—¡CONNOOOOOOOR!
Dylan gritó con fuerza mientras apretaba la mano de Connor. Este tenía la mano destrozada. Literalmente, Connor creía que Dylan le había roto la mano, pero no le importaba. El dolor propio estaba en un lugar muy lejos de su mente comparado con lo que estaba sufriendo viendo a Dylan quejarse sin parar y gritar. La contracción pasó y Dylan se quedó en silencio, relajando los párpados y sus facciones. Ya había tenido varias y cada vez dolían más. También le dolían muchísimo las caderas y la espalda, pero nada comparado con las intensas contracciones. Había mujeres a las que les dolía y mujeres que apenas las sentían. Bueno, pues a Dylan le dolía como mil demonios.
—Ya pasó, ya pasó... ya falta poco, nena. Puedes hacerlo —la animó Connor, acariciando el dorso de su mano. Se inclinó hacia ella y besó su frente, que estaba perlada de sudor. Después, giro su rostro hacia la doctora, con preocupación—. ¿De cuántos centímetros está, doctora?
La mujer levantó la cabeza de sus papeles y apretó los labios. Connor lo tomó como una mala señal. La última vez que preguntaron, hacía una hora, Dylan estaba solamente de cuatro centímetros, y ya llevaban tres horas con contracciones.
—De cinco centímetros. Necesita diez para que la llevemos al paritorio... vas a tener que esforzarte más, Dylan. —La rubia echó la cabeza hacia atrás, con una mezcla de frustración y cansancio, mientras que Connor apretaba los párpados. Dylan ya estaba haciendo su mayor esfuerzo. No quería que tuviera que sufrir más.
—¿Hay alguna forma de que el proceso de contracción sea más rápido? —preguntó Connor.
—Sí... no creo que vaya a poder empujar más —dijo Dylan con esfuerzo, teniendo que respirar cada dos palabras. Connor le puso una mano sobre el corazón. Iba muy rápido, demasiado.
—Vas a tener que hacerlo si quieres que tu hijo nazca. Lo siento. Si ayuda, te podemos poner la epidural, pero no podemos hacer nada más. Eres tú la que tienes que sacar esto adelante.
Dylan asintió, temblorosa.
—S-sí. Ponedme la epidural, por favor.
La mujer asintió y salió de la habitación, dejando a Dylan y a Connor solos. Dylan apretó la mano de Connor con fuerza cuando sintió un agudo dolor en su espalda. Su chico la miró con nerviosismo: no podía hacer nada para ayudarla, y eso solo le hacía sentir mal y lleno de preocupación.
—¡Ah! —se quejó ella. Estaba al borde de las lágrimas. Estaba agotada. Sudaba por sitios que ni siquiera sabía que existían. No sabía si iba a poder continuar, lo dudaba. El parto estaba teniendo muchas complicaciones—. Connor, y-yo... n-no sé si...
—Shhhh —la hizo callar Connor. Puso su dedo índice sobre los labios de Dylan que poco a poco estaban perdiendo el color. Una vez que tuvo a Dylan más tranquila, mirándole a los ojos, se inclinó y posó sus labios sobre los de ella con delicadeza—. Vas a conseguirlo. Confío en ti, nena, sé que puedes hacerlo.
—No puedo hacerlo, Connor, no puedo... —sollozó Dylan, con las lágrimas rodando por sus mejillas rojas. Connor se apresuró a poner sus manos sobre las mejillas de su chica y le trató de limpiar las lágrimas, sin éxito, puesto que no dejaban de salir—. No voy a poder hacerlo, estoy agotada...
—¿De qué estás hablando, Dyl? Claro que puedes hacerlo. Eres la mujer más fuerte y valiente que conozco, ¿está bien? Puedes hacerlo. —Connor intentó animarla, no obstante, ella apenas lo podía escuchar. Otra contracción estaba teniendo lugar y Dylan cerró los ojos con fuerza. No podía. De verdad que no podía más—. ¿Nena? Estoy preocupado. Por favor, dime que puedes con esto. No te rindas, no te...
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Never Forget You © [Evans 2]
Teen FictionEl último año de instituto aspiraba a ser el más aburrido, deprimente, y costoso de todos, o al menos para Dylan Hudson. Porque cuando tienes que empezar una nueva vida, en un nuevo país, con tu novio en la Universidad que parece estar reuniéndose c...