene de que llegue la noche. Sinceramente, yo también tengo ganas. No sé qué vamos a hacer, pero me ha dicho que ya lo tiene planeado y que va a ser una sorpresa.
Así que sí, ya es la tarde del viernes. Esta mañana acordamos en que me vendría a buscar a las ocho a casa, aunque le he insistido en que solo hay que cruzar la calle. Opto por unos vaqueros azules, un top con cuello cerrado y de tirantes negro, y una bomber color militar encima.
Salgo de mi casa a las siete y cincuenta y nueve minutos, y como no, Key ya me está esperando con una sonrisa en su cara, como si fuera la cosa más preciosa que hubiera visto. Le saludo con la mano y me acerco a él mientras me cepillo el pelo con los dedos, manía que he cogido cuando me pongo nerviosa.
―Algún día vas a darme un ataque ―me dice cuando llego a su lado, me agarra la mano y la balancea. De repente, se echa a reír al llevar la mirada un poco más allá de mí―. Tu madre y tu hermana nos están mirando ―me informa, no puedo evitar sonreír y darme la vuelta para mirarlas. Automáticamente se esconden detrás de la cortina. Pongo los ojos en blanco―. ¿Connor está fuera de casa?
Aprieto los labios.
―Si no te importa, preferiría no hablar de Connor. Haría todo muchísimo más cómodo, de verdad ―le propongo, llevándome una mano a la nuca y rascándomela. Vaya. Al final no va a ser un movimiento tan masculino.
―Sí, tienes razón. ―Él asiente―. Venga, vamos.
Nos subimos a su moto y veo de reojo como Helen y Riley nos siguen con la mirada a través de la cortina, después de eso, contengo la respiración y me agarro a Key con fuerza para no salir disparada. Puedo hundir la nariz en su cuello y aspirar su aroma (a regaliz negro y a libro nuevo), pero prefiero no volverlo a hacer porque por poco se sale de la carretera cuando mi nariz roza su cuello.
―¡Lo siento! ―me disculpo, aunque no sé si puede oírme con todo el barullo que hay a nuestro alrededor. Él no muestra signos de haberlo escuchado. Tampoco parece notar el frío. Solo lleva una camisa de cuadros de manga corta y estoy pasando frío por él.
Cuando llegamos, me ayuda a bajar de la moto como un auténtico caballero, aunque sabe perfectamente que puedo hacerlo yo sola. Me dan ganas de besarlo en este mismo momento, pero tengo que respetar nuestro pacto así que me guardo las ganas de morderle las mejillas rojas y me meto las manos en los bolsillos de la cazadora.
Él me sonríe, y yo ladeo la cabeza. Su mano se cuela en mi bolsillo y hace contacto con la mía, contengo la respiración mientras entrelaza sus dedos con los míos y saca mi mano del bolsillo. Las palmas hacen contacto y con su dedo pulgar me acaricia el dorso de la mano, en este momento me quiero morir de amor. Siento mis mejillas enrojecer.
No me jorobes. Ya sonrojada desde el primer momento.
―Puedo cogerte la mano, ¿no? ―Yo asiento mientras con la otra me toco el pelo. Ya os lo dije―. No quiero que hagas nada obligada. Solo haremos lo que tú quieras.
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Never Forget You © [Evans 2]
Teen FictionEl último año de instituto aspiraba a ser el más aburrido, deprimente, y costoso de todos, o al menos para Dylan Hudson. Porque cuando tienes que empezar una nueva vida, en un nuevo país, con tu novio en la Universidad que parece estar reuniéndose c...