Elena
No podía dejar de pensar en lo que me había pasado estos días en el hospital. Entre Damon, Andie, los recuerdos...estaba realmente confusa. Esta noche logré recordar algo más.
Estaba en una habitación escribiendo en mi diario. De pronto oí unos ruidos que venían de la planta de abajo, parecían gritos. La verdad es que me asusté, pero mi cuerpo tomó el control y decidió bajar. Al llegar al final de las escaleras pude oír claramente unas voces.
—¡No! Esto ha ido demasiado lejos, no puede seguir. Hay que decírselo...
—¿Y arriesgarnos a exponernos? No, no le daré el gusto a esa zorra.
—Por favor, sé sensato. Si no lo hacemos será peor.
—Me niego a perder lo último que me queda.
Ambas voces me eran muy familiares, pero no lograba ubicarlas. Me asomé con cuidado a la puerta del salón. Sabía que estaba mal espiar conversaciones ajenas, pero no era dueña de mis actos. Pude ver a un hombre de espaldas hablando con alguien que se me hacía conocido...
—Damon, sé que esto es duro, pero no nos queda opción—me quedé sin respiración. El fuego de la chimenea hizo que los ojos de Damon brillaran con un matiz oscuro que no había visto nunca.
—Sí que la hay—el otro hombre se quedó un segundo en silencio, sopesando sus siguientes palabras.
—Sabes que te odiará, ¿verdad?
—Prefiero que me odie a que pierda a alguien más.
Me desperté por el ruido de la puerta. Era Jenna, quien había venido a buscarme para ir a casa.
Mientras esperaba a que firmara los últimos papeles, cosa que llevaría un buen rato, fui a por un café bien cargado.
—Buenos días—susurró una voz en mi oído. Del susto casi se me cayó mi adorado café. Al darme la vuelta me topé con aquellos ojos celestes que tantos quebraderos de cabeza me estaban dando.
—Buenos días.
—¿Qué haces aquí? ¿No te daban hoy el alta?
—Sí, Jenna aún está con los papeles. Con lo patosa que es le llevará un buen rato—Damon asintió con una sonrisa de medio lado, examinándome de arriba abajo. Más que examinarme, estaba desnudándome con la mirada. Al darme cuenta me ruboricé. Parecía que esperaba que dijera algo, pero me había quedado en blanco al ver como se mordía levemente el labio inferior. Dios, que sexy estaba con esa bata...
—Yo no tengo nada que hacer hasta dentro de un par de horas. ¿Te apetece tomarte ese café conmigo?
«¡Elena, reacciona! Deja de babear y di algo coherente».
—Sí, por supuesto—Damon soltó una leve risa—¿Qué pasa?
—Nada, nada—se acercó a mi oído para susurrarme—es que estás muy mona cuando te ruborizas.
En ese momento los colores se me subieron aún más. ¿No podía estarse quietecito? No, claro que no. Era Damon Salvatore, le encantaba sacarme de mis casillas. Su media sonrisa me lo confirmó.
Cuando nos sentamos me quedé un momento pensando. ¿Debería decirle lo que recordé hoy? Tal vez solo fuera un paso atrás, pero no podía quedarme con la duda.
—Damon... hoy recordé algo más—noté que se tensó levemente. Debió de notar la duda en mi voz, porque me tomó la mano y me animó a contárselo—Estaba en una habitación que no era la mía escribiendo, de pronto oí ruidos que venían desde la planta de abajo. Cuando bajé y me asomé vi a dos personas, pero solo te reconocí a ti. Parecías muy cabreado y preocupado—hice un pequeño silencio, esperando alguna reacción de su parte. Se limitó a seguir mirándome sin cambiar su expresión—decíais algo de arriesgar, un chantaje y luego algo de que había otra solución, pero que alguien acabaría odiándote—ahora sí que hubo una reacción. Damon pareció analizar con cuidado cada palabra que había escuchado sin dejar de mirarme.
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El Doctor de Ojos Azules [TERMINADA]
FanfictionElena despierta en un hospital, sin memoria. Poco a poco irá recordando experiencias, personas, el por qué de su amnesia...Pero, ¿podrá soportarlo? Su médico, un apuesto moreno ojiazul, se entregará en cuerpo y alma para ayudarla. Os animo a descub...